miércoles, 11 de diciembre de 2013

Día 345 - Empezaría como activo

Hoy me desperté cantando “La noche te trae sorpresas”, de Ricardo Arjona. Durante unos minutos, contemplé seriamente la posibilidad de meterme un taladro en la sien y, a riesgo de ponerle fin a la mía, terminar de una vez con la vida del turro del dj en mi cabeza, que sabe que este diciembre es un mes crucial, sabe que mis nervios aumentan a medida que el fin de año se aproxima y, aun así, me hace despertar cantando temas de Ricardo Arjona en días consecutivos.
Si yo estaba nervioso, ni siquiera quería imaginarme cómo lo encontraría a Samuel luego de que mi padre se hubiera negado a devolverme parte del dinero que, por derecho, me correspondía y de la consecuente imposibilidad de pagar la fianza de mi primo Luján, de Luján. Mi instinto detectivesco me decía que estaría muy triste, desanimado, deshecho… Fue todo lo contrario. Nunca lo había visto tan enérgico y activo. No había terminado de cantar y él ya estaba diciéndome que algo tendríamos que hacer con el fin de juntar el dinero, que no iba a admitir que nos quedáramos de brazos cruzados, que Luján estaba sufriendo, que éramos dos insensibles, que si era necesario iría a hablar con el comisario y se ofrecería a cubrir el lugar de Luján con la condición de que lo liberaran.

―¿Qué seccional tiene el caso? ¿Qué seccional tiene el caso? ―gritaba como un loco.
―Tranquilo ―le dije yo―. ¿Cuán difícil puede ser para nosotros, dos tipos preparados, juntar cinco mil pesos? ¿Cuánto nos puede llevar?
―No sé. ¿Qué se te ocurre? ―me preguntó.
―¡Juntar las cinco lucas y pagar la fianza! ―dije con entusiasmo.
―¡Ya sé, boludo! La cuestión es cómo vamos a hacer.
―¡Ah!, ni idea ―le dije―. Luján es el que suele tener buenas ideas.
―Yo tengo una idea ―me dijo y, tomándome por el hombro, hizo que me diera vuelta―. A ver, bajate los lienzos.
Un día atrás había vivido una confusa experiencia con mi viejo y, como consecuencia de un mal entendido, habíamos terminado los dos desnudos y abrazados sobre su cama. Ahora, en este caso, no percibía ninguna posibilidad de doble interpretación. Samuel había hecho que me diera vuelta y me estaba pidiendo que me bajara los pantalones.
―Me parece que no es momento ―le dije―, y tampoco es la manera de pedirle a un amigo un favor de esta naturaleza. Aunque a veces me invadan las dudas, me considero heterosexual, y si algún día decidiera probar (no digo que esté pensando en hacerlo), empezaría como activo y no como pasivo.
―¡No, Natalio! ¡Entendiste cualquier cosa! Además, ningún homosexual hecho y derecho se interesaría en tu cola, que tiene la forma de la de una mina.
―Y ¿entonces?
―Entonces bajate los lienzos así veo tu culo. Confiá en mí.
Tras dudarlo, decidí confiar y le hice caso.
―Buena forma ―dijo y posó una de sus manos sobre una de mis nalgas―… Buena consistencia, buena reacción al cacheteo, buena vibración…
―¿Aunque sea podrías decirme por qué carajo me estás manoseando el culo? ―le pregunté.
―Se acerca el verano, Natalio, y se vienen los concursos Miss Cola Reef. Una buena chance de ganar dinero fácil. Volvé a vestirte nomás. Cuidemos esas nalgas, que son las que van a sacar a Luján de la cárcel.

4 comentarios:

  1. Esto yo ya lo ví, esto ya lo escuché....

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    1. ¿De verdad, Fernando? ¿Habré contado dos veces el mismo día? Espero que no. No quiero volverme tan loco.
      Saludos!

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  2. Jajaja! Me gustó lo del cacheteó...

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    1. Está bien, Anó. No te juzgo. Cada uno encuentra placer como puede, le gusta y le conviene.
      Saludos!

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