Hoy me desperté
cantando “Rock”, de Kapanga. Ayer, por decisión unánime de los cinco miembros
del jurado de notables, fui declarado campeón de la primera edición del
concurso Mis Cola RIF, organizado y patrocinado por la carnicería de Rubén
Ignacio Fasulo. A modo de celebración ―no sólo por mi triunfo, sino porque
además habíamos reunido el dinero necesario para pagar la fianza de mi primo
Luján, de Luján―, cenamos las hamburguesas y los chorizos con los que había
confeccionado el traje de baño con el que realicé la pasada consagratoria.
Esta mañana, a
primera hora, partimos en la furgonetita Volkswagen rumbo al penal en el que
tenían guardado a mi primo. Tuvimos que esperar más de una hora para que nos
abrieran el portón y otras dos horas para que uno de los guardias se dignara a
atendernos.
―Hoy no es día
de visitas ―nos dijo y volvió a irse por donde había aparecido sin darnos
oportunidad de explicarle cuál era el motivo de nuestra presencia.
A los pocos
minutos, regresó y, tras comprobar que permanecíamos ahí, volvió a marcharse
para luego regresar y entregarnos una lista en la que figuraban los precios de
las visitas fuera de lugar de acuerdo al lapso durante el cual quisiéramos ver
a Luján. Costaban cien pesos los diez minutos, quinientos los quince, mil los
veinte, dos mil la media hora, tres mil los cuarenta y cinco minutos, cuatro
mil la hora y cinco mil la visita conyugal.
―¿Cuánto están
dispuestos a pagar? ―nos preguntó el guardia luego de que nosotros le
hubiéramos echado un vistazo a la lista de precios.
Samuel me miró a
los ojos buscando algún tipo de aprobación vaya uno a saber para qué clase de
idea. Me hice el desentendido y le expliqué al guardia que en realidad
estábamos ahí para pagar la fianza y llevarnos a Luján con nosotros.
―Hoy es domingo ―nos
dijo.
―Sí, ya sabemos ―le
respondió Samuel.
―¿Y entonces? ¿Qué
hacen por acá?
―Como acabo de
explicarle, señor oficial ―le dije―, venimos con intención de pagar la fianza de uno de
sus prisioneros, para que lo liberen y volver con él a casa.
―Hoy es domingo ―repitió
el oficial.
―¡Sí, ya nos
dijo que es domingo! ―dijo Samuel, que comenzaba a perder la calma― ¿Será mucho
solicitar que nos cobre la fianza y nos traiga a Luján?
―Negativo ―dijo
el oficial.
―¿Por qué? ―le
pregunté.
―Porque es
domingo y la salida bajo fianza sólo puede ser tramitada en días hábiles.
Ya en la
furgonetita, de regreso a casa, Samuel me atacó e intentó quitarme los cinco
mil pesos. Haciendo un gran esfuerzo, me detuve en la banquina, me lo quité de
encima, lo inmovilicé y lo retuve hasta que estuvo tranquilo. Entonces me pidió
disculpas, me confesó que no aguantaba más, que no veía la hora de
reencontrarse con Luján y que había pensado en quitarme el dinero, saltar del
vehículo y regresar al penal para pagar lo que fuera necesario para pasar un
rato con mi primo.
―Tranquilo ―le
dije yo―, mañana volvemos y lo sacamos. Es un día nada más. Hay que armarse de
paciencia.
Bueno, es fácil hablar con el diario del lunes en la mano, pero estaba visto que esto iba a terminar para el culo.
ResponderEliminarEl diario del lunes... terminar para el culo... No me quiero imaginar desde dónde nos estarás hablando, Fernando.
EliminarSaludos!
Hacés bien en no imaginar, Don Natalio, el diario lo estoy leyendo en el celular, y no hay más papel....
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