viernes, 8 de noviembre de 2013

Día 312 - Justicia y sus hermanas

Hoy me desperté cantando “Curitas”, de Charly García. Ayer a la tardecita, luego de la “excursión” con los mafiosos rusos, volví al monoambiente para prepararme para mi primera cita con Justicia Social. Me había perturbado el hecho de haber dejado a Igor, uno de los rusos, tirado en el galpón luego de haber oído la balacera, pero no había nada que pudiera hacer para remediarlo. Además, solamente me había limitado a seguir las instrucciones del jefe de la mafia. No tenía nada que reprocharme.
El dinero que me habían pagado por mis servicios de chofer me permitiría llevar a la hija del candidato al cine, comprar pochoclos y gaseosas, y llevarla luego a un buen restorán. Pensé, creo que con buen criterio, que no podía presentarme en un lugar de nivel con el cuerpo cubierto de vendas, por lo le pedí ayuda a mi primo Luján, de Luján, para quitarme las vendas, y a Samuel, que no cargaba con la mugre propia de las rastas, para desinfectar las heridas. Después, salí a la calle en cuero para que la piel se refrescara con el contacto del aire y compré en el chino una caja que contenía diez paquetes de diez curitas cada uno. Después me senté en un banco de la plaza y, una por una, cubrí mis lastimaduras con aquellas curitas. Me bañé y, para estar a tono, me puse un traje color natural. Volví a salir, subí a mi furgonetita y la pasé a buscar a Justicia por su departamento.

Cuando bajó pude notar que, aunque no se había engalanado para la ocasión, lucía muy hermosa.
―¿Qué pasó? ¿Tuviste una entrevista de laburo? ¿Te disfrazaste de gendarme? ¿Por qué estás tan vestido? ¿Tenés un casamiento? ¿Lavaste la ropa normal y no llegó a secarse? ―me preguntó.
Justicia tenía la costumbre de hacer muchas preguntas antes de que uno pudiera responder la primera.
―Tenía pensado llevarte a un buen lugar ―le dije―. Por eso me vestí bien.
―Bien, mal… es algo relativo ―dijo ella―. No hace falta que vayamos a un lugar lujoso. Yo en un puestito de esos que hay en la costanera o un Mc Donald´s o en un Burger soy feliz.
En el cine, vimos una película de acción de la que no recuerdo ni el nombre, porque el primer disparo me remitió al tiroteo del día anterior y, a partir de ese momento, no pude quitar de mi mente la imagen de Igor agonizando solo sobre suelo enemigo. En Mc Dondald´s, yo vestido de traje, ella vestida de yoguin, hablamos mucho acerca de su padre. Cuando sentí que habíamos alcanzado el nivel de confianza necesario para tocar ciertos temas, hice algo que quería hacer desde el momento en el que supe su nombre: le pregunté por qué, por qué sus padres la habían sometido a semejante ignominia.
―¿Por mi nombre lo decís? ―me preguntó― ¡Cómo se nota que no conocés a mis tres hermanas.
―¿Por qué, cómo se llaman?
―La más grande, Revolución Francesa; después vengo yo, después Luchas Compromiso, y la más chica se llama María Igualdad. Tal vez por eso, para no tener que elegir un nombre, nunca me propuse tener hijos.

3 comentarios:

  1. Bueno, llegado el caso, y por si alguna vez te cruzás con una de otra clase, te puedo sugerir algunos:
    Dolar Blue; Clarín Miente; Nestor Vive y uno que puede ser un poco polémico pero me parece creativo: Todos y Todas.

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    1. Me gustan, Fernando. El último sobre todo, si algún día tengo mellizos de distinto género.
      Saludos!

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  2. Jajaja! Buen humor fernando...

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