martes, 31 de diciembre de 2013

Día 365 - Las Fiestas Anuales de la Familia Gris: La Crisis Terminal

Hoy me desperté cantando “La última curda”, de Anibal Trolio y Cátulo Castillo. El día del cumpleaños número cincuenta y ocho de mi vieja había llegado. En el centro del hangar, mi viejo había hecho colgar un pasacalle en el que se podía leer la siguiente leyenda: “FELÍ CUMPLIAÑO, MARIA ANTONIETA PEREZ ESTRAFAGARTA. FUISTES, SO Y SERÁ LA MUJER DE MI VIUDA”. Me acerqué a mi viejo y, después de felicitarlo por el gesto, hice mención a los errores de ortografía y escritura que habían cometido al escribir el mensaje.
―Ni me hablés de eso. ¡Tengo una calentura! ―me dijo.
―Pero, ¿qué pasó? ―le pregunté.
―Nada, le pedí al mimo que se encargara de conseguir a quien lo escribiera. Como sólo habla mediante el lenguaje de señas, le transfirió el encargo a Samuel, que se niega a pronunciar la letra “p”. Imaginate lo difícil que habrá sido para él ingeniárselas para pedir que le hicieran un pasacalle. Para colmo, el encargo se lo hizo a Chun Li, mi mujer japonesa, que tiene un gran talento caligráfico pero que no entiende una mierda de castellano. El resultado fue un teléfono descompuesto que derivó en eso que ves ahí colgado.
―Pero, ¿por qué no le diste al mimo un papel con el mensaje que querías poner? ―le pregunté.
―No sé, Natalio. La verdad que no me sirve de mucho que me des la cura de una enfermedad cuando el paciente ya está muerto ―dijo y se alejó de mí.

lunes, 30 de diciembre de 2013

Día 364 - Las Fiestas Anuales de la Familia Gris: El Tatuaje

Hoy me desperté cantando “Himno de mi corazón”, de Los Abuelos de la Nada. Daba la impresión de que los rusos habían superado el rencor por la caída del muro. En el hangar reinaba un clima ameno, de cordialidad, fraternidad y buen humor. En esto mucho tenía que ver la hermosa boda de la que habíamos sido testigos durante el día anterior. Tal era el grado de felicidad, que desde el lugar en el que estaban cuando desperté, sin dejar de hacer lo que fuera que estuvieran haciendo, todos los participantes nuestra gran fiesta familiar, con la esperable excepción del mimo, se sumaron a mi canción en la parte del famoso “oh, oh, oh, oh, oh, oh; oh, oh, oh, oh, oh, oh”.
Fue un espectáculo conmovedor. Yo recorría el lugar caminando sobre la alfombra roja que todavía no había sido quitada, y a medida que avanzaba podía oír a distintas personas provenientes de distintos barrios, de distintos países, de distintos estratos de la sociedad, todos ellos hermanados por el mismo canto de felicidad.

domingo, 29 de diciembre de 2013

Día 363 - Las Fiestas Anuales de la Familia Gris: La Luna de Miel

Hoy me desperté cantando “I was born to love you”, de Freddie Mercury. El hangar había sido decorado para la ocasión. Había una alfombra roja que corría desde el portón hasta el otro extremo, en el cual habían emplazado una suerte de altar. A ambos lados de la alfombra, había filas y más filas de bancos, sobre los que se habían sentado todos y cada uno de los presentes. En las paredes, colgando a gran altura, había guirnaldas de rosas rojas, y en los extremos de los bancos, arreglos hechos con flores blancas. De pie tras el altar, el pastor brasilero de la Iglesia Universal del Reino de Dios, aquel mismo que una vez había intentado exorcizarme, aguardaba por la llegada de la novia. Lo mismo hacía Samuel, que estaba parado del otro lado del altar, vestido con un traje elegantísimo.
Cuando comencé a cantar, como si mi voz hubiera dado la señal del inicio de la ceremonia, “La Mole Moni” abrió el portón sin la ayuda de nadie. Entonces, Héctor “Bicicleta” Perales ingresó al hangar llevando a mi primo Luján, de Luján, tomado a su brazo. No entendí lo que estaba sucediendo y supuse que, en lugar de llevar a la futura esposa de Samuel, los nervios le habían jugado una mala pasada y, en pleno alboroto, había tomado a Luján por equivocación.

