lunes, 14 de octubre de 2013

Día 287 - Cuatro días para el evento

Hoy me desperté cantando “Positiva”, de Érica García. Me levanté de la cama y caminé hasta el baño. Cantando frente al espejo me di cuenta de que estaba harto de mi vida. Necesitaba despejarme, hablar con alguien, pero todas las personas a las que solía recurrir en situaciones delicadas como la que estaba atravesando eran parte del problema y no serían, por ende, parte de la solución. No podía ir a contarle a Vicky que sospechaba que Vicky me estaba engañando con Arnoldo Jorge Negri ni iba a contarle a mi viejo que sabía que la familia africana de mi viejo estaba en Argentina y en contacto con él. Tampoco podía acudir a mi primo Luján, de Luján, porque, sumergido en plena etapa de reconciliación, no tenía cabeza más que para sus flamantes rastas y su nuevamente amigo Samuel.

Ni bien sonó el timbre recordé que ese día tendríamos el segundo entrenamiento con la falsa Lucrecia en su preparación para la que sería su pelea debut en suelo argentino. Sabía que era ella, por lo que bajé directamente, sin atender el portero eléctrico. Cuando llegué a planta baja Lucrecia estaba prendida al timbre, diciendo en su idioma natal lo que supuse que sería un insulto contra mi persona. Teniendo en cuenta mi situación emocional, se me ocurrió proponerle que dedicáramos la jornada completa a caminar por la ciudad y charlar.
―Si queremos funcionar como equipo ―le dije― tendremos que conocernos en detalle.
―Lo que vos digas, entrrrenadorrr ―dijo ella.
Una vez que me dio su aprobación, nos pusimos a andar y aproveché la caminata para contarle todo acerca de mi viejo, de sus múltiples familias, de mis sospechas en torno a la relación que mantenía Vicky con el Gigante Musculoso… En más de una ocasión quiso interrumpirme para contarme acerca de su infancia, del hambre, de los bombardeos, de las escisiones y los constantes conflictos de frontera. Sin embargo, no dejé que se explayara demasiado con sus dramas. ¿Qué clase de ser humano era? ¿No se daba cuenta de que, en el estado de sensibilidad en el que me encontraba, cualquier anécdota triste podía hacerme mucho daño?
En un descanso de nuestra charla principal se me ocurrió consultarle por la fecha de la pelea, porque quería organizar el cronograma de entrenamiento y darle instrucciones para la alimentación.
―El sábado ―me dijo ella.
―¿Qué sábado? ―le pregunté alarmado.
―El prrróximo.
―¿El próximo próximo? ¿Este que viene ahora o el otro?
―Este que viene ahorrra ―me dijo―. La pelea es el sábado diecinueve de octubrrre.

―¡Pero!, ¿vos te volviste completamente loca, Lucrecia? ¿Cómo no me avisaste antes? Desperdiciamos un día entero de entrenamiento y ahora nos quedan nada más que cuatro días para prepararte para el evento.

2 comentarios:

  1. ¡Tremendo! ¿Cómo puede no darse cuenta de lo que te está pasando? En fin, igual creo que tenés que darle todo tu conocimiento de entrenador. Ella va a poner lo suyo para sacar la pelea adelante.

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    1. Yo creo que sí. Tiene cualidades boxísticas. Lamentablemente, no puedo decir lo mismo de su costado humano.
      Saludos!

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