jueves, 28 de febrero de 2013

Día 59 - Los paracaidistas

Hoy me desperté cantando “A primeira vista”, de Chico César. Anoche, para no repetir un papelón como el de ayer, dormí vestido de traje. Desde la puerta de la habitación que tan amablemente le cedí, Vicky, la manicura antropófaga, me miraba embelesada mientras yo le declaraba mi amor cantando en portugués. Una vez concluida la canción, me pidió que sacara la basura y que fuera a comprar unos cuadritos, porque quería colgar algunas fotos suyas en la pared. Sí, definitivamente, la loca de los guantes de cocina se está apropiando de mi departamento.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Día 58 - Pequeñas delicias de la vida conyugal

Hoy me desperté cantando “Provócame”, de Chayanne. Me levanté de un salto y, vestido en calzoncillo y musculosa, acompañé el canto con el baile característico de la canción. Vicky, que está viviendo conmigo porque se peleó con su padre, me miraba asombrada desde la puerta de la habitación que tan amablemente le cedí y acompañaba mis movimientos negando con la cabeza y contrayendo los labios. Creo que a cada minuto que pasa, su respeto hacia mí disminuye. Ya lo decidí: mientras ella viva en mi departamento, voy a dormir vestido.
Ni bien concluí mi coreografía, me indicó que quitara las sábanas y guardara el colchón en el que había dormido. Al principio me ilusioné con la idea de que su pedido se debía a que a partir de la próxima noche dormiríamos juntos, pero mi ilusión fue despedazada por la pregunta que me haría unos segundos más tarde:

martes, 26 de febrero de 2013

Día 57 - Nuestro primer velorio

Hoy me desperté cantando “Vivo per lei”, versión de Andrea Bocelli a dúo con Giorgia. Sí, Vicky se quedó a dormir y la cantamos juntos. Yo hacía las partes de Bocelli y, aunque me esforcé, no pude abrir los ojos hasta que no terminó la canción. Salvo que sea literal el sentido de la frase que dice que un caballero no tiene memoria, entre Vicky y yo no pasó nada. Se quedó a dormir, en parte, porque ayer tuvimos nuestro primer trabajo en el proyecto del salón de belleza en los velorios y terminamos muy tarde, pero fundamentalmente porque su padre se opuso a que se sumara al emprendimiento y tuvieron una fuerte discusión. Como buen desmemoriado que soy, le ofrecí mi cama y dormí en el colchón que mi primo Luján, de Luján, usó durante su estadía en mi departamento. Todavía lo extraño.

lunes, 25 de febrero de 2013

Día 56 - Celoso del viento

Hoy me desperté cantando “El tiempo no para”, versión de Bersuit Vergarabat. Tal como habíamos acordado, esta mañana pasé a buscar a la antropófaga Vicky y fuimos a visitar a Christian con “h” muda, mi socio en el proyecto del salón de belleza en los velorios, a la morgue judicial. Como, de tanto ir, los guardias ya me conocen, pasamos directamente y nos dirigimos por ascensor rumbo al tercer subsuelo. Ahí estaba Christian, sentado como siempre en su cuartito lúgubre, entre las dos camillas sobre las que reposaban dos cuerpos cubiertos por sendas sábanas blancas. Ni bien nos vio entrar, dando muestras de una energía poco habitual en él, se puso de pie de un salto y caminó presuroso hacia nosotros. Me estrechó la mano con indiferencia y, dándome la espalda, tomó la mano de Vicky, se hincó y le besó el guante. Ahora resulta que este turro se convirtió en un caballero.

