sábado, 7 de diciembre de 2013

Día 341 - Mi espíritu sociable y festivo

Hoy me desperté cantando “Lo quiero ya”, de Sumo. Ayer había tomado la que quizá sea la decisión más trascendental de mi vida y hoy debía comunicársela a la falsa Lucrecia. Había pensado en llamarla y pedirle que viniera al monoambiente, pero la fragilidad emocional que aqueja a Samuel desde que mi primo Luján, de Luján, desapareció, me llevó a optar por una alternativa.
Nos encontramos unos minutos antes del mediodía en el restorán-gimnasio de sus amigos rusos y ocupamos una mesa apartada de todos y de todo. Pedimos algo para comer, algo para tomar y hablamos durante un buen rato acerca de nada, por la simple necesidad de rellenar el silencio con palabras.

El mozo nos acercó la comida, comimos, ordenamos el postre, nos lo trajeron, lo comimos y pedimos yo un café pequeño y ella un café cortado no con leche, sino con vodka. Después nos mantuvimos en silencio durante unos minutos. Ninguno de los dos se animaba a poner sobre la mesa el asunto que nos había reunido, pero finalmente ella tomó coraje.
―Y bien… ―me dijo.
―Bien, bien ―le dije yo―. Muy rica la comida. Ese cocinero tiene muy buena mano…
―Y bien, ¿qué decidió? ―dijo interrumpiéndome― ¿Va a venirrr conmigo a Rrrusia o va a quedarrrse aquí?
―Ante todo, Lucrecia, dejame decirte que fue muy difícil para mí tomar una decisión. Estoy próximo a cumplir treinta años y, como te imaginarás, y como deducirás del hecho de conocer mi espíritu sociable y festivo, tengo muchos afectos en el país. Sería mucho lo que dejaría atrás si aceptara tu propuesta y abandonara la patria.
―Entonces, ¿se queda? ―me preguntó.
―Sin embargo ―continué diciendo como si su pregunta no hubiera sido pronunciada―, creo que debo tomar la oportunidad de llevar a una boxeadora a conquistar el título europeo y (¿por qué no soñar en grande?), más adelante, el título del mundo.
―Entonces, ¿viene conmigo? ―me preguntó.
―Sí ―le respondí―, me voy con vos. Me voy a vivir a Rusia. ¿Cuándo se supone que partimos?
―Nuestrrro vuelo parrrte el día jueves dos de enerrro de dos mil catorrrce a las diez y veinticinco de la mañana desde el aerrropuerto de Ezeiza con destino a Moscú.
―Perfecto ―dije e hice una seña al mozo para que nos trajera la cuenta.

Al pagar pequé de imprudente, porque lo hice con un billete de cien dólares. Estoy seguro de que ese acto reavivará las sospechas del jefe de la mafia rusa, quien cree, y con razón, que me valí de su dinero para apostar por mi cuenta y sin su consentimiento. Afortunadamente, no estaba ahí cuando esto sucedió, pero estoy seguro de que sus secuaces lo pondrán al corriente.

5 comentarios:

  1. Bueno, bueno, bueno.... ante estas situaciones, Don Natalio, siempre trato de poner por delante la felicidad y la conveniencia del que toma la decisión de partir. Espero que te vaya todo lo bien que te merecés en Rusia, y espero también el blog "x días para la corona del mundo"

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    1. Muchas gracias, Fernando. No es mala idea la del blog, pero dudo que tenga internet durante los primeros meses. Quizá, si alguien de acá se ofreciera, podría enviarle los capítulos por carta para que los transcribieran y los publicaran en el blog.
      Saludos!

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    2. Si no vienen escritos en ruso, yo puedo ofrecerme para irlos publicando hasta que se solucione el tema interné

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    3. Большое спасибо, Фернандо!
      Привет!

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