sábado, 28 de diciembre de 2013

Día 362 - Las Fiestas Anuales de la Familia Gris: Las Dos Afortunadas

Hoy me desperté cantando “Big gay heart”, de The Lemonheads. Anoche, mientras yo peleaba con mi borrachera e intentaba resolver la regla de tres simple que me permitiría saber qué número del taxímetro desactualizado que me habían dado los taxistas debía tomar como señal para juntarnos en el portón y qué otro número predeciría, en caso de no encontrar una solución pacífica al conflicto, la orden de derribar el muro de yeso que los rusos habían levantado… mientras hacía mis cuentas, pude oír el ruido del derrumbe.
Me había demorado más de la cuenta, la misión diplomática de los taxistas no había llegado a buen puerto y las fuerzas rebeldes habían acatado la directiva y habían entrado en acción. Los veinticinco inquilinos del conventillo, encabezados por Héctor “Bicicleta” Perales y su mujer, “La Mole Moni”, pasaron por encima de cuanto ruso-ucraniano se interpuso en su camino y tiraron abajo la pared. Entonces yo, que había quedado solo de este otro lado, tuve un emotivo reencuentro con mis afectos. Después de tanto sufrimiento, el tiempo del aislamiento había llegado a su fin.

viernes, 27 de diciembre de 2013

Día 361 - Las Fiestas Anuales de la Familia Gris: Sincronicemos Relojes

Hoy me desperté cantando “Buena suerte y hasta luego”, de Andrés Calamaro. Caminando por el hangar, temí que los cinco o seis días de borrachera continuada hubieran comenzado a afectar mis sentidos, porque, de repente, el lugar me parecía mucho pero mucho más pequeño. Caminando en dirección hacia donde se suponía que debía estar el portón, me topé con una pared de yeso que hasta el día anterior no había visto, en el centro de la cual había una puerta cerrada. Si mis cálculos de ebrio no fallaban, la habían levantado en el centro exacto del hangar. ¿Quién? Aún no lo sabía. Para sacarme la duda, golpeé.
La puerta fue entreabierta desde el otro lado, uno de los rusos asomó la cabeza y elevó las cejas como preguntándome qué necesitaba.
―Quiero pasar ―le dije.
―No en este momento ―respondió él y cerró la puerta.

jueves, 26 de diciembre de 2013

Día 360 - Las Fiestas Anuales de la Familia Gris: La Resistencia Rusa

Hoy me desperté cantando “Historia de taxi”, de Ricardo Arjona. La canción funcionó como un presagio, porque, unos minutos antes del mediodía, llegaron al hangar, para sumarse a las celebraciones, mis primeros socios en el proyecto turístico “El Pasea Porros”. Ahí estaban los cuatro: el taxista freudiano, que además de taxista era escribano, el taxista contador, el taxista abogado y el taxista chef internacional. Detrás de ellos ingresó Luis Miguel, socio mayoritario de mi agencia de detectives privados y responsable del semanario barrial “La Tos de la Recoleta”, y detrás de Luis Miguel, entraron, vestidas con su sexy uniforme de trabajo, mis ex compañeras de trabajo en mi paso por la estación de GNC. Carlitos Salvador, mi hermano, que cumplía veintisiete años ese mismo día, se ilusionó con la idea de que eran desnudistas que mi viejo había contratado para su cumpleaños, corrió en dirección a ellas, se paró entre ambas, las abrazó y, aprovechando que su mujer estaba ayudando a preparar el almuerzo en el Pabellón Neozelandés, le dio un beso en la boca a cada una.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Día 359 - Las Fiestas Anuales de la Familia Gris: Mi Borrachera Triste

