Hoy me desperté cantando “Sábado a la noche”, de Juana la Loca y, como el dj en mi cabeza se pasó la semana
haciéndome cantar una canción relacionada con el día en el que estábamos
viviendo, di por hecho que era sábado. Me levanté cerca del mediodía,
descongelé comida para Samuel y para mí, y lo desperté para que almorzáramos. A
las trece y cuarenta y siete sonó mi celular. Era Vicky. Atendí.
—Decime una cosa, pelotudo —me
dijo— ¿pensás hacerme esperar mucho tiempo más?
—¡Epa! ¿Qué pasa? ¿Por qué
tan enojada? —le pregunté.
—¡Ah! ¿Encima de que te
olvidás del almuerzo me tomás el pelo?
—¿Eh? ¡No! ¿Qué? ¿Cómo me
voy a olvidar, corazón? Pero habíamos quedado para mañana, domingo.
—¡Corazón las pelotas! ¡Hoy
es domingo, pelotudo! ¡Vení rápido a buscarme u olvidate de mí! —dijo y me
cortó.