domingo, 23 de junio de 2013

Día 174 - Por regla general

Hoy me desperté cantando “Mediodías con amor”, de Alejandro Lerner. Me levanté con una sensación de apremio consecuencia, creo yo, de la necesidad de encontrar la manera de impedir que la revancha entre Vicky y “La Mole Moni” terminara convirtiéndose en una masacre. Después de desayunar, me bañé y salí a recorrer la ciudad en la furgonetita. Es cuando paseo sin un rumbo fijo cuando se me ocurren las mejores ideas. Bueno, supongo que los domingos la cosa no funciona del todo bien, porque lo único que se me ocurrió fue contactarme con el mimo para que me revelara detalles del entrenamiento de La Mole.
Era muy probable que por ser domingo fuera, en algún momento de la tarde, a hacer su rutina a Plaza Francia, pero yo no estaba en condiciones de esperar tanto tiempo. Necesitaba verlo cuanto antes y sacarme de la cabeza, o pasar al menos a un segundo plano, la preocupación por la integridad física de mi amada. En el conventillo no podía buscarlo, porque ya había estado ahí el viernes y no había sido recibido de la mejor manera. Además, si preguntaba por él, iba a levantar sospechas en relación a mis intenciones y, con justa razón, el rival podría conjeturar que le teníamos miedo. Si el mimo estaba en el conventillo, no me quedaría más remedio que esperarlo en la plaza a la tarde, pero la intuición me decía que posiblemente estuviera en otro lugar con el que yo estaba familiarizado.
Unos minutos antes del mediodía estacioné la furgonetita frente a la casa de mi madre, bajé y toqué timbre. Confirmando mis sospechas, fue el mimo quien abrió la puerta. Se puso pálido al verme… En realidad, me imagino que se habrá puesto pálido, porque, como siempre tiene la cara pintada de blanco, es prácticamente imposible notar las variaciones en su tez. Le extendí la mano para saludarlo y, tras dudarlo, me ofreció la suya. Noté que su guante había estado en contacto con algún tipo de crema. Me limpié la mano en el pantalón y le pregunté por mi vieja. Mediante gestos, me hizo saber que se estaba bañando. Aproveché el que estuviéramos solos y, como quien no quiere la cosa, le pregunté cómo le estaba yendo en el conventillo. Levantó ambos pulgares.
—Y decime, ¿estás colaborando con la preparación de La Mole? —le pregunté.
Siempre me costó interpretar sus señas, pero por sus movimientos creo haber entendido que su participación en el entrenamiento de La Mole se limita a enseñarle a hacer sombra.
—Ah, me imagino que con todo lo que está creciendo —le dije—, Bicicleta no debe querer que pierda agilidad.
El mimo asintió con la cabeza.
—¿Y dónde están comprando los anabólicos? —le dije, tratando de que mi pregunta sonara lo más natural posible para que el mimo creyera que yo sabía y aceptaba lo que en realidad sospechaba y no sabía ni aceptaba, aunque sí sabía, porque bastaba ver el tamaño de La Mole para darse cuenta.
La pregunta lo incomodó, pero antes de que pudiera responderme, mi vieja salió del baño envuelta en un toallón violeta. Una toalla del mismo color cubría sus cabellos.
—¡Mimiiiii! ¿Seguimos con los masajes o almorzamos? —dijo—. ¡Natalio! No te había visto. ¿Qué hacés por acá? ¿No querés quedarte a almorzar?
—No, dejá, ya me iba —le dije y salí de ahí.
Por regla general, siempre que alguien me hace una invitación iniciando la propuesta con la palabra “no”, declino el ofrecimiento. Por regla general, siempre que mi vieja se aparece ante mí envuelta en un toallón y hace referencia a unos masajes que habría estado haciéndole el presunto culpable de la huida de mi padre, me voy a la mierda. Creo que, sumada a la zunga abultada de Arnoldo Jorge Negri, la imagen que vi hoy habrá borrado de mi subconsciente los últimos vestigios del amoroso rostro de Daniel Amoroso.

4 comentarios:

  1. Natalio, tenés razón nadie puede proponerte algo comenzando con una negación, es una contradicción en si misma, jodida tu vieja, saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, Anó, cualquier comentario, sin importar lo crudo que sea, sería un eufemismo para lo que en realidad es mi vieja.
      Saludos!

      Eliminar
  2. Se me ocurre, Don Natalio, que durante el combate, en el público podría haber gente con pancartas con la cara de Daniel Amoroso, para embobar a la Mole Moni cuando le apunte a la cabeza de Vicky.
    Y no estaría mal que Vicky lleve pintada la cara de Amoroso en el protector pectoral.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No estaría mal, Fernando, siempre y cuando La Mole haya sido víctima del lavado de cerebro. De todos modos, mi objetivo principal es el de evitar que la pelea se lleve a cabo. Si no tengo éxito, consideraré tu plan.
      Saludos!

      Eliminar