Hoy me desperté
cantando “La carne”, de Pedro Aznar. Acá estoy, en el frízer de la carnicería
de Rubén Ignacio Fasulo, preparado ya para la tercera y última pasada del
concurso Miss Cola RIF diciembre de 2013. Estoy lleno de confianza. Mi culo de
Jessica Cirio está más firme que nunca. El frío de este lugar acentúa esa
firmeza. Sí, nada de segundos puestos. Esta vez, el título no se me escapa.
Las demás
concursantes son mujeres. Están acá también, son once. Pobrecitas, parecen no
tener conciencia de que no tienen ni la más remota chance de ganar.
La primera
pasada fue en jean y, aunque algunas puedan pensar lo contrario, no debería ser
tenida en cuenta por el jurado al momento de decidir. Un buen jean levanta un
culo caído y lo hace parecer maravilloso. La segunda pasada fue en calzas. Me
puse las que usaba cuando trabajaba en la estación de GNC. Creo que en esa
pasada comencé a ganar el concurso. Fue tan grande la impresión que causé, que
el encargado del edificio de enfrente, que es quien preside el jurado de
notables, se puso de pie, aplaudió e incitó a los otros cuatro a que hicieran
lo mismo. Para guardar la compostura, y supongo que para que las demás no
perdieran expectativas, Rubén Ignacio Fasulo le sugirió que se calmara y
volviera a sentarse.
La tercera y
última pasada será libre. Cada concursante puede desfilar usando lo que se le
antoje, siempre y cuando no exponga partes de su cuerpo que pudieren herir la
sensibilidad del público presente o servir de estímulo a conductas de onanismo
público y espontáneo. Mis once competidoras cayeron, sin excepción, en el lugar
común de ponerse una tanga. Alguna que otra, debo reconocerlo, tiene buen
material, pero no lo suficientemente bueno como para cuestionar mi victoria,
menos si tenemos en cuenta que, mientras ellas harán su pasada engalanadas por
sus minúsculas tangas, yo, que cerraré el desfile por haber sido el último en
inscribirme, haré mi pasada vestido en un traje de carne. Tengo una bata encima
para que nadie pueda verme antes de tiempo. Debajo de la bata, tengo un top
fabricado con dos hamburguesas, que cubren mis tetillas, unidas por una tira de
chorizos que las sujetan a mi cuerpo. Abajo, en lugar de hilo dental, estoy
usando una tanga cuya parte delantera es de papel aluminio. El resto, el
famoso, auténtico y tradicional hilo choricero.
Salieron la primera, la segunda, la tercera, la
cuarta, la quinta, la sexta, la séptima, la octava, la novena y la décima
concursante. Ahora están llamando a la decimoprimera. Ya está, ahora es mi
turno, salgo del frízer, me quito la bata, el cambio de clima me produce un
lento escalofrío que recorre todo mi cuerpo, en la carnicería no cabe un
alfiler, el público, agolpado, me ovaciona; las otras once me miran con recelo;
los miembros del jurado se ponen de pie para recibirme y sumarse al aplauso. Yo
camino con soltura, me adueño del espectáculo, los hago comer de mi mano, no
necesito esperar el veredicto para saber que soy la reina de la carne.
¡Cómo me hubiera gustado estar ahí, Don Natalio! Pero gracias por la tan exquisita descripción del momento en que los miembros del jurado se paran. Me pareció muy lograda.
ResponderEliminarMuchas gracias, Fernando. Fue, junto con la primera victoria de Vicky sobre la Mole Moni, uno de los momentos de mayor satisfacción y éxito en lo que va de mi vida.
EliminarSaludos!