Hoy me desperté cantando “Hola Don Pepito”, de Gaby, Fofó y Miliki. Al principio me puse contento, porque la canción reforzaba aún más la elección de “Don” como mi primer nombre. Ni bien empecé a cantar, “mi primo Luján”, el Esclavito Contento, Empleado del Mes Enero 2013, ingresó a mi habitación cargando la bandeja del desayuno. Por lo visto, ya lo tenía listo y estaba esperando a que me despertara para traérmelo. Cuando llegó la parte dialogada, yo canté la parte de Don José y él, la parte de Don Pepito. Concluida la canción, me acercó la bandeja. Me había preparado un café con leche y una torta rosa, pequeña, con forma de culo. Era evidente que ese muchachito tenía una fijación con mi culo de Jessica Cirio, por lo que, para sentar un precedente, arrojé con furia la bandeja contra la pared. Sí, rompí una taza y un plato, y tal vez hasta tenga que volver a pintar el dormitorio, pero ese degenerado lo va a pensar dos veces antes de mirarme el culo. Le dije unas cuantas verdades y él, al borde de las lágrimas, tratando de juntar del piso los restos de mazapán, me dijo:
—¡Pero no!, ¡qué culo ni culo! La estabas viendo al revés, era una torda con forma de corazón. ¡Hoy es San Valentín!
Bueno, a veces está bien reconocer una equivocación. Le pedí disculpas y le indiqué que limpiara un poco mientras me bañaba.
Anoche asistí a mi sexta sesión del Grupo de Ayuda para Gente con Problemas Pelotudos. Debido a que, por cuestiones contractuales, el Esclavito Contento no puede separarse de mí por un lapso superior a los quince minutos, tuve que llevarlo conmigo. Tras presentárselo al Grupo como mi primo Luján, de Luján, le pedí que esperara en el otro extremo de la sala, pero el moderador me dijo que “de ninguna manera” y lo invitó a sentarse entre nosotros.
—Eso sí —le dijo—, para quedarte acá tenés que compartir algún problema pelotudo que te esté aquejando.
—Soy virgen —dijo, algo acongojado, mi primo Luján.
—¡Eso no es un problema pelotudo! —dije yo, en un tono de voz elevado, tras ponerme de pie.
Di por hecho que el resto de los Pelotudos iba a secundarme en la moción, pero, contrario a lo que yo esperaba, me miraron con desdén y volvieron a fijar la atención en mi primo Luján. Se pasaron la hora entera escuchando sus aburridas historias de desencuentros amorosos y rechazos y burlas. Mis compañeros de Grupo le pedían que, por favor, dejara de contarles historias tristes y Samuel, el hombre que había perdido la “p”, le solicitaba que tuviera la deferencia de modificar el tenor de sus anécdotas. Vicky se secaba las lágrimas con los guantes de cocina y le prodigaba una mirada tan cargada de ternura que no pude contener los celos.
—¡Yo perdí la virginidad a los veintitrés años, en el asiento trasero de un auto abandonado, con una mujer que tenía los brazos de Arnold Schwarzenegger y la boca torcida, como Sylvester Stallone! —dije a los gritos, nuevamente de pie.
Tras mi declaración, el moderador dio por finalizada la sesión. Al despedirse, todos fueron muy afectuosos con mi primo Luján y lo invitaron a regresar siempre que tuviera ganas. Conmigo se mostraron algo indiferentes. Creo que hablé de más. Temo que mi comportamiento haya afectado mi relación con Vicky y que ya no quiera que sea su entrenador. ¡Y todo por culpa del virgen de Luján! No veo la hora de que llegue el lunes para que, de una buena vez, se vaya de mi vida y de mi departamento.
Y, no hay que avivar virgenes
ResponderEliminarNo, y sobre todo, no hay que confiar en ellos. Lo que más me enfada es que yo fui virgen hasta no hace tanto; tendría que estar prevenido. Saludos!
EliminarSiento pena por el esclavito, dale una mano
ResponderEliminarNatalio, suguro se te va a ocurrir algo, saludos
Me preocupa, Anó Nimo, lo que estás sugiriendo. Que use sus propias manos si quiere hacer ese tipo de cosas, y no en mi departamento.
EliminarSaludos!