Hoy
me desperté cantando “Cuando ya me empiece a quedar solo”, de Sui Generis. Esta
vez no hubo dúo. Tuve que cantar yo solo. Ayer tuve la brillante idea de salir
con “mi primo Luján”, el Esclavito Contento, Empleado del Mes Enero 2013. Como,
por cuestiones contractuales, no podía quitarse el uniforme de Burger King,
había decidido llevarlo a una fiesta de disfraces. Ya era tarde cuando caí en
la cuenta de que yo también debía disfrazarme, por lo que me vi en la
obligación de improvisar algo con las cosas que tenía en casa. Hice la más
fácil: agarré una sábana, le hice dos agujeros y me convertí en fantasma. Mi disfraz
iba a tono con el de Luján, porque Christian, mi socio en el proyecto del salón
de belleza en los velorios, lo había maquillado dándole a su rostro un aire
mortecino.
Antes
de salir busqué en Google “fiesta de disfraces”. Como resultado, obtuve el link
de acceso a centenares de películas pornográficas de bajo costo, pero ninguna
información acerca de alguna fiesta que tuviera lugar en Buenos Aires. Decidí,
entonces, que lo mejor sería recorrer aquellos lugares que yo frecuentaba en
las épocas en las que salía. Estaba seguro de que allí sabrían orientarnos.
Salvo que haya olvidado las direcciones, todos estos tugurios dejaron de funcionar.
En el primer lugar al que fuimos nos encontramos con un parri-pollo; en el
segundo, con una agencia de quiniela; en el tercero, con un salón de fiestas
infantiles; en el cuarto, con un estacionamiento, y el quinto directamente había
sido abandonado.
Ya
resignados, volvíamos caminando a mi departamento, cuando divisamos, a dos
cuadras de distancia, una multitud que había interrumpido el tránsito de una de
las avenidas más importantes de la ciudad. “Se les habrá cortado la luz y
habrán improvisado un piquete”, pensé yo. Era un piquete muy bien organizado,
porque en lugar de cacerolas, hacían sonar bombos, platillos y silbatos. Además,
nos fue dado comprobar que, como muchos dicen, la mayoría estaba ahí por el
chori y la coca, porque todavía estábamos a más de cien metros de distancia y
ya podíamos oler el humo de las parrillas desplegadas sobre el asfalto. El
disfraz de fantasma tenía la doble virtud de disimular el miedo que me invadía
y mi culo de Jessica Cirio. Iba a decirle a mi primo Luján, de Luján, que
dobláramos en la esquina para evitar problemas, pero cuando quise acercarme
para transmitirle la indicación en voz baja, salió corriendo, disparado a toda
velocidad rumbo a la muchedumbre. Tendría que haberlo dejado y haber seguido
solo para casa, pero si algo le sucedía antes de que finalizara el contrato que
nos vinculaba iba a tener problemas con Burger King. Admás, para ser sincero,
debo confesar que me había encariñado con el Esclavito. Corrí detrás de él a
toda velocidad. Como consecuencia de mi carrera, la sábana que me cubría se
desplazó y quedé prácticamente ciego. Me detuve milagrosamente antes de chocar
contra una valla. ¿Cómo? El lugar había sido cercado pero no había rastros de
la policía. Imaginé que la multitud los habría desbordado y habrían cantado la
retirada. Pensé en quitarme la sábana, pero la posible reacción de los
piqueteros cuando vieran mi culo de Jessica Cirio me hizo cambiar de opinión.
La acomodé, eso sí, para que los agujeros que había hecho volvieran a coincidir
con mis ojos. Lo primero que vi, parado frente a mí a dos metros de distancia,
fue a un hombre gigantesco que sostenía una bandera muy colorida de una
agrupación que nunca había oído nombrar: “Los Piantavotos de Ituzaingo”. Todos
ellos bailaban y vestían trajes disparatados, llenos de lentejuelas. Entonces
descubrí que lo que estaba teniendo lugar en la avenida no era un piquete, sino
que estaban celebrando los carnavales de la ciudad. Respiré aliviado y descubrí
a mi primo Luján tirando pasos entre los murgueros. Me dije “¿por qué no?” y
decidí sumarme, pero al intentar saltar la valla, la sábana quedó enganchada
dejando a la vista de todos el culo que me había valido el premio de primera
princesa en el Concurso Miss Cola Reef Verano 2013. Sin darme tiempo a nada,
una manada conformada por cuarenta pendejos desesperados por manotear un culo
comenzó a perseguirme. Estaban armados con bombuchas y tarros de espuma y
utilizaban las primeras para reventármelas contra las nalgas y los segundos
para enceguecerme mientras me manoseaban. Acorralado, pregunté al cielo dónde
estaban los padres de esos mocosos. Mi pregunta fue mal interpretada, porque
hizo que los padres de esos mocosos se sumaran al festín. La situación me hizo
recordar las épocas, no tan lejanas, en las que en el trabajo me pellizcaban el
culo. Por suerte, habíamos llegado cerca de la conclusión del carnaval. Como si
su libido se activara al ritmo del repiqueteo de los bombos, padres e hijos
dejaron de acosarme cuando volvió a reinar el silencio. De todas maneras,
comencé a correr. No podía confiarme.
Busqué
por todas partes a mi primo Luján. Lo encontré subiendo al micro de la murga “Los
Piantavotos de Ituizango”.
—Me
voy con ellos —me dijo—. Quiero conocer el mundo.
Traté
de explicarle que una murga no era como un circo. Que lo más probable era que
se fueran a tomar unas cervezas y después cada uno se fuera para su casa, pero
no hubo caso.
—No
te preocupes por Burger King —me dijo—. Lee la letra chica de la página 96 del
contrato y no vas a tener problemas.
Nos dimos un abrazo. Yo le di una palmada en la
espalda, él me dio otra entre la cintura y el culo. Era un momento emotivo; se
la dejé pasar. Subió al micro y se sentó contra una ventanilla. Nos despedimos
mediante gestos que ninguno de los dos entendía. Él empañó el vidrio y dibujó
un culo o un corazón. El chofer puso el micro en marcha y arrancó. Sí,
definitivamente, me había encariñado con mi primo Luján y no sabía si alguna
vez volveríamos a vernos. Camino a casa, aproveché la sábana de mi disfraz de
fantasma para secarme las lágrimas. Chau, Luján de Luján, te voy a echar de
menos. Que tengas suerte en la vida.
Jajajajaaaaa! Sos un genio
ResponderEliminarMuchas gracias, Anó Nimo. Lo debés decir por el vasto conocimiento que tengo acerca de la noche porteña. Saludos!
EliminarEl mundo es chico y no tiene tantas vueltas como dicen, apenas 365 al año. Algún día quizás lo puedas volver a ver.
ResponderEliminar(Aunque a mí, en lo personal, mucho no me simpatiza el primo Luján)
Pero claro, es mi problema. En fin.
Muchas gracias, Fernando, por los buenos augurios. No es fácil hoy en día conseguir a alguien que sepa armar una escaladora y te lleve el desayuno a la cama. Saludos!
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