domingo, 17 de febrero de 2013

Día 48 - Chau Luján de Luján


Hoy me desperté cantando “Cuando ya me empiece a quedar solo”, de Sui Generis. Esta vez no hubo dúo. Tuve que cantar yo solo. Ayer tuve la brillante idea de salir con “mi primo Luján”, el Esclavito Contento, Empleado del Mes Enero 2013. Como, por cuestiones contractuales, no podía quitarse el uniforme de Burger King, había decidido llevarlo a una fiesta de disfraces. Ya era tarde cuando caí en la cuenta de que yo también debía disfrazarme, por lo que me vi en la obligación de improvisar algo con las cosas que tenía en casa. Hice la más fácil: agarré una sábana, le hice dos agujeros y me convertí en fantasma. Mi disfraz iba a tono con el de Luján, porque Christian, mi socio en el proyecto del salón de belleza en los velorios, lo había maquillado dándole a su rostro un aire mortecino.

Antes de salir busqué en Google “fiesta de disfraces”. Como resultado, obtuve el link de acceso a centenares de películas pornográficas de bajo costo, pero ninguna información acerca de alguna fiesta que tuviera lugar en Buenos Aires. Decidí, entonces, que lo mejor sería recorrer aquellos lugares que yo frecuentaba en las épocas en las que salía. Estaba seguro de que allí sabrían orientarnos. Salvo que haya olvidado las direcciones, todos estos tugurios dejaron de funcionar. En el primer lugar al que fuimos nos encontramos con un parri-pollo; en el segundo, con una agencia de quiniela; en el tercero, con un salón de fiestas infantiles; en el cuarto, con un estacionamiento, y el quinto directamente había sido abandonado.
Ya resignados, volvíamos caminando a mi departamento, cuando divisamos, a dos cuadras de distancia, una multitud que había interrumpido el tránsito de una de las avenidas más importantes de la ciudad. “Se les habrá cortado la luz y habrán improvisado un piquete”, pensé yo. Era un piquete muy bien organizado, porque en lugar de cacerolas, hacían sonar bombos, platillos y silbatos. Además, nos fue dado comprobar que, como muchos dicen, la mayoría estaba ahí por el chori y la coca, porque todavía estábamos a más de cien metros de distancia y ya podíamos oler el humo de las parrillas desplegadas sobre el asfalto. El disfraz de fantasma tenía la doble virtud de disimular el miedo que me invadía y mi culo de Jessica Cirio. Iba a decirle a mi primo Luján, de Luján, que dobláramos en la esquina para evitar problemas, pero cuando quise acercarme para transmitirle la indicación en voz baja, salió corriendo, disparado a toda velocidad rumbo a la muchedumbre. Tendría que haberlo dejado y haber seguido solo para casa, pero si algo le sucedía antes de que finalizara el contrato que nos vinculaba iba a tener problemas con Burger King. Admás, para ser sincero, debo confesar que me había encariñado con el Esclavito. Corrí detrás de él a toda velocidad. Como consecuencia de mi carrera, la sábana que me cubría se desplazó y quedé prácticamente ciego. Me detuve milagrosamente antes de chocar contra una valla. ¿Cómo? El lugar había sido cercado pero no había rastros de la policía. Imaginé que la multitud los habría desbordado y habrían cantado la retirada. Pensé en quitarme la sábana, pero la posible reacción de los piqueteros cuando vieran mi culo de Jessica Cirio me hizo cambiar de opinión. La acomodé, eso sí, para que los agujeros que había hecho volvieran a coincidir con mis ojos. Lo primero que vi, parado frente a mí a dos metros de distancia, fue a un hombre gigantesco que sostenía una bandera muy colorida de una agrupación que nunca había oído nombrar: “Los Piantavotos de Ituzaingo”. Todos ellos bailaban y vestían trajes disparatados, llenos de lentejuelas. Entonces descubrí que lo que estaba teniendo lugar en la avenida no era un piquete, sino que estaban celebrando los carnavales de la ciudad. Respiré aliviado y descubrí a mi primo Luján tirando pasos entre los murgueros. Me dije “¿por qué no?” y decidí sumarme, pero al intentar saltar la valla, la sábana quedó enganchada dejando a la vista de todos el culo que me había valido el premio de primera princesa en el Concurso Miss Cola Reef Verano 2013. Sin darme tiempo a nada, una manada conformada por cuarenta pendejos desesperados por manotear un culo comenzó a perseguirme. Estaban armados con bombuchas y tarros de espuma y utilizaban las primeras para reventármelas contra las nalgas y los segundos para enceguecerme mientras me manoseaban. Acorralado, pregunté al cielo dónde estaban los padres de esos mocosos. Mi pregunta fue mal interpretada, porque hizo que los padres de esos mocosos se sumaran al festín. La situación me hizo recordar las épocas, no tan lejanas, en las que en el trabajo me pellizcaban el culo. Por suerte, habíamos llegado cerca de la conclusión del carnaval. Como si su libido se activara al ritmo del repiqueteo de los bombos, padres e hijos dejaron de acosarme cuando volvió a reinar el silencio. De todas maneras, comencé a correr. No podía confiarme.
Busqué por todas partes a mi primo Luján. Lo encontré subiendo al micro de la murga “Los Piantavotos de Ituizango”.
—Me voy con ellos —me dijo—. Quiero conocer el mundo.
Traté de explicarle que una murga no era como un circo. Que lo más probable era que se fueran a tomar unas cervezas y después cada uno se fuera para su casa, pero no hubo caso.
—No te preocupes por Burger King —me dijo—. Lee la letra chica de la página 96 del contrato y no vas a tener problemas.

Nos dimos un abrazo. Yo le di una palmada en la espalda, él me dio otra entre la cintura y el culo. Era un momento emotivo; se la dejé pasar. Subió al micro y se sentó contra una ventanilla. Nos despedimos mediante gestos que ninguno de los dos entendía. Él empañó el vidrio y dibujó un culo o un corazón. El chofer puso el micro en marcha y arrancó. Sí, definitivamente, me había encariñado con mi primo Luján y no sabía si alguna vez volveríamos a vernos. Camino a casa, aproveché la sábana de mi disfraz de fantasma para secarme las lágrimas. Chau, Luján de Luján, te voy a echar de menos. Que tengas suerte en la vida.

4 comentarios:

  1. Jajajajaaaaa! Sos un genio

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    1. Muchas gracias, Anó Nimo. Lo debés decir por el vasto conocimiento que tengo acerca de la noche porteña. Saludos!

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  2. El mundo es chico y no tiene tantas vueltas como dicen, apenas 365 al año. Algún día quizás lo puedas volver a ver.
    (Aunque a mí, en lo personal, mucho no me simpatiza el primo Luján)
    Pero claro, es mi problema. En fin.

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    1. Muchas gracias, Fernando, por los buenos augurios. No es fácil hoy en día conseguir a alguien que sepa armar una escaladora y te lleve el desayuno a la cama. Saludos!

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