domingo, 3 de febrero de 2013

Día 34 - El representante


Hoy me desperté cantando "Cuchillos", de Charly García, pero, por la gravedad de mi voz, sospecho que se trataba de la versión cantada por Mercedes Sosa. Piel de gallina. Por este camino tengo la esperanza de que, con paciencia, quizá podamos recomponer nuestra relación con el dj en mi cabeza.
No recuerdo si hablé alguna vez acerca de mi afición por caminar por la calle. Es domingo, mañana será el primer día del resto de mi vida, necesito pulir y profundizar algunas ideas... ¿Qué mejor que una caminata de domingo? Al menos eso pensé esta mañana cuando, a paso muy tranquilo, me fui caminando hasta el barrio de Once. Mala idea. Como si se tratara de un día de semana, las calles estaban repletas de gente comprando, vendiendo, trabajando... ¿Dónde están los brasileros de la iglesia del corazón y la paloma cuando el mundo los necesita? ¿Por qué no van y le avisan a esta gente que hasta Dios se permitió descansar el séptimo día?

Para colmo, no podía dar dos pasos sin que algún pervertido me piropeara o tratara de tocarme el culo. Mujeres del mundo, ni se imaginan cuánto las entiendo. Quiero pedirles mis más sinceras disculpas por las tantas veces que las miré sin disimulo y por las pocas ocasiones en las que me animé a decirles algo. De verdad, ¿cuál es la obsesión con los culos? No es que estén añorando algo que no tienen. Cada quien tiene el suyo. No es que estén admirando algo inmaculado. Me apena un poco admitirlo, pero este culo ha librado numerosas batallas contra ejércitos hemorroidales. ¡Por favor, hermanas, pongámosle un freno a la degradación del género! ¡Terminemos con las publicidades de tintura en las que el cambio de la luz de un semáforo, el anuncio de la abolición de la esclavitud en un país africano o el pedo de un avestruz inducen a una mina a que se tiña el pelo; o con esa idea de que comiendo un determinado chicle o poniéndose un determinado desodorante el tipo con más cara de nabo de todo el vecindario va a poder levantarse a la mina que quiera! ¡Pongámosle fin, sobre todas las cosas, a la cruzada de Activia contra el tránsito lento! Nos hacen creer que ese yogur es tan poderoso, que ya hay gente que piensa que si metemos unas cuantas toneladas en las bocas de subte se van a solucionar los problemas de tránsito de la ciudad. ¡Por favor!
Reconozco que estoy un poco susceptible, pero tanto toqueteo y tanto piropo chabacano terminaron por desestabilizarme. En el súmmum de la indignación me prometí que al próximo que me dijera algo o se atreviera a meterme mano por la retaguardia, le iba a dar vuelta la cara de una cachetada. No pasaron tres segundos y sentí un pellizco que venía acompañado por un "mamita" que destilaba olor a vino rancio. Me di vuelta y le metí un buen sopapo al tipo que tenía más a mano. Fue entonces cuando reparé en el hecho de que, a pesar de que una parte de mi anatomía es idéntica a una parte de la anatomía de Jessica Cirio, sigo siendo un hombre. El tipo, que medía cerca de 1,90 y, aparentemente, no había sido quien me había pellizcado, comenzó a empujarme. Estoy seguro de que me iba a partir la cara de una trompada si no fuera porque otro hombre, que vestía un traje muy canchero, usaba anteojos Ray Ban y manipulaba un teléfono ultra moderno, se interpuso entre ambos y consiguió calmarlo.
—Muchas gracias, buen hombre —le dije yo—. Es usted un caballero.
—Faltaba más —me dijo él—. Estaba viendo cómo te acosaban estos salvajes y era lo menos que podía hacer. Vos hubieras hecho lo mismo en mi lugar.
Le dije que sí, que seguramente, para no quedar mal, pero, para ser sincero, yo en su lugar me habría hecho el boludo. Luego de conversar durante unos minutos, me ofreció llevarme hasta mi casa. En algún momento le comenté que estaba desocupado. Antes de que me bajara, me entregó su tarjeta y me dijo que, si estaba interesado en trabajar, fuera el próximo sábado, cerca del mediodía, a la playa de la costanera porteña.
“Juan Octavio Gorriarán Aranguren” dice en su tarjeta, “Representante de modelos”. ¿Para qué me la habrá dado? ¿Necesitará un asistente? Ya te veo, Natalio, en medio de un desfile importante, ayudando a mujeres hermosas con los cambios de ropa. Sí, definitivamente, febrero va a ser el mes de mi despegue.

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