domingo, 24 de febrero de 2013

Día 55 - La dama y el vagabundo


Hoy me desperté cantando “Te quiero tanto”, de Sergio Denis, y mientras cantaba me corría, compulsivamente, el pelo hacia atrás. Anoche, a eso de las nueve y media, la pasé a buscar a la antropófaga Vicky para llevarla a cenar. Estaba hermosa, con un vestidito suelto que combinaba con sus guantes de cocina. Se había quitado los que le había regalado yo y había vuelto a ponerse los que usaba siempre. Quería quedar bien y había decidido llevarla a un restorán en Las Cañitas, pero investigando un poco los precios de la zona caí en la cuenta de que para poder pagar algo así tendría que vender el hígado y un riñón. Preferí conservar mis órganos y pensé en una opción alternativa.
Aunque no me gusta deberle favores a un tipo jodido como él, le pedí al encargado de mi edificio la llave de la terraza y llamé al taxista culinario, uno de mis socios en el proyecto de El Pasea Porros, para pedirle que me preparara una cena para dos personas. Le aclaré que no podríamos utilizar las manos y que comeríamos al aire libre. Cuando me trajo la cena, aproveché su presencia y le pedí que me llevara en su taxi a buscar a Vicky. Llegamos a mi edificio, me despedí de mi socio y subí con Vicky a la terraza. Había preparado una mesa con velas y un mantel blanco y, para que ella no se sintiera incómoda, yo también me puse un par de guantes de cocina. Así comeríamos en igualdad de condiciones.

sábado, 23 de febrero de 2013

Día 54 - El hombre sin nombre


Hoy me desperté cantando “Nice guys finish last”, de Green Day. En mi cabeza seguía dando vueltas la misteriosa figura del moderador del Grupo de Ayuda para Gente con Problemas Pelotudos. ¿Qué sé acerca de él? Prácticamente nada. Ni su nombre, ni su edad, ni su estado civil, ni dónde vive, nada. Aun así, traté de averiguar algo en internet, pero con tan poca información resulta imposible. Tampoco encontré mucho acerca de terapias alternativas como la de nuestro grupo. Ni siquiera en Taringa, que es a las dudas lo que era antes de la inflación un todo por dos pesos para alguien que se había ido de vacaciones y se había olvidado el shampoo, el dentífrico y la crema de enjuague.

viernes, 22 de febrero de 2013

Día 53 - Un tipo perverso y retorcido

Hoy me desperté cantando “Búsquenla”, de Los Tipitos. Ayer estuve llamando a Vicky, la loca de los guantes de cocina, hasta altas horas de la madrugada. Esta mañana insistí un poco más. Sé que si no está su padre no atiende el celular, porque se niega a quitarse los guantes, pero no puedo sacarme de la cabeza la imagen de ella deambulando sola por la ciudad. Ahora que, por mi culpa, se reactivó su apetito voraz por las uñas, temo que cometa alguna locura. Para colmo, hoy tengo la tercera asamblea con los taxistas con los que me asocié para el proyecto de “El Pasea Porros”. No sé si me habré levantado con el pie pesimista, pero cada vez le tengo menos fe a esta sociedad. Me da la impresión de que estos tipos se la pasan debatiendo acerca de la mejor manera de cambiar el mundo pero, cuando llega el momento de entrar en acción, se quedan en las palabras. De todos modos, no voy a dejar que un mal día condicione mi juicio. Son mis socios, son taxistas con matrícula de abogado, contador, escribano y chef internacional, confío ciegamente en ellos.

jueves, 21 de febrero de 2013

Día 52 - Las uñas del rencor

Hoy me desperté con un fuerte dolor de cabeza y un ardor insoportable en la punta de los dedos, cantando “Todavía una canción de amor”, de Los Rodriguez. Anoche, después de haber entrenado durante varias horas en el gimnasio en el que convertí mi departamento, Vicky, la loca de los guantes de cocina, tomó una ducha y se quedó a cenar. Con la excusa de repasar algunos movimientos pugilísticos, tenía pensado demorarla un buen rato después de comer para, cuando fuera demasiado tarde, invitarla a dormir sin que quedaran en evidencia mis verdaderas intenciones. Para mi sorpresa, Vicky tenía otros planes, o los mismos que yo, pero sin la necesidad de andar urdiendo estrategias estúpidas.
Ni bien terminó de bañarse, salió del baño y me pidió que le prestara una remera y un pantalón corto. Un toallón le cubría el cuerpo, tenía el pelo envuelto en una toalla y llevaba puestos los guantes de cocina que le había regalado. Afectado por una tartamudez repentina, le dije que buscara en mi habitación.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Día 51 - Tesón y talento


Hoy me desperté cantando “Siguiendo la luna”, de Los Fabulosos Cadillacs. Con el objetivo de llenar el vacío que me produjo la partida de mi pirmo Luján, de Luján, y ya pensando en iniciar las gestiones para organizar su pelea contra la falsa Lucrecia, anoche la llamé a Vicky, la loca de los guantes de cocina, y le pedí que viniera a mi gimnasio-departamento después del mediodía. Esta mañana, a eso de las diez, caminé hasta el shopping y entré a uno de esos locales que venden cosas tan originales como innecesarias: ceniceros con forma de inodoro, heladeras miniatura en las que no entra ni un sobre de mayonesa, almanaques en código Morse, portarretratos polarizados y tantas otras cosas. Ahí había visto, algunas semanas atrás, un par de guantes de cocina que simulaban ser guantes de boxeo y se me ocurrió comprárselos a Vicky para iniciar la transición hacia los guantes deportivos.

martes, 19 de febrero de 2013

Día 50 - Lucrecia, la invicta

Hoy me hubiese gustado despertarme cantando “No te dejes desanimar”, de La Máquina de Hacer Pájaros. Si el dj en mi cabeza sintiera algo de afecto por mí, no habría tenido inconvenientes en satisfacer mi deseo. Pero no. En lugar de eso me desperté cantando “Lluvia cae”, de Enrique Iglesias. A éste el padre lo debe haber hecho con el perfil que no muestra.
Siguiendo el consejo de mi terapeuta amigo, tomé las medidas necesarias para pasar la mayor parte del tiempo en compañía de otras personas. Mi departamento estaba bastante desordenado y necesitaba que alguien limpiara la mancha que había quedado impresa en la pared de mi dormitorio como consecuencia de mi exabrupto del día de San Valentín, cuando, gobernado por la ira, arrojé la bandeja del desayuno. Ayer, ni bien volví de terapia, llamé a la agencia de servicios de limpieza a domicilio a la que había llamado a mediados de enero y pedí que volvieran a enviarme a la falsa Lucrecia. Esta mañana, a las siete y cuarto, sonó el timbre.

lunes, 18 de febrero de 2013

Día 49 - El nido vacío

Hoy me desperté cantando “El pájaro vio el cielo y se voló”, de Los Auténticos Decadentes. Por segundo día consecutivo me desperté deprimido, sin ganas de hacer nada y sin poder explicarme por qué mi primo Luján, de Luján, me había abandonado para ir a conocer el mundo con la murga itinerante “Los Piantavotos de Ituizangó”. De repente era consciente de que, a pesar de mis cinco socios, de Vicky y los demás Pelotudos del Grupo, de mi vieja y mis ocho hermanos, estaba solo en el mundo. En años anteriores, una revelación de este calibre me habría valido cinco días de cama, pero ahora, con tantos proyectos en plena etapa de desarrollo, no podía dejarme estar.
Como una cicatriz abierta, la pared de mi dormitorio sigue exhibiendo la mancha que le imprimí el día de San Valentín, cuando arrojé con vehemencia la bandeja del desayuno porque, erróneamente, pensé que Luján me había hecho una torta con forma de culo. Observé la mancha con detenimiento y la vi parecida a las que componen el test de Rorschach, ese que te hacen en las entrevistas de trabajo después de hacerte dibujar un hombre bajo la lluvia y un árbol. La mancha admitía una única interpretación posible: tenía que ir a visitar a mi terapeuta amigo.

domingo, 17 de febrero de 2013

Día 48 - Chau Luján de Luján


Hoy me desperté cantando “Cuando ya me empiece a quedar solo”, de Sui Generis. Esta vez no hubo dúo. Tuve que cantar yo solo. Ayer tuve la brillante idea de salir con “mi primo Luján”, el Esclavito Contento, Empleado del Mes Enero 2013. Como, por cuestiones contractuales, no podía quitarse el uniforme de Burger King, había decidido llevarlo a una fiesta de disfraces. Ya era tarde cuando caí en la cuenta de que yo también debía disfrazarme, por lo que me vi en la obligación de improvisar algo con las cosas que tenía en casa. Hice la más fácil: agarré una sábana, le hice dos agujeros y me convertí en fantasma. Mi disfraz iba a tono con el de Luján, porque Christian, mi socio en el proyecto del salón de belleza en los velorios, lo había maquillado dándole a su rostro un aire mortecino.

sábado, 16 de febrero de 2013

Día 47 - Esta noche es la noche


Hoy me desperté cantando “No me ames”, versión a dúo de Jennifer Lopez y Marc Anthony. Yo cantaba las partes de Jennifer. “Mi primo Luján”, el Esclavito Contento, Empleado del Mes Enero 2013, que ingresó al dormitorio cargando la bandeja con el desayuno, cantaba las partes de Marc. Desde aquel día en el que nos habíamos conocido, no había vuelto a saber de Christian con “h” muda, quien iba a ser mi socio en el emprendimiento del salón de belleza en los velorios. Lo llamé al celular y me dijo que estaba trabajando, que fuera a visitarlo al tercer subsuelo de la morgue judicial. Acepté la invitación y le pedí que avisara en la puerta que iba a ir junto a otra persona para evitar inconvenientes con el guardia de turno. Antes de salir, le pregunté a Luján si el contrato que nos vinculaba ponía algún reparo a posibles cambios de aspecto.
—No —me respondió— ¿por qué?
—No importa. Ya te vas a enterar —le dije—. Vení, acompañame, que vamos a visitar a mi socio.

viernes, 15 de febrero de 2013

Día 46 - El papa móvil

Hoy me desperté cantando “Love song”, versión a dueto de Prince y Madonna. A esta altura debería decir “nos despertamos cantando”, porque, como todas las mañanas desde que apareció en mi vida, “mi primo Luján”, el Esclavito Contento, Empleado del Mes Enero 2013, se presentó en mi habitación con la bandeja del desayuno y se puso a cantar conmigo. Como era de esperarse, para alimentar en mí el temor de haber sido sodomizado por un púber disfrazado del chef de los boy scout, el dj en mi cabeza decidió que yo interpretara las partes de Madonna y mi primo Luján, las partes de Prince.
Al mediodía partimos rumbo a la estación de GNC en la que tendría lugar la segunda asamblea con los cuatro taxistas que habían conformado mi grupo de asesores y ahora son mis socios en el proyecto de “El Pasea Porros”. Llegamos y ahí estaban los cuatro, sentados a la mesa de siempre, manteniendo una charla distendida en la que cada uno postulaba al que consideraba el mejor candidato para suceder a Benedicto XVI en el papado. Aprovechando la temática eclesiástica, el taxista culinario compartió con el resto una receta para preparar hostias gracias a la cual, de acuerdo a sus palabras, “varios ateos se replantearían unas cuantas cosas”.

jueves, 14 de febrero de 2013

Día 45 - El virgen de Luján

Hoy me desperté cantando “Hola Don Pepito”, de Gaby, Fofó y Miliki. Al principio me puse contento, porque la canción reforzaba aún más la elección de “Don” como mi primer nombre. Ni bien empecé a cantar, “mi primo Luján”, el Esclavito Contento, Empleado del Mes Enero 2013, ingresó a mi habitación cargando la bandeja del desayuno. Por lo visto, ya lo tenía listo y estaba esperando a que me despertara para traérmelo. Cuando llegó la parte dialogada, yo canté la parte de Don José y él, la parte de Don Pepito. Concluida la canción, me acercó la bandeja. Me había preparado un café con leche y una torta rosa, pequeña, con forma de culo. Era evidente que ese muchachito tenía una fijación con mi culo de Jessica Cirio, por lo que, para sentar un precedente, arrojé con furia la bandeja contra la pared. Sí, rompí una taza y un plato, y tal vez hasta tenga que volver a pintar el dormitorio, pero ese degenerado lo va a pensar dos veces antes de mirarme el culo. Le dije unas cuantas verdades y él, al borde de las lágrimas, tratando de juntar del piso los restos de mazapán, me dijo:
—¡Pero no!, ¡qué culo ni culo! La estabas viendo al revés, era una torda con forma de corazón. ¡Hoy es San Valentín!

miércoles, 13 de febrero de 2013

Día 44 - Catadores de cannabis

Hoy me desperté cerca del mediodía cantando “Olvídame y pega la vuelta”, de Pimpinela. La de anoche fue una noche muy larga, por lo que “mi primo Luján”, el Esclavito Contento, Empleado del Mes Enero 2013, no se levantó a preparar el desayuno. Eso sí, ni bien empecé a cantar en falsete procurando imitar la voz de Lucía, él se acercó hasta mi cama y comenzó a responderme cantando, con voz sumamente grave, las partes de Joaquín.
Ayer, ni bien Vicky se fue de mi gimnasio-departamento, me acerqué al Esclavito Contento y le dije que mientras estuviera a mi servicio (hasta el mediodía del próximo lunes), lo presentaría ante las demás personas como mi primo Luján, de Luján.
—¿No puedo ser de Bernal? —me preguntó— Parezco un pelotudo si soy Luján de Luján.

martes, 12 de febrero de 2013

Día 43 - La resurrección de Luján


Hoy me desperté cantando “El Celador”, de Ignacio Copani. La letra hace que Pipo Cipolatti parezca Pablo Neruda. A las siete de la mañana el Esclavito Contento, Empleado del Mes Enero 2013 en un local de Burger King, me despertó y me trajo el desayuno a la cama. Se nota que tenemos cierta afinidad, porque yo cantaba las partes de la canción en las que habla el celador y él me respondía cantando las partes que corresponden a la respuesta de los estudiantes. Concluida nuestra opereta casera, le agradecí por el gesto, aunque me vi en la obligación de reprenderlo y pedirle que no volviera a despertarme antes de las diez de la mañana. Ya que estaba levantado, aproveché para darle los últimos retoques a mi departamento devenido en gimnasio. Había puesto la escaladora en el centro de la sala, para que resaltara, y en un rincón había colgado una bolsa de residuo dentro de la cual había metido una almohada y dos almohadones. Para disimular y asemejarla un poco más a una bolsa de boxeo, le pegué algunas calcomanías. Sí, nada como un buen sticker de Mickey Mouse para transformar una bolsa de residuo en una bolsa de boxeo.

lunes, 11 de febrero de 2013

Día 42 - Mi último boy scout


Hoy me desperté cantando “Bombtrack”, de Rage Against the Machine, y al ritmo de la música hacía movimientos dignos de una clase de gimnasia o aerobics. En su nueva modalidad de ayuda memoria, el dj en mi cabeza me recordaba que tenía que convertir mi casa en un gimnasio para mañana, martes, recibir a Vicky, la loca de los guantes de cocina. El éxito de mi misión dependía del armado de la escaladora que compré el 12 de enero y que recuperé de las garras del Gigante Musculoso el 15 del mismo mes. Ya había comprobado, y en más de una ocasión, que yo no estaba capacitado para ensamblar las piezas de ese aparato infernal. Necesitaba encontrar la manera de armarla sin perder mucho tiempo ni gastar demasiado dinero. Pensé en llamar a la falsa Lucrecia, la ucraniana que conocí aquel 15 de enero, para que viniera a limpiar y armara, de paso, la escaladora. Pero hoy es feriado y di por hecho que, en caso de acceder a venir, iba a cobrarme fortunas. Por suerte, se me ocurrió un plan alternativo.

domingo, 10 de febrero de 2013

Día 41 - La llamada

Hoy me desperté cantando “Olvídala”, de Los Palmeras. No sé si el dj en mi cabeza está tratando de instalar en mi conciencia la idea de que voy a perder a Vicky o si se proponía recordarme que debía llamarla para coordinar su visita al gimnasio que todavía no tengo. Sin pretender determinar cuál era la opción correcta, le agradecí al dj por el recordatorio y marqué el número de Vicky en mi celular. No me atendió. Sonó y sonó hasta que saltó el contestador. Preferí no dejarle ningún mensaje e insistir más tarde. Todavía no eran las ocho de la mañana de un domingo previo a dos feriados. Lo más probable era que estuviera durmiendo. Ocho y cuarto insistí. Tampoco me atendió. Probé una vez más a las ocho y veintiocho, pero tuve la misma suerte. Llamé otras dieciséis veces antes de las nueve, pero nadie atendió. A esa altura, el celular de Vicky registraba diecinueve llamadas pérdidas. Decidí que lo mejor sería dejar pasar un buen rato y volver a intentar más tarde.

sábado, 9 de febrero de 2013

Día 40 - El mejor de los siete


Hoy me desperté cantando “La reina de la bailanta”, de Cacho Castaña. El domingo pasado el representante de modelos Juan Octavio Gorriarán Aranguren, quien unos minutos antes me había salvado de una golpiza, me dijo que, si estaba interesado en trabajar, fuera hoy, sábado 9 de febrero, a la playa de la costanera porteña. Si bien no me había citado a una hora específica, me había dicho que fuera alrededor del mediodía. Tengo muchos proyectos en desarrollo, por lo que no estoy en condiciones de despreciar ningún tipo de ingreso. Luego de afeitarme y bañarme, almorcé tranquilo y arranqué. Llegué a la costanera diez minutos después de las dos de la tarde. El representante de modelos, vestido con traje de lino beige, ojotas a tono y sus característicos anteojos Ray Ban, se acercó a recibirme.
—Menos mal que viniste —me dijo, algo exaltado—. ¿Qué hacés vestido así? ¡Ya tendrías que estar cambiado! Anda con Lili, que te dé las cosas y cambiate en algún lado. ¡Liliana! —gritó girando la cabeza hacia atrás.

