miércoles, 20 de febrero de 2013

Día 51 - Tesón y talento


Hoy me desperté cantando “Siguiendo la luna”, de Los Fabulosos Cadillacs. Con el objetivo de llenar el vacío que me produjo la partida de mi pirmo Luján, de Luján, y ya pensando en iniciar las gestiones para organizar su pelea contra la falsa Lucrecia, anoche la llamé a Vicky, la loca de los guantes de cocina, y le pedí que viniera a mi gimnasio-departamento después del mediodía. Esta mañana, a eso de las diez, caminé hasta el shopping y entré a uno de esos locales que venden cosas tan originales como innecesarias: ceniceros con forma de inodoro, heladeras miniatura en las que no entra ni un sobre de mayonesa, almanaques en código Morse, portarretratos polarizados y tantas otras cosas. Ahí había visto, algunas semanas atrás, un par de guantes de cocina que simulaban ser guantes de boxeo y se me ocurrió comprárselos a Vicky para iniciar la transición hacia los guantes deportivos.

Eran las dos y media cuando sonó el timbre. Mi casa estaba en orden gracias a los servicios de la falsa Lucrecia, y yo había vuelto a acondicionar el living-comedor para que pareciera un gimnasio. Bajé a abrirle a Vicky y subimos al ascensor. Esta vez no iba a quedarme callado.
—Refrescó un poco, ¿no? —le dije.
—Sí, pero sigue estando húmedo —me respondió.
¿Cuál es la relación entre los ascensores y el clima? Tengo la sospecha de que, aunque descubrieran al doctor Cormillot comiendo tortas fritas con dulce de leche después de haber almorzado empanadas fritas en una rotisería del barrio de La Boca, el clima seguiría siendo el tema de conversación principal adentro de estos artefactos. Entramos a mi departamento y Vicky dio muestras de la ansiedad que sentía por empezar a entrenar.
—¿Vamos a ir a tu gimnasio? —me preguntó.
—Eh, no, hoy no —le respondí—. Están aprovechando el feriado para refaccionarlo. Pero no te hagas problema, porque antes de trabajar lo físico, vamos a enfocarnos en la parte teórica. Esperame, que tengo un regalo para vos.
Fui hasta la habitación y volví con el paquete. Ella lo abrió debatiéndose entre la sorpresa y la intriga. Después, cuando vio los guantes, me miró con vergüenza, me los devolvió y me dijo:
—Te agradezco, pero no puedo aceptarlos. Vos conocés la naturaleza de mi problema pelotudo, pero no su evolución. Estoy en una etapa en la que no es aconsejable que me vea las uñas. Hace meses que no me saco los guantes y no puedo echar todo a perder por un momento de debilidad.
Hablándole con ternura, le dije que estaba ahí para ayudarla, que confiara en mí, que no iba a permitir que cometiera ninguna locura, y finalmente la convencí. Se sacó los guantes y, como si hubiera participado de la cata de cannabis, se miró las manos largamente. Lucía algo absorta. Para ella, sus dedos estaban hechos del más fino chocolate Cadbury. Temiendo que le agarrara el bajón y sintiera deseos de comerse las uñas, le puse los guantes que le había regalado. Estaba tan exultante, orgullosa y agradecida, que se me colgó del cuello y me besó varias veces en cada mejilla. Me pasé la tarde entera enseñándole los movimientos básicos del boxeo. Además del poderoso cross de derecha cuya efectividad una vez comprobó mi mandíbula, tiene tanto tesón como talento. Tiene futuro. Nos va a ir muy bien.
Terminamos de entrenar hace unos minutos y la invité a cenar. Ahora se está bañando, acá, en mi departamento. Debido al feriado, esta noche no tenemos sesión del Grupo de Ayuda para Gente con Problemas Pelotudos. Me parece que, con la excusa de repasar algunos movimientos, voy a hacer que se quede hasta tarde y, entonces sí, voy a sugerirle que se quede a dormir.

5 comentarios:

  1. La sutileza y el trabajo en pinzas van llevando las cosas a un terreno propicio para

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    1. ¿El terreno propicio para qué, Fernando? No me dejes con la intriga. ¿Se te apagó el modem? ¿Se te cortó la luz? Por favor, necesito saber de qué se trata para poder aprovecharlo.
      Saludos!

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  2. Respuestas
    1. ¿Merde? Sí, definitivamente, Anó Nimo, tu nombre es de origen francés. Muchas gracias por la confirmación.
      Saludos!

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    2. ¡Ya era hora!, (casi a un año y apenas me doy cuenta) Y Fernando y yo discutiendo si Anno Nimo-san era o no asiático y donde que no, que nos habíamos desviado taaaanto de Francilandia que no nos habíamos dado cuenta de nuestro enorme error.
      Me siento mejor, creo que ya podré dormir, después de casi un año, al poder saber que Anó Nimo es francés!

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