sábado, 23 de febrero de 2013

Día 54 - El hombre sin nombre


Hoy me desperté cantando “Nice guys finish last”, de Green Day. En mi cabeza seguía dando vueltas la misteriosa figura del moderador del Grupo de Ayuda para Gente con Problemas Pelotudos. ¿Qué sé acerca de él? Prácticamente nada. Ni su nombre, ni su edad, ni su estado civil, ni dónde vive, nada. Aun así, traté de averiguar algo en internet, pero con tan poca información resulta imposible. Tampoco encontré mucho acerca de terapias alternativas como la de nuestro grupo. Ni siquiera en Taringa, que es a las dudas lo que era antes de la inflación un todo por dos pesos para alguien que se había ido de vacaciones y se había olvidado el shampoo, el dentífrico y la crema de enjuague.

Después estuve insistiendo con Vicky. Llamé incansablemente al fijo y al celular, pero nunca atendió. En algún momento debe haber fallado un semáforo de los que acomodan el tránsito de ideas en mi cabeza, porque chocaron dos neuronas y caí en la cuenta de que tal vez Vicky tiene identificador de llamadas y, avergonzada por haberme dormido para comerme las uñas de las manos y las de los pies, estaba rehusándose a atenderme. Busqué en internet cómo bloquear mi número en caso de que tuviera identificador y la llamé al fijo para que hubiera más chances de que atendiera ella, porque era el padre quien le atendía el celular.
Mis neuronas no chocaron en vano. Al otro lado del teléfono la voz compungida de la antropófaga Vicky preguntó “¿Quién habla?” Le dije que era yo, que por favor no cortara. Cuán apenada estaba, cuánta vergüenza sentía. Me pidió disculpas de mil maneras distintas. Noté, por el temblor de su voz, que estaba a punto de quebrarse, y quise consolarla.
—Quedate tranquila, Vicky. Hacé de cuenta que estamos a mano por el beso que te di sin tu consentimiento.
—Bueno —me respondió—, pero yo aquella vez te metí una trompada. Tendrías que pegarme para quedar a mano.
—Pegarte no te voy a pegar, pero puedo invitarte a cenar esta noche. ¿Te parece?
Al otro lado del teléfono, Vicky dudaba. Creo que era tan grande la culpa que sentía, que no se atrevió a decirme que no. Me apena un poco haberme aprovechado de la situación de una forma tan vil, pero si no explotara los momentos de debilidad de las mujeres, todavía sería virgen. Para piropearla un poco, la felicité por su dentadura.
—No digas pavadas —me dijo, entre risueña e incrédula.
—Es verdad —insistí—. Tenés una dentadura armoniosa. Las uñas me quedaron súper prolijas. Además, es evidente que tenés una mandíbula muy fuerte, porque con el alicate me cuesta mucho cortarme las uñas de los dedos gordos de los pies, y sin embargo, vos las dejaste perfectas.
—¡Basta, Natalio! Hablemos de otra cosa. Me hacés poner colorada.
Antes de cortar, como quien no quiere la cosa, le pregunté:
—¿Cómo es que se llama el moderador del Grupo de Ayuda? ¿Podés creer que no me acuerdo?
—No sé. Él se autodefine como el hombre sin nombre —dijo y cortó.
Esta noche la paso a buscar para ir a comer algo. Será nuestra primera cita. Espero que todo salga bien, porque tengo pensado invitarla a que trabaje con Christian y conmigo en el proyecto del salón de belleza en los velorios. Vamos a ver qué pasa.

6 comentarios:

  1. Natalio, me acompañás cada día, sos impredecible

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    1. Muchas gracias, Anó Nimo, pero el hecho de acompañarte cada día me hace predecible. Saludos!

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  2. Yo sugiero que uses cinta en la punta de los dedos, algo así como lo que hacen los que juegan al volley (¿o es voley?)
    Pero no sé, la otra vez sugerí usar un protector para la cabeza, y resulta que el tema eran las uñas. A estas alturas, supongo que lo mejor debería ser una armadura.

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    1. Muchas gracias, Fernando, por preocuparte por mi integridad física. Tengo el presentimiento de que en adelante Vicky no me va a hacer más daño.
      Saludos!

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  3. Natalio; yo soy Anónima, retomando la idea del todo por dos pesos,sera posible que haciendo click sobre el tema musical del día pueda escucharlo mientras leo? con esto tendría cubierta la cuota diaria de literatura y música...dos pájaros de un tiro...

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    1. Tendría que analizarlo, Anó Nima, o hacer un curso de hacker con Carlín Calvo.
      Saludos!

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