sábado, 14 de diciembre de 2013

Día 348 - La reina de la carne

Hoy me desperté cantando “La carne”, de Pedro Aznar. Acá estoy, en el frízer de la carnicería de Rubén Ignacio Fasulo, preparado ya para la tercera y última pasada del concurso Miss Cola RIF diciembre de 2013. Estoy lleno de confianza. Mi culo de Jessica Cirio está más firme que nunca. El frío de este lugar acentúa esa firmeza. Sí, nada de segundos puestos. Esta vez, el título no se me escapa.
Las demás concursantes son mujeres. Están acá también, son once. Pobrecitas, parecen no tener conciencia de que no tienen ni la más remota chance de ganar.

La primera pasada fue en jean y, aunque algunas puedan pensar lo contrario, no debería ser tenida en cuenta por el jurado al momento de decidir. Un buen jean levanta un culo caído y lo hace parecer maravilloso. La segunda pasada fue en calzas. Me puse las que usaba cuando trabajaba en la estación de GNC. Creo que en esa pasada comencé a ganar el concurso. Fue tan grande la impresión que causé, que el encargado del edificio de enfrente, que es quien preside el jurado de notables, se puso de pie, aplaudió e incitó a los otros cuatro a que hicieran lo mismo. Para guardar la compostura, y supongo que para que las demás no perdieran expectativas, Rubén Ignacio Fasulo le sugirió que se calmara y volviera a sentarse.
La tercera y última pasada será libre. Cada concursante puede desfilar usando lo que se le antoje, siempre y cuando no exponga partes de su cuerpo que pudieren herir la sensibilidad del público presente o servir de estímulo a conductas de onanismo público y espontáneo. Mis once competidoras cayeron, sin excepción, en el lugar común de ponerse una tanga. Alguna que otra, debo reconocerlo, tiene buen material, pero no lo suficientemente bueno como para cuestionar mi victoria, menos si tenemos en cuenta que, mientras ellas harán su pasada engalanadas por sus minúsculas tangas, yo, que cerraré el desfile por haber sido el último en inscribirme, haré mi pasada vestido en un traje de carne. Tengo una bata encima para que nadie pueda verme antes de tiempo. Debajo de la bata, tengo un top fabricado con dos hamburguesas, que cubren mis tetillas, unidas por una tira de chorizos que las sujetan a mi cuerpo. Abajo, en lugar de hilo dental, estoy usando una tanga cuya parte delantera es de papel aluminio. El resto, el famoso, auténtico y tradicional hilo choricero.
Salieron la primera, la segunda, la tercera, la cuarta, la quinta, la sexta, la séptima, la octava, la novena y la décima concursante. Ahora están llamando a la decimoprimera. Ya está, ahora es mi turno, salgo del frízer, me quito la bata, el cambio de clima me produce un lento escalofrío que recorre todo mi cuerpo, en la carnicería no cabe un alfiler, el público, agolpado, me ovaciona; las otras once me miran con recelo; los miembros del jurado se ponen de pie para recibirme y sumarse al aplauso. Yo camino con soltura, me adueño del espectáculo, los hago comer de mi mano, no necesito esperar el veredicto para saber que soy la reina de la carne.

2 comentarios:

  1. ¡Cómo me hubiera gustado estar ahí, Don Natalio! Pero gracias por la tan exquisita descripción del momento en que los miembros del jurado se paran. Me pareció muy lograda.

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    1. Muchas gracias, Fernando. Fue, junto con la primera victoria de Vicky sobre la Mole Moni, uno de los momentos de mayor satisfacción y éxito en lo que va de mi vida.
      Saludos!

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