Hoy me desperté cantando “Santa Claus is coming to town”, versión de Frank Sinatra. Sobraban los motivos para festejar, porque era Navidad y el mimo, disfrazado de Papá Noel, había dejado regalos para todos los presentes. En alguno de sus bolsillos llevaba un grabador que, de tanto en tanto, reproducía la tradicional frase “Jo, jo, jo, feliz Navidad”. Además, mi viejo estaba cumpliendo sesenta años y el día anterior había prometido tirar el hangar por la ventana. Bien tempranito a la mañana, antes de que abriéramos nuestros obsequios, nos reunió a todos en el Pabellón Japonés para comunicarnos, entre otras cosas, que él había sido quien había comprado los obsequios de Navidad y que, para agasajarnos el día de su cumpleaños, almorzaríamos un rico asado criollo en el Pabellón Argentino.

martes, 24 de diciembre de 2013

Día 358 – Las Fiestas Anuales de la Familia Gris: La Cuenta Regresiva

Hoy me desperté cantando “Noche de paz”, de Sumo. Aunque mi canción contaba con el aliciente de permitir a quienes la oyeran el ir anticipándose a la magia de la Nochebuena, esta vez nadie se acercó a escucharme. Quizá influyó el hecho de que estuviera tirado en el piso del hangar, debajo de la pileta pelopincho, que había sido vaciada y dada vuelta por alguien sobre mi humanidad. No recordaba cuáles habían sido las circunstancias que me habían llevado a pasar la noche en esas condiciones (aún no las recuerdo), pero supuse que el alcohol que había bebido durante los dos últimos días bastaba para explicar tanto lo sucedido como así también el olvido de lo sucedido.
Por la inclinación del sol, cuyos rayos se filtraban por un pequeño tragaluz e iluminaban el reloj de pared que tenía frente a mí, pude saber que eran las cuatro menos diez de la tarde. Sin embargo, pronto caí en la cuenta de que estaba en el Pabellón Alemán y, en consecuencia, el reloj que había visto reflejaba no la hora argentina, sino la hora de Múnich. Acá, en nuestro suelo, faltaban quince minutos para que fueran las doce del mediodía. Recorrí los distintos pabellones con la esperanza de encontrar algo para desayunar, pero en ninguno de ellos habían quedado restos; tampoco había personas. Todos los setenta y ocho seres humanos con los que había compartido la cena de la noche anterior estaban parados en torno al portón del hangar, que acababa de ser abierto. Me aproximé a ellos y le pregunté a Samuel si sabía qué estaba sucediendo.

lunes, 23 de diciembre de 2013

Día 357 - Las Fiestas Anuales de la Familia Gris: El Retiro

Hoy me desperté cantando “Culpable”, de Vicentico. Nuevamente, mis cinco madrastras se pararon en torno a mí junto a sus once hijos. También se acercaron mis hermanos y sus familias. Era el cumpleaños número treinta y cuatro de Teresa Olga, la mayor de mis hermanas mujeres, por lo que, mientras cantaba, caminé hacia ella para, a modo de homenaje, dedicarle el espectáculo. Creo que la resaca que tenía como consecuencia de la borrachera de ayer hizo que interpretara el tema con mayor sentimiento. El aplauso cerrado de mis parientes de sangre, políticos, lejanos o fraccionarios reforzó esa impresión. Después, le di un abrazo a Teresa Olga, le cantamos el feliz cumpleaños y nos sentamos en el Pabellón Canadiense, donde Celine Dilon nos recibió con un desayuno típico de aquellas tierras.
Unos minutos antes del mediodía sentimos que golpeaban la puerta del hangar. Extrañamente, el ruido del eco sonaba con mayor fuerza que el golpe original. Me dolía la cabeza y, por miedo a que volvieran a golpear, fui corriendo a ver quién era.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Día 356 - Las Fiestas Anuales de la Familia Gris: La Inauguración

Hoy me desperté en el hangar que compró mi viejo cantando “Hoy es el principio del final”, de Amaral. Este lugar tiene muy buena acústica y, al oírme, las cinco mujeres extranjeras de mi viejo se acercaron junto a sus once hijos y acompañaron la canción haciendo palmas. Mi vieja, mi viejo, el mimo, Samuel y mi primo Luján, de Luján, no las acompañaron porque estaban acostumbrados a que despertara cantando y ya sufrían el asunto como lo que en realidad era, una maldición. De todos modos, fue reconfortante recibir un aplauso cerrado del que participaron manos provenientes de cinco continentes distintos.
El hangar había sido engalanado para la inauguración de la Fiesta Anual de la Familia Gris. Había sido dividido en seis lotes de igual tamaño. Cada uno de esos lotes debía su nombre al país de origen de la mujer encargada de decorarlo. Así, al mejor estilo de la Feria de las Naciones, teníamos el Pabellón Argentino, el Pabellón Alemán, el Pabellón Botswanés, el Pabellón Canadiense, el Pabellón Japonés y el Pabellón Neozelandés.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Día 355 - El fin de la era de una mujer por día

