martes, 15 de octubre de 2013

Día 288 - Dos mujeres peleando por mi amor

Hoy me desperté cantando “No hay tiempo que perder”, de Los Gatos. ¡No había tiempo que perder! ¡Me levanté, me bañé, me vestí y salí de raje rumbo al gimnasio, previa parada en la casa de la Falsa Lucrecia para pasar a buscarla! ¡Estaba alterado! ¡Nos quedaban cuatro días de entrenamiento antes de la pelea! ¡Cuatro días nada más! ¡No lo podía creer! ¡Llegamos al gimnasio a primera hora! ¡Yo tengo llave, así que no tengo que pedirle permiso a Arnoldo Jorge Negri! ¡Puedo entrar y salir cuando a mí se me antoje! ¡No había nadie ahí! ¡Mejor, así podríamos disponer del cuadrilátero sin la necesidad de andar cantando “pri” o reservando turnos!
¡Empezamos a guantear! ¡Lucrecia no estaba poniendo todas las energías que ameritaba la situación! ¡Faltaban cuatro días para la pelea! “¿Qué le pasa?”, ¡me pregunté!
―¿Qué te pasa? ―le pregunté.
¡No me respondió!
―¿Qué te pasa? ―volví a preguntarle.
¡No me respondió!
―¿Qué te pasa? ―insistí.
―¡Que me tenés podrrrida! ―me dijo― ¿Porrr qué estás tan nerrrvioso? ¿No te das cuenta de que me ponés nerrrviosa a mí?
¡Ay! ¡Cómo la extraño a Vicky! Ella nunca se habría permitido tratarme de esa manera. O sí, pero no importa, con ella era distinto, porque me maltrataba por amor. Esta ucraniana, en cambio, me trata con un odio genuino e indisimulable. Me pregunto si tendrá los papeles al día, porque sí no, no digo que vaya a hacerlo, pero maltratándome de esa manera corre el riesgo de que la denuncie por inmigrante ilegal.
En eso estaba, comparando a mi nueva alumna con mi ex pupila y amada, cuando Arnoldo y Vicky ingresaron al gimnasio. Daba la impresión de que venían de correr (o de un telo), porque tenían las caras coloradas, como quien acaba de hacer un gran esfuerzo físico, y el pelo mojado, como quien acaba de bañarse luego de haber hecho ese gran esfuerzo físico. Por suerte, con el correr de las horas mucha gente había ido llegando, así que pude ocultarme detrás de una columna y evitar que me vieran. Lucrecia quedó sola sobre el cuadrilátero. Arnoldo y Vicky se acercaron y él le preguntó si, ya que estaba ahí, estaría dispuesta a hacer guantes con Vicky.
Ahí estaban, dos mujeres peleando por mi amor. La disputa comenzó siendo amena y pareja, pero tras cada golpe conectado la tensión crecía un poco más, hasta que Arnoldo se vio obligado a suspender el entrenamiento luego de que un derechazo certero de Lucrecia hiciera que Vicky se hincara sobre la lona. La mirada de Vicky era una mezcla de frustración, orgullo herido y sed de venganza, pero no tuvo más remedio que acatar la decisión de Arnoldo. Lucrecia abandonó el cuadrilátero y fue al vestuario a bañarse. Yo salí sin que nadie me viera y la esperé en la furgonetita. Cuando subió, la felicité por su tenacidad, le marqué algunos vicios que había detectado en su postura y sus golpes, y la llevé hasta su casa.

4 comentarios: