Hoy me desperté cerca del mediodía cantando “Olvídame y pega la vuelta”, de Pimpinela. La de anoche fue una noche muy larga, por lo que “mi primo Luján”, el Esclavito Contento, Empleado del Mes Enero 2013, no se levantó a preparar el desayuno. Eso sí, ni bien empecé a cantar en falsete procurando imitar la voz de Lucía, él se acercó hasta mi cama y comenzó a responderme cantando, con voz sumamente grave, las partes de Joaquín.
Ayer, ni bien Vicky se fue de mi gimnasio-departamento, me acerqué al Esclavito Contento y le dije que mientras estuviera a mi servicio (hasta el mediodía del próximo lunes), lo presentaría ante las demás personas como mi primo Luján, de Luján.
—¿No puedo ser de Bernal? —me preguntó— Parezco un pelotudo si soy Luján de Luján.
—¿Vos te creés que no hay Nicolases en San Nicolás, que no hay Cristóbales en San Cristóbal, que no hay Antonios en San Antonio de Areco? —retruqué yo.
—Pero esos son todos santos —me dijo, a modo de queja.
—Bueno —le dije yo—, vos podés ser el virgen de Luján. Aunque fuera cierto, con esos pornocos que tenés en la frente, no creo que nadie crea que hayas perdido la virginidad. Además, en Charlotte debe vivir alguna morena que se llame Charlotte. Lo mismo en París. ¿Vos te creés que Paris Hilton nunca estuvo en París?
—¡Está bien, está bien! —aceptó, algo obcecado por la abundancia de casos que respaldaban mi intención—. Ya te entendí. Soy Luján de Luján.
—Sí —le dije, a modo de conclusión—. Cuanto más pelotudo parezca, más creíble resultará la mentira de nuestro parentesco.
—En eso tenés razón —asintió Luján.
Mi primito Luján estaba siendo irónico. ¡Cómo crecen los chicos!
Terminamos de discutir y sonó el timbre. Era el taxista culinario que venía a buscarme. Había llegado el momento de salir a recorrer la ciudad en busca de los distintos varietales de cannabis que ofreceríamos en el proyecto de “El Pasea Porros”. Antes de bajar, desarmé la bolsa de boxeo y me puse uno de los almohadones en el culo. Luján me miró con extrañeza, por lo que sentí la necesidad de explicarle que los dealers me conocían de mis épocas de culo gordo. Me apodaban “El Big Butt”. Además, si me presentaba en los barrios bajos con el culo de Jessica Cirio, iban a secuestrarme y, hasta que no me hubieran hecho tres hijos, no iban a soltarme.
Nos subimos al taxi del taxista culinario y le presenté a mi primo Luján, de Luján. Luego, el taxista, "el boy scout" y yo visitamos a los dealers más reconocidos de la ciudad. Ya era de madrugada cuando concluimos la recolección. Teníamos cinco varietales de cannabis: paraguayo prensado a baño maría de kerosene, macoña capoeírica traída del corazón del Amazonas, floripondio peruano, hachis saborizado producido en el valle del Rif y el ultra potente cafénnabis colombiano. El taxista culinario estaba maravillado con lo que descubría como un nuevo ingrediente, y se introducía pequeñas muestras de cada uno de los varietales en la boca, los paladeaba y los escupía, tratando de descifrar “el alma de cada uno”. Para evitar la confusión de sabores, yo había llevado varias pipas distintas. Como nunca me gustó la idea de fumar solo y el taxista culinario tenía que manejar, le pedí a mi primo Luján, de Luján, que me acompañara en la experiencia. A partir de ese momento, no recuerdo nada: ni el regreso a mi departamento, ni cómo entramos, ni cómo subimos, ni cómo hice para acostarme. Tengo miedo de lo que mi primo Luján pueda haberle hecho a mi culo de Jessica Cirio. Ahora que lo pienso, la canción de los Pimpinela me suena como una confesión de incesto. Él es Joaquín, yo soy Lucía... no hace falta ser un genio para darse cuenta. Para mi tranquilidad, los granos en su frente se mantienen en el mismo estado de explosión inminente, lo que parece indicar que el mocoso sigue siendo virgen. En mi cabeza, el eco de la voz aguda de Lucía Galán repite como un disco rayado la última frase de la canción que despertamos cantando: olvídate todo que tú para eso tienes experiencia… olvídate todo que tú para eso tienes experiencia… olvídate todo que tú para eso tienes experiencia…
Genio! Te adoro, me acompañas cada día
ResponderEliminarMuchas gracias, Anó Nimo, pero tengo la sospecha de que me estás confundiendo con otra persona. Ayer me dijiste que era un gran compañero de viaje y hoy me decís que te acompaño cada día. Sin embargo, yo no soy de viajar y, a excepción de mi primo Luján, al que estoy viendo a diario por cuestiones contractuales, últimamente no he pasado más de un día con nadie. Saludos!
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