viernes, 8 de febrero de 2013

Día 39 - El Pasea Porros (primera asamblea)

Hoy me desperté cantando el tango “Nada”, de Sanguinetti (letra) y Dames (música). Mientras cantaba, una lágrima de tristeza rodó por mi mejilla. Es evidente que el dj en mi cabeza eligió una canción triste porque no soporta verme feliz, pero si cree que con un tango va a conseguir desanimarme, se equivoca y feo. Después de lavarme la cara, salí a la calle y caminé rumbo a la estación de GNC para reunirme con los cuatro taxistas que antes conformaban mi grupo de asesores y ahora son mis flamantes socios en el proyecto de “El Pasea Porros”. El lunes me despedí diciéndoles que regresaría en la semana, por lo que esta era una visita que no podía postergar.
Llegué y ahí estaban, sentados a la mesa de siempre, revisando una cantidad descomunal de papeles, entre los que había modelos de contratos, folletos, planos y alguna que otra receta de cocina. Cualquier transeúnte que los hubiera visto, habría imaginado que estaban trabajando en el diseño de una bomba de papa nuclear. Me acerqué, los saludé uno por uno con un apretón de manos, me senté y, antes de que pudiera hablar, el taxista freudiano, que también era escribano, tomó la palabra.

jueves, 7 de febrero de 2013

Día 38 - Sigo siendo el Rey

Hoy me desperté cantando “El Rey”. Por lo que pude investigar en la internet, la canción fue compuesta por José Alfredo Jiménez, pero, por los alaridos que pegué, me parece que el dj en mi cabeza me hizo cantar una versión casera grabada por tres mariachis que habían sido encerrados en un baño químico después de haber pasado ocho días de jarana. Anoche asistí a mi quinta sesión del Grupo de Ayuda para Gente con Problemas Pelotudos con la satisfacción de haber conseguido socios tanto para el proyecto de “El Pasea Porros” como para el del salón de belleza en los velorios. A pesar de los avances, mi felicidad no era completa, porque sentía que mi tercer proyecto, el de convertir a Vicky en campeona del mundo, se había estancado irremediablemente. Pensando en mi salud mental y en la necesidad de reservar energías para mis otros emprendimientos, decidí que olvidaría el asunto del boxeo al menos por un tiempo.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Día 37 - Christian con "h" muda

Hoy me desperté cantando “De vez en mes”, de Ricardo Arjona. Se me fueron las ganas de vivir. Canciones como ésta deben hacer que Dios se replanteé su obra. Si en lugar de descansar hubiera dedicado el séptimo día a pulir algunas imperfecciones tal vez me habría ahorrado este mal trago. Todavía resuenan en mi cabeza algunas estrofas. “De vez en mes con tu acuarela pintas jirones de ciruelas que van a dar hasta el colchón”. Ricardo, ¿había necesidad? Hasta yo, que puedo contar con dos dedos de una mano las mujeres con las que he estado en estos veintinueve años, sé que existen los tampones y las toallitas femeninas.

martes, 5 de febrero de 2013

Día 36 - ¡A la morgue judicial!

Hoy me desperté cantando “Oh L`Amour”, de Erasure. El de ayer fue un día de grandes avances para el proyecto del paseador de porros. La canción de hoy me sugirió que debía ocuparme de otro de mis proyectos: el salón de belleza en los velorios. Sinceramente, siento que Antonio, mi peluquero amigo, era un socio natural para mí, pero el filo de las tijeras no es un gran amigo del Parkinson y el Alzhéimer. No me queda más remedio que ir en busca de un nuevo socio y, considerando que se trata de un proyecto innovador, único en el mundo, decidí que lo más adecuado sería incorporar sangre joven.

lunes, 4 de febrero de 2013

Día 35 - El Pasea Porros (Reunión de socios)

Hoy me desperté cantando “Chiki Chika”, de Not Real Presence. Cerca del mediodía volví a la estación de GNC en la que se reúnen los cuatro taxistas que conforman mi grupo de asesores, pero esta vez no fui en condición de aconsejado, sino que lo hice en carácter de empresario. Ni bien entré, los cuatro se pusieron de pie y comenzaron a chiflar y a simular el ruido de las bocinas con sus bocas y a gritar frases ininteligibles. Cuando me senté me pidieron disculpas, aduciendo que la forma de mi culo y la costumbre los habían llevado a comportarse de un modo tan grosero.
—No se preocupen —les dije—. Estoy empezando a acostumbrarme.
Sin perder un segundo, les conté todo acerca de mi proyecto turístico: “El paseador de porros”. Les hablé sobre los varietales de marihuana, sobre los paquetes “Sádico” y “Masoquista”, sobre los holandeses fumones y vestidos con ropa de cuero, sobre la furgonetita Volkswagen, y les ofrecí asociarse conmigo.

domingo, 3 de febrero de 2013

Día 34 - El representante


Hoy me desperté cantando "Cuchillos", de Charly García, pero, por la gravedad de mi voz, sospecho que se trataba de la versión cantada por Mercedes Sosa. Piel de gallina. Por este camino tengo la esperanza de que, con paciencia, quizá podamos recomponer nuestra relación con el dj en mi cabeza.
No recuerdo si hablé alguna vez acerca de mi afición por caminar por la calle. Es domingo, mañana será el primer día del resto de mi vida, necesito pulir y profundizar algunas ideas... ¿Qué mejor que una caminata de domingo? Al menos eso pensé esta mañana cuando, a paso muy tranquilo, me fui caminando hasta el barrio de Once. Mala idea. Como si se tratara de un día de semana, las calles estaban repletas de gente comprando, vendiendo, trabajando... ¿Dónde están los brasileros de la iglesia del corazón y la paloma cuando el mundo los necesita? ¿Por qué no van y le avisan a esta gente que hasta Dios se permitió descansar el séptimo día?

sábado, 2 de febrero de 2013

Día 33 - Natalio Gris reloaded


Hoy me desperté cantando “Coolo”, de Illya Kuryaki and the Valderramas, y mientras cantaba sacudía el cuerpo por todo el departamento. Ayer, me da un poco de pudor confesarlo, me pasé un buen rato mirándome el culo en el espejo. Primero busqué en internet una foto del culo de Jessica Cirio para poder compararlos. Tal vez el de ella sea un poco más bello porque el mío es un tanto más velloso, pero exceptuando esa diferencia, que se salva con un poco de cera caliente, somos culos gemelos.
Esta mañana estuve investigando en internet el asunto del cierre de la empresa en la que trabajaba. Al parecer, estaban por declarar la quiebra y, tal como me contó el kiosquero de al lado, los dueños cerraron sin previo aviso y se fugaron de noche. Pagaron los sueldos de enero, sí, para apaciguar un poco los ánimos, pero la situación no admite esperanzas de volver a recibir un mísero centavo por parte de estos turros. En resumidas cuentas, puedo declarar, sin temor a equivocarme, que he pasado a engrosar la lista de los desocupados.

viernes, 1 de febrero de 2013

Día 32 – Se fueron a la mierda



Hoy me desperté cantando “Boys don´t cry”, de The Cure. Me gusta esa canción. Sí, definitivamente, febrero empezó bien. En el trabajo me dan el desayuno, por lo que, sin necesidad de consumir las pocas porquerías que me quedan, me afeito, me baño y salgo a la calle. De la oficina me separan diecisiete cuadras. A pesar del calor (o a causa del calor) prefiero ir caminando antes que subirme a un colectivo o a un subte. Si me lo hubieran dicho hace unos diez días, me habría reído de la ocurrencia, pero debo reconocer que estoy entusiasmado con mi regreso. Tras un mes sin ingerir los alimentos adulterados y tras haber caminado kilómetros y kilómetros con las zapatillas de Jessica Cirio que me vendió el encargado de mi edificio, mi culo recuperó las dimensiones humanas. Eso me da una ventaja que los “pellizca culos” no deben ni imaginar. Sí, les voy a demostrar lo que es capaz de hacer el primer bebé del año `84.