Hoy me desperté cantando
“Curitas”, de Charly García. Ayer a la tardecita, luego de la “excursión” con
los mafiosos rusos, volví al monoambiente para prepararme para mi primera cita
con Justicia Social. Me había perturbado el hecho de haber dejado a Igor, uno
de los rusos, tirado en el galpón luego de haber oído la balacera, pero no
había nada que pudiera hacer para remediarlo. Además, solamente me había
limitado a seguir las instrucciones del jefe de la mafia. No tenía nada que
reprocharme.
El dinero que me
habían pagado por mis servicios de chofer me permitiría llevar a la hija del
candidato al cine, comprar pochoclos y gaseosas, y llevarla luego a un buen
restorán. Pensé, creo que con buen criterio, que no podía presentarme en un
lugar de nivel con el cuerpo cubierto de vendas, por lo le pedí ayuda a mi
primo Luján, de Luján, para quitarme las vendas, y a Samuel, que no cargaba con
la mugre propia de las rastas, para desinfectar las heridas. Después, salí a la
calle en cuero para que la piel se refrescara con el contacto del aire y compré
en el chino una caja que contenía diez paquetes de diez curitas cada uno. Después
me senté en un banco de la plaza y, una por una, cubrí mis lastimaduras con
aquellas curitas. Me bañé y, para estar a tono, me puse un traje color natural.
Volví a salir, subí a mi furgonetita y la pasé a buscar a Justicia por su
departamento.
Cuando bajó pude
notar que, aunque no se había engalanado para la ocasión, lucía muy hermosa.
―¿Qué pasó?
¿Tuviste una entrevista de laburo? ¿Te disfrazaste de gendarme? ¿Por qué estás
tan vestido? ¿Tenés un casamiento? ¿Lavaste la ropa normal y no llegó a
secarse? ―me preguntó.
Justicia tenía
la costumbre de hacer muchas preguntas antes de que uno pudiera responder la
primera.
―Tenía pensado
llevarte a un buen lugar ―le dije―. Por eso me vestí bien.
―Bien, mal… es
algo relativo ―dijo ella―. No hace falta que vayamos a un lugar lujoso. Yo en
un puestito de esos que hay en la costanera o un Mc Donald´s o en un Burger soy
feliz.
En el cine,
vimos una película de acción de la que no recuerdo ni el nombre, porque el
primer disparo me remitió al tiroteo del día anterior y, a partir de ese
momento, no pude quitar de mi mente la imagen de Igor agonizando solo sobre
suelo enemigo. En Mc Dondald´s, yo vestido de traje, ella vestida de yoguin, hablamos
mucho acerca de su padre. Cuando sentí que habíamos alcanzado el nivel de
confianza necesario para tocar ciertos temas, hice algo que quería hacer desde
el momento en el que supe su nombre: le pregunté por qué, por qué sus padres la
habían sometido a semejante ignominia.
―¿Por mi nombre
lo decís? ―me preguntó― ¡Cómo se nota que no conocés a mis tres hermanas.
―¿Por qué, cómo
se llaman?
―La más grande, Revolución Francesa; después
vengo yo, después Luchas Compromiso, y la más chica se llama María Igualdad.
Tal vez por eso, para no tener que elegir un nombre, nunca me propuse tener
hijos.
Bueno, llegado el caso, y por si alguna vez te cruzás con una de otra clase, te puedo sugerir algunos:
ResponderEliminarDolar Blue; Clarín Miente; Nestor Vive y uno que puede ser un poco polémico pero me parece creativo: Todos y Todas.
Me gustan, Fernando. El último sobre todo, si algún día tengo mellizos de distinto género.
EliminarSaludos!
Jajaja! Buen humor fernando...
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