Hoy me desperté cantando “Al olor del hogar”, de Bersuit Vergarabat. Después de cantar, los desperté a mi primo Luján, de Luján, y a Samuel, que, por lo visto, se había caído de la cama, porque en lugar de estar acostado en la parte de abajo de la cama marinera que compartía conmigo, estaba abrazado a Luján en el colchón sobre el que este último dormía. Evidentemente, sufrían el calor, y en algún momento de la noche se habían quitado las ropas, porque ambos estaban completamente desnudos. A veces me pregunto si alguna vez llegaré a establecer una relación tan profunda con algún amigo. Quizá en Rusia. De ser así, no creo que lleguemos a dormir desnudos, porque tengo entendido que allá no hay temperaturas tan altas, pero viéndolos me ilusiona la idea de algún día recibir un abrazo.
A pesar de lo mucho que me gustaba verlos, no tuve más remedio que despertarlos, porque se hacía tarde y teníamos que ir a ayudar a mi viejo con la mudanza.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Día 354 - Los ahorros de una vida

Hoy me desperté cantando “No te animás a despegar”, de Charly García. Antes de partir rumbo a Rusia debía dejar pago el curso de verano que haré a distancia, desde Moscú, en la Casa de Rusia en Buenos Aires, con el objetivo de aprender el idioma del país que, tan amablemente, me recibirá. Para efectuar el pago, necesitaba dinero. Mi dinero había sido puesto, por mi viejo y de manera inconsulta, en un plazo fijo que vencería el día de mi partida, el jueves dos de enero de dos mil catorce. Supuse que como había actuado sin mi consentimiento, era suya la obligación de conseguir el dinero de la inscripción al curso.
Conduje la furgonetita hasta su casa, me atendió el mimo y me acompañó hasta la cocina, donde mi viejo y Botswana Amarula, su mujer de los viernes, compartían un tereré. El mimo me dejó con ellos, cerró desde adentro la puerta de la cocina y salió al patio, donde había estado hasta el momento en el que yo había tocado timbre, entreteniendo con sus juegos, trucos y malabares a mis medias hermanas botswanesas: Laa Laa, Dipsy Nabila, Abba Po y Tinky Winky.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Día 353 - Supongo que Moscú

Hoy me desperté cantando “Qué será, será”, de Doris Day. No podía dejar de preguntarme que sería lo que pensaban hacer los rusos conmigo una vez que llegara a su país, pero, tras varias horas de darle vueltas al asunto, decidí que lo mejor sería dejarme sorprender. ¿Para qué adelantarme? ¿Por qué no dejar que la vida siguiera su curso natural? Porque, después de todo, si hubieran querido hacerme algún daño, podrían haberlo hecho acá, en mi país, sin necesidad de esperar hasta estar en su tierra.
Más allá de la tranquilidad alcanzada, le experiencia con los traductores me había dejado una enseñanza: si quería evitar futuros malos entendidos, debería aprender el idioma antes de partir. Debía comenzar, cuanto antes, un curso intensivo de ruso. Investigando en internet, di con la página de la Casa de Rusia en Buenos Aires y hacía allí conduje mi furgonetita Volkswagen.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Día 352 - El Dios del cielo raso

Hoy me desperté cantando “Solace”, de The Gathering. Ni bien terminé de cantar, lo llamé a Luis Miguel para pedirle que nos reuniéramos después del mediodía. Por temor a que las líneas hubieran sido pinchadas, habíamos adoptado la política de no entrar en detalles respecto a nuestros casos cuando conversábamos por teléfono, por lo que sólo me limité a decirle que un intérprete ruso, un intérprete chino y un intérprete italiano deberían participar de la reunión.
―¿Para qué necesitamos eso? ―me preguntó― Solamente te pedí un reporte.
―Vos conseguilos. Tengo algo mejor ―le dije y puse fin a la comunicación.
Cuarenta minutos después de las doce, estacioné mi furgonetita Volkswagen frente a la redacción del semanario barrial “La Tos de la Recoleta” y, tras ingresar, me dirigí a la oficina de Luis Miguel. Junto a él, que estaba sentado en su sitio habitual, había tres hombres de rasgos muy disímiles. Comprendí que se trataba de los tres traductores.

martes, 17 de diciembre de 2013

Día 351 - El Sauna de Mabel

Hoy me desperté cantando “Los piratas”, de Los Auténticos Decadentes, con la impresión de que mi primo Luján, de Luján, y Samuel no habían pegado un ojo en toda la noche y se la habían pasado cuchicheando, porque, aunque bastante más desalineados, tenían puesta la misma ropa y estaban sentados sobre las mismas sillas que cuando yo, vencido por el cansancio, me había acostado.
Como si la noche entera no hubiera sido suficiente, en lugar de preguntarme por mis sentimientos respecto a mi inminente partida rumbo a tierras rusas, dedicaron toda la mañana a inventar excusas destinadas a que yo abandonara el departamento. ¿Qué cosa tan importante que yo no pudiera oír tenían para decirse? No lo sé, pero decidí hacer caso omiso a pedidos indirectos y permanecí ahí, dispuesto a pasar el día con ellos.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Día 350 - De un solo tirón

Hoy me desperté cantando “A hard day´s night”, de The Beatles. Anoche Samuel tuvo una noche difícil. Supongo que la ansiedad por el reencuentro inminente con mi primo Luján, de Luján, le habrá jugado una mala pasada, porque no hizo más que llorar, golpearse la cabeza contra la pared, rechinar los dientes y despertar a los gritos de una pesadilla recurrente en la que él era el sol sobre un campo repleto de girasoles y Luján era el único girasol que no giraba para verlo.
―¿Se te ocurre algún sentido? ―me preguntó esta mañana.
―Mirá ―le dije―, para mí la mejor interpretación que se le puede dar a un sueño es volver a dormirse y olvidarse. Además, ¿cómo sabés que ese girasol que no se daba vuelta era Luján? Si era un girasol, ¿cómo lo identificaste con mi primo?

domingo, 15 de diciembre de 2013

Día 349 - Hoy es domingo

Hoy me desperté cantando “Rock”, de Kapanga. Ayer, por decisión unánime de los cinco miembros del jurado de notables, fui declarado campeón de la primera edición del concurso Mis Cola RIF, organizado y patrocinado por la carnicería de Rubén Ignacio Fasulo. A modo de celebración ―no sólo por mi triunfo, sino porque además habíamos reunido el dinero necesario para pagar la fianza de mi primo Luján, de Luján―, cenamos las hamburguesas y los chorizos con los que había confeccionado el traje de baño con el que realicé la pasada consagratoria.
Esta mañana, a primera hora, partimos en la furgonetita Volkswagen rumbo al penal en el que tenían guardado a mi primo. Tuvimos que esperar más de una hora para que nos abrieran el portón y otras dos horas para que uno de los guardias se dignara a atendernos.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Día 348 - La reina de la carne

Hoy me desperté cantando “La carne”, de Pedro Aznar. Acá estoy, en el frízer de la carnicería de Rubén Ignacio Fasulo, preparado ya para la tercera y última pasada del concurso Miss Cola RIF diciembre de 2013. Estoy lleno de confianza. Mi culo de Jessica Cirio está más firme que nunca. El frío de este lugar acentúa esa firmeza. Sí, nada de segundos puestos. Esta vez, el título no se me escapa.
Las demás concursantes son mujeres. Están acá también, son once. Pobrecitas, parecen no tener conciencia de que no tienen ni la más remota chance de ganar.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Día 347 - Sandalias de matambre

Hoy me desperté cantando “This is Halloween”, versión de Marilyn Manson. Era viernes trece y Samuel, que no estaba en el monoambiente cuando me levanté, ingresó unos minutos más tarde con un folio lleno de papeles y una sonrisa cargada de ilusión.
―¿Qué pasa? ―le pregunté― ¿Qué traés ahí?
―Son los formularios de admisión al concurso Miss Cola RIF diciembre 2013 ―me dijo.
―Pero ―le dije mientras revisaba los papeles que él había traído―, acá falta el calco para pintarse el logo de Reef en la cola. ¿Me lo dan allá?
―No, no, no es de Reef, la marca relacionada con el mar y la arena. Este concurso lo organiza Rubén Ignacio Fasulo.
―Me suena familiar ese nombre. ¿Es algún representante de modelos? ―le pregunté.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Día 346 - ¡El culo te va a salvar!

Hoy me desperté cantando “Visita conyugal”, de Akim. Como en sus grandes noches de presentador de boxeo, Samuel vestía un traje impecable y estaba peinado a la gomina. Finalmente había llegado el tan ansiado jueves, día en el que mi primo Luján, de Luján, tenía permitido recibir visitas.
Partimos rumbo al penal en la furgonetita Volkswagen y Samuel hizo que me detuviera en el camino, bajó y volvió a subir con un ramo de flores.
Ya en la cárcel, nos sentamos frente a un vidrio a esperar por Luján, que aparecería unos minutos después, esposado y escoltado por un guardia, con el pelo algo crecido porque allí no le permitían manipular elementos eléctricos o cortantes, y la cara ennegrecida por manchas que parecían de grasa, como si lo hubieran tenido trabajando en el taller de la prisión, al igual que en esa película en la que Stallone y sus amigotes dedican sus horas de cautiverio a reparar un auto.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Día 345 - Empezaría como activo

Hoy me desperté cantando “La noche te trae sorpresas”, de Ricardo Arjona. Durante unos minutos, contemplé seriamente la posibilidad de meterme un taladro en la sien y, a riesgo de ponerle fin a la mía, terminar de una vez con la vida del turro del dj en mi cabeza, que sabe que este diciembre es un mes crucial, sabe que mis nervios aumentan a medida que el fin de año se aproxima y, aun así, me hace despertar cantando temas de Ricardo Arjona en días consecutivos.
Si yo estaba nervioso, ni siquiera quería imaginarme cómo lo encontraría a Samuel luego de que mi padre se hubiera negado a devolverme parte del dinero que, por derecho, me correspondía y de la consecuente imposibilidad de pagar la fianza de mi primo Luján, de Luján. Mi instinto detectivesco me decía que estaría muy triste, desanimado, deshecho… Fue todo lo contrario. Nunca lo había visto tan enérgico y activo. No había terminado de cantar y él ya estaba diciéndome que algo tendríamos que hacer con el fin de juntar el dinero, que no iba a admitir que nos quedáramos de brazos cruzados, que Luján estaba sufriendo, que éramos dos insensibles, que si era necesario iría a hablar con el comisario y se ofrecería a cubrir el lugar de Luján con la condición de que lo liberaran.

martes, 10 de diciembre de 2013

Día 344 - El plazo fijo

Hoy me desperté cantando “Desnuda”, de Ricardo Arjona. Me reservo mi opinión, porque temo que me salga rimada. Además, tengo cosas más importantes de las que ocuparme.
Mi primo Luján, de Luján, estaba preso; Samuel, desesperado; mi viejo, desaparecido; el mimo, callado; yo, hinchado las pelotas. Lo primero que tuve que hacer esta mañana, después de que terminé de cantar, fue calmar por enésima vez a mi concubino, repetirle que, bien tempranito, unos minutos antes de que su mujer de los martes reemplazara a la de los lunes, iríamos a la casa de mi viejo. Entonces nos aseguraríamos de encontrarlo y le pediría que me diera una parte del dinero que me estaba guardando para que pagáramos la fianza de Luján.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Día 343 - En cana desde hace más de una semana

Hoy me desperté cantando “El fantasma”, de Árbol. Samuel, quien al parecer había salido en algún momento de la madrugada, ingresó al monoambiente y cerró la puerta dando un golpe seco. En la expresión de su rostro pude ver que no había sido la ira lo que había motivado su accionar, sino la desesperación. Sus ojeras, pronunciadas por demás, evidenciaban falta de sueño y el rojo en sus ojos era una muestra inequívoca de cansancio. Sus labios, secos y lívidos, temblaban en sintonía con sus manos, temblorosas en igual medida.
―¡Samuel! ¿Qué te pasa? ―le pregunté.
―Encontré a Luján ―me dijo antes de romper en llanto.
Supuse que el compartir la noticia con alguien cercano luego de tantos días de tensión habría desatado sus lágrimas. Me acerqué y posé una mano sobre su hombro para consolarlo.
―¿Viste, tontuelo? Te dije que todo estaba bien ―le dije.
―¿Qué bien ni que ocho cuartos? ―gritó y apartó mi mano― ¡Está guardado! ¡Luján está en cana desde hace más de una semana!

domingo, 8 de diciembre de 2013

Día 342 - El abrigo de un padre sobreprotector

Hoy me desperté cantando “Mujeres”, de Ricardo Arjona. A menos de un mes de mi partida rumbo a tierras rusas, sentí como un apremio la necesidad de saber cuánto dinero me quedaba de aquellos setenta mil dólares que había ganado apostando en la pelea entre Vicky y la falsa Lucrecia. Tres veces los conté y las tres veces la cuenta arrojó el mismo resultado. Tenía nada más que la mitad exacta: treinta y cinco mil dólares. Había gastado demasiado para el poco tiempo que había transcurrido desde la adquisición de aquella, mi pequeña fortuna personal, y tendría que encontrar la manera de reducir los gastos al mínimo indispensable para llegar a Rusia con un respaldo económico.
Aprovechando que el domingo era el día libre de mujeres para mi padre, lo invité a almorzar con la intención de aceptar su propuesta de guardar mi dinero en un lugar seguro.

sábado, 7 de diciembre de 2013

Día 341 - Mi espíritu sociable y festivo

Hoy me desperté cantando “Lo quiero ya”, de Sumo. Ayer había tomado la que quizá sea la decisión más trascendental de mi vida y hoy debía comunicársela a la falsa Lucrecia. Había pensado en llamarla y pedirle que viniera al monoambiente, pero la fragilidad emocional que aqueja a Samuel desde que mi primo Luján, de Luján, desapareció, me llevó a optar por una alternativa.
Nos encontramos unos minutos antes del mediodía en el restorán-gimnasio de sus amigos rusos y ocupamos una mesa apartada de todos y de todo. Pedimos algo para comer, algo para tomar y hablamos durante un buen rato acerca de nada, por la simple necesidad de rellenar el silencio con palabras.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Día 340 - La buena de Clotolinda

Hoy me desperté cantando “Justicia”, de Attaque 77. Se acerca la hora de tomar una decisión. De la forma más dolorosa, descubrí que no cuento ni para mi familia ni para mi ex novia ni para el hombre con el que convivo ni para mis amigos de la infancia. Después de casi treinta años de andar vagando por el mundo me parece un poco injusto el hecho de sólo contar con Justicia.
“Así es la vida, m´hijito” me habría dicho mi abuelita si no la hubiéramos llevado a celebrar su cumpleaños número noventa en la parrilla libre en la que siete choripanes, dos morcillas, seis chinchulines y otras tantas porciones de molleja, vacío, bife, costillita de cerdo y matambre, coronados por tres porciones de flan con dulce de leche y crema, trece bochas de helado y un tecito digestivo pusieron fin a la trayectoria de esa hermosa mujer, tan rebosante de luz como de colesterol; tan excedida en afecto como en los triglicéridos.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Día 339 - Los ocho bisabuelos

Hoy me desperté cantando “El estudiante”, de Los Twist. Tan desesperado estaba por encontrar un motivo para no irme del país que estaba dispuesto a atender las sugerencias que en clave de canción me da el dj en mi cabeza. Hay quienes sostienen que los verdaderos amigos son aquellos que se tuvo en la infancia. Yo no era un chico muy popular en la escuela primaria, pero sí tuve un amigo, un verdadero amigo, con quien compartí banco desde primer a séptimo grado, todos los días, todos los recreos, siempre juntos.
Se llamaba ―y supongo que así seguirá llamándose― Rodolfo Pérez Constantín González Gutierrez Gomez Epuyén Robles Sanabria. Sí, los padres lo habían anotado con los apellidos de los ocho bisabuelos. Para no perder tanto tiempo en la tarea de tomar lista, las maestras lo llamaban “Rodolfito”.
Por algún motivo, pensé que el hecho de reencontrarme con mi primer amigo me ayudaría a tomar una decisión respecto a mi futuro; que ver a Rodolfito me permitiría pensar con claridad y determinar si me convenía quedarme en Argentina o partir con destino a tierras rusas.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Día 338 - La pastillita azul

