Hoy
me desperté cantando “Siguiendo la luna”, de Los Fabulosos Cadillacs. Con el
objetivo de llenar el vacío que me produjo la partida de mi pirmo Luján, de
Luján, y ya pensando en iniciar las gestiones para organizar su pelea contra la
falsa Lucrecia, anoche la llamé a Vicky, la loca de los guantes de cocina, y le
pedí que viniera a mi gimnasio-departamento después del mediodía. Esta mañana,
a eso de las diez, caminé hasta el shopping y entré a uno de esos locales que
venden cosas tan originales como innecesarias: ceniceros con forma de inodoro,
heladeras miniatura en las que no entra ni un sobre de mayonesa, almanaques en
código Morse, portarretratos polarizados y tantas otras cosas. Ahí había visto,
algunas semanas atrás, un par de guantes de cocina que simulaban ser guantes de
boxeo y se me ocurrió comprárselos a Vicky para iniciar la transición hacia los
guantes deportivos.
Eran
las dos y media cuando sonó el timbre. Mi casa estaba en orden gracias a los
servicios de la falsa Lucrecia, y yo había vuelto a acondicionar el
living-comedor para que pareciera un gimnasio. Bajé a abrirle a Vicky y subimos
al ascensor. Esta vez no iba a quedarme callado.
—Refrescó
un poco, ¿no? —le dije.
—Sí,
pero sigue estando húmedo —me respondió.
¿Cuál
es la relación entre los ascensores y el clima? Tengo la sospecha de que,
aunque descubrieran al doctor Cormillot comiendo tortas fritas con dulce de
leche después de haber almorzado empanadas fritas en una rotisería del barrio
de La Boca, el clima seguiría siendo el tema de conversación principal adentro
de estos artefactos. Entramos a mi departamento y Vicky dio muestras de la
ansiedad que sentía por empezar a entrenar.
—¿Vamos
a ir a tu gimnasio? —me preguntó.
—Eh,
no, hoy no —le respondí—. Están aprovechando el feriado para refaccionarlo. Pero
no te hagas problema, porque antes de trabajar lo físico, vamos a enfocarnos en
la parte teórica. Esperame, que tengo un regalo para vos.
Fui
hasta la habitación y volví con el paquete. Ella lo abrió debatiéndose entre la
sorpresa y la intriga. Después, cuando vio los guantes, me miró con vergüenza,
me los devolvió y me dijo:
—Te
agradezco, pero no puedo aceptarlos. Vos conocés la naturaleza de mi problema
pelotudo, pero no su evolución. Estoy en una etapa en la que no es aconsejable
que me vea las uñas. Hace meses que no me saco los guantes y no puedo echar
todo a perder por un momento de debilidad.
Hablándole
con ternura, le dije que estaba ahí para ayudarla, que confiara en mí, que no
iba a permitir que cometiera ninguna locura, y finalmente la convencí. Se sacó
los guantes y, como si hubiera participado de la cata de cannabis, se miró las
manos largamente. Lucía algo absorta. Para ella, sus dedos estaban hechos del
más fino chocolate Cadbury. Temiendo que le agarrara el bajón y sintiera deseos
de comerse las uñas, le puse los guantes que le había regalado. Estaba tan
exultante, orgullosa y agradecida, que se me colgó del cuello y me besó varias
veces en cada mejilla. Me pasé la tarde entera enseñándole los movimientos básicos
del boxeo. Además del poderoso cross de derecha cuya efectividad una vez
comprobó mi mandíbula, tiene tanto tesón como talento. Tiene futuro. Nos va a
ir muy bien.
Terminamos
de entrenar hace unos minutos y la invité a cenar. Ahora se está bañando, acá,
en mi departamento. Debido al feriado, esta noche no tenemos sesión del Grupo
de Ayuda para Gente con Problemas Pelotudos. Me parece que, con la excusa de
repasar algunos movimientos, voy a hacer que se quede hasta tarde y, entonces
sí, voy a sugerirle que se quede a dormir.
La sutileza y el trabajo en pinzas van llevando las cosas a un terreno propicio para
ResponderEliminar¿El terreno propicio para qué, Fernando? No me dejes con la intriga. ¿Se te apagó el modem? ¿Se te cortó la luz? Por favor, necesito saber de qué se trata para poder aprovecharlo.
EliminarSaludos!
Merde Natalio!
ResponderEliminar¿Merde? Sí, definitivamente, Anó Nimo, tu nombre es de origen francés. Muchas gracias por la confirmación.
EliminarSaludos!
¡Ya era hora!, (casi a un año y apenas me doy cuenta) Y Fernando y yo discutiendo si Anno Nimo-san era o no asiático y donde que no, que nos habíamos desviado taaaanto de Francilandia que no nos habíamos dado cuenta de nuestro enorme error.
EliminarMe siento mejor, creo que ya podré dormir, después de casi un año, al poder saber que Anó Nimo es francés!