Hoy me
desperté cantando “Que me pisen”, de Sumo. Anoche, una vez concluido el
entrenamiento, Vicky y yo íbamos a ir a una nueva sesión del Grupo de
Contención y Rehabilitación para Ex Asistentes a Grupos de Ayuda para Gente con
Problemas Pelotudos, pero como está muy abocada a su entrenamiento y estaba tan
agotada, decidí que lo mejor sería que descansara bien. La llevé hasta su casa
y fui solo a la reunión.
La pelea de
Vicky me tiene muy preocupado, más tras haber visto el tamaño de “La Mole Moni”.
Tan preocupado estoy, que en lugar de ayudar a los Pelotudos con sus Problemas,
dediqué la hora entera a hablarles acerca de mis miedos e inseguridades. El
estado de ensimismamiento en el que me encontraba, me impidió prestar atención
a lo que hacían mientras yo hablaba, y recién al finalizar la sesión noté que
la mayoría de los asistentes se habían marchado y que sólo permanecían allí el
Pelotudo Irónico, cuyo nombre es Pascual, y el Pelotudo Superficial, cuyo
nombre es Baldomero.
—Muy
interesante la charla —dijo Pascual y me extendió su mano—. Aprendí muchas
cosas y me siento mucho más preparado para salir de acá y enfrentar la vida con
una nueva actitud. Sinceramente, no tengo más que palabras de agradecimiento
para vos, Don Natalio.
Les pregunté
si seguían viviendo en la esquina de la Avenida Corrientes en la que se
encontraba el afiche gigantesco de Daniel Amoroso o si, por el contrario,
habían conseguido regresar a sus respectivos hogares. Ambos respondieron por la
primera opción y rechazaron mi ofrecimiento de llevarlos en la furgonetita.
Camino al monoambiente, por primera vez desde que firmamos el contrato de la
revancha, mi preocupación se centró en algo distinto a la salud de Vicky.
Pensaba que alguien deberá encontrar un lugar para que vivan estos Pelotudos a
los que sus Problemas los hicieron abandonar sus respectivos hogares y hasta,
en algunos casos, a sus familias. Sí, deberíamos fundar un Hogar para Pelotudos
en Rehabilitación… Pero, ¿dónde? Yo no tengo ni el lugar ni los recursos para
emprender un proyecto de esa magnitud.
Esta mañana
desperté algo exaltado. Anoche dormí mal. Pesadillas recurrentes en las que
Vicky era brutalmente lastimada por La Mole interrumpieron mi sueño de manera
abrupta en más de una ocasión. Sé que ya la vencimos una vez, pero en aquella
ocasión teníamos algunas ventajas que ahora resignamos. En primer lugar, la
primera fue una pelea corta, pautada a tres rounds; la revancha, que constará
de diez, puede llegar a resultar demasiado extensa para su pobre condición
física. En segundo lugar, en aquella ocasión Vicky usó guantes de cocina, que
son más finos que los profesionales que usará esta vez y, en consecuencia,
hacen que sus golpes hagan un daño mayor. Por último, esta vez no usarán cascos
protectores, por lo que los golpes de La Mole que impacten en la cabeza de mi
amada pueden causarle daños irreparables.
Sí, ya está
decidido: tengo que encontrar una manera decorosa de suspender esta pelea,
caiga quien caiga y cueste lo que cueste.
Natalio, tenés qué ordenar tus problemas según el orden de prioridades y encararlos de a uno, ya sabes «el que mucho abarca poco aprieta», saludos
ResponderEliminarNo, te juro que no sabía, Anó. Entonces, la solución a mis problemas sería no enfrentarlos.
EliminarSaludos!