Hoy me desperté cantando “Transparente”, de Las Pelotas. Mi primo Luján, de Luján, sigue sin aparecer y, en consecuencia, yo sigo sin contar con el apoyo de Samuel para tomar la que quizá sea la decisión más trascendental de mi vida. ¿Me voy a vivir en el frío de Rusia con la falsa Lucrecia o me quedo en Argentina, donde recibo el cálido abrigo de mis afectos? Antes de definir mi destino, debía, necesariamente, hablar con mi padre. Con ese objetivo, manejé mi furgonetita Volkswagen hasta la puerta de su casa, sabiendo que lo encontraría con una de sus mujeres, pero sin saber exactamente con cuál de ellas sería, porque no estaba al tanto del día de la semana que tenía asignado cada una.

martes, 3 de diciembre de 2013

Día 337 - Malas sensaciones

Hoy me desperté cantando “Convalecencia en Valencia”, de Bersuit Vergarabat. Convencido de que Vicky no será el poste que me ate al país y me impida zarpar rumbo a tierras rusas, me quedan unos pocos días para evaluar qué es lo que tengo, qué es lo que perdería, y tomar una decisión.
Necesitaba que alguien me ayudara a pensar y recurrí a quien tenía más a mano, a Samuel. Le contó todo acerca de la propuesta de Lucrecia, de mis dudas, de mis sensaciones, de la inminencia del viaje, de la trascendencia de la decisión que debía tomar y le pregunté:
―¿Vos, en mi lugar, qué harías?
―Yo, en tu lugar, me valdría de todos los recursos que tuviera a mi alcance con el fin de encontrar a Luján, que lleva tres días ausente y es como si hubiera estado acá en todo momento. ¡No te veo nervioso! ¡No te veo asustado! ¡No te veo caminar sobre los muros, comiéndote las uñas, llorando en los rincones como sí hago yo!

lunes, 2 de diciembre de 2013

Día 336 - Un espectáculo pornográfico

Hoy me desperté cantando “Blues de la ventana”, de Ciro y los Persas. Tenía una semana para pensar si aceptaría o declinaría la propuesta de la falsa Lucrecia de irme a Rusia con ella para allí entrenarla para su pelea por el título europeo. De repente, la desaparición de Luján había pasado a un segundo plano… para mí; no así para Samuel, que no podía con su alma.
La pregunta que me hacía era la siguiente: “¿estoy en condiciones de dejar todo lo que tengo y todo lo que conseguí en el país por perseguir hasta las frías tierras del vodka el sueño de convertirme en el entrenador de una campeona del mundo?”. La respuesta surgía de manera espontanea e inmediata: “¿Qué es todo lo que tengo? y ¿qué es todo lo que conseguí?”

domingo, 1 de diciembre de 2013

Día 335 - Un bicho afectuoso

Hoy me desperté cantando “Tiempo pa pensá”, de Mala Rodriguez. Samuel está preocupado porque mi primo Luján, de Luján, nunca regresó de la fiesta de disfraces a la que asistió anoche. Traté de tranquilizarlo pero, internamente, me pregunto si no habrá vuelto a irse con sus amigos de la murga itinerante “Los Piantavotos de Ituzaingó”. Se aproxima el verano, que es la estación de mayor actividad para este tipo de agrupaciones y es probable que los primeros calores hayan despertado el deseo dormido de viajar y murguear.
Como Luján nos había acostumbrado, una vez más, a que el desayuno estuviera listo cuando despertábamos, llegamos al acuerdo tácito de no desayunar. Ninguno de los dos estaba en condiciones de encargarse de una preparación tan compleja sin saberlo, por lo menos, con un día de anticipación. Para el almuerzo, sí, saqué cien dólares de debajo del colchón y lo mandé a Samuel a comprar una pizza o unas empanadas.