jueves, 20 de junio de 2013

Día 171 - Caiga quien caiga

Hoy me desperté cantando “Que me pisen”, de Sumo. Anoche, una vez concluido el entrenamiento, Vicky y yo íbamos a ir a una nueva sesión del Grupo de Contención y Rehabilitación para Ex Asistentes a Grupos de Ayuda para Gente con Problemas Pelotudos, pero como está muy abocada a su entrenamiento y estaba tan agotada, decidí que lo mejor sería que descansara bien. La llevé hasta su casa y fui solo a la reunión.
La pelea de Vicky me tiene muy preocupado, más tras haber visto el tamaño de “La Mole Moni”. Tan preocupado estoy, que en lugar de ayudar a los Pelotudos con sus Problemas, dediqué la hora entera a hablarles acerca de mis miedos e inseguridades. El estado de ensimismamiento en el que me encontraba, me impidió prestar atención a lo que hacían mientras yo hablaba, y recién al finalizar la sesión noté que la mayoría de los asistentes se habían marchado y que sólo permanecían allí el Pelotudo Irónico, cuyo nombre es Pascual, y el Pelotudo Superficial, cuyo nombre es Baldomero.

—Muy interesante la charla —dijo Pascual y me extendió su mano—. Aprendí muchas cosas y me siento mucho más preparado para salir de acá y enfrentar la vida con una nueva actitud. Sinceramente, no tengo más que palabras de agradecimiento para vos, Don Natalio.
Les pregunté si seguían viviendo en la esquina de la Avenida Corrientes en la que se encontraba el afiche gigantesco de Daniel Amoroso o si, por el contrario, habían conseguido regresar a sus respectivos hogares. Ambos respondieron por la primera opción y rechazaron mi ofrecimiento de llevarlos en la furgonetita. Camino al monoambiente, por primera vez desde que firmamos el contrato de la revancha, mi preocupación se centró en algo distinto a la salud de Vicky. Pensaba que alguien deberá encontrar un lugar para que vivan estos Pelotudos a los que sus Problemas los hicieron abandonar sus respectivos hogares y hasta, en algunos casos, a sus familias. Sí, deberíamos fundar un Hogar para Pelotudos en Rehabilitación… Pero, ¿dónde? Yo no tengo ni el lugar ni los recursos para emprender un proyecto de esa magnitud.
Esta mañana desperté algo exaltado. Anoche dormí mal. Pesadillas recurrentes en las que Vicky era brutalmente lastimada por La Mole interrumpieron mi sueño de manera abrupta en más de una ocasión. Sé que ya la vencimos una vez, pero en aquella ocasión teníamos algunas ventajas que ahora resignamos. En primer lugar, la primera fue una pelea corta, pautada a tres rounds; la revancha, que constará de diez, puede llegar a resultar demasiado extensa para su pobre condición física. En segundo lugar, en aquella ocasión Vicky usó guantes de cocina, que son más finos que los profesionales que usará esta vez y, en consecuencia, hacen que sus golpes hagan un daño mayor. Por último, esta vez no usarán cascos protectores, por lo que los golpes de La Mole que impacten en la cabeza de mi amada pueden causarle daños irreparables.

Sí, ya está decidido: tengo que encontrar una manera decorosa de suspender esta pelea, caiga quien caiga y cueste lo que cueste.

2 comentarios:

  1. Natalio, tenés qué ordenar tus problemas según el orden de prioridades y encararlos de a uno, ya sabes «el que mucho abarca poco aprieta», saludos

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    1. No, te juro que no sabía, Anó. Entonces, la solución a mis problemas sería no enfrentarlos.
      Saludos!

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