viernes, 16 de agosto de 2013

Día 228 - No me defraudes

Hoy me desperté cantando “Pedro Navaja”, de Rubén Blades. Gracias al dj en mi cabeza Vicky se sintió con derecho a hacerme preguntas respecto a la sorpresa que le dije que estaba preparando para ella. Se pasó la mañana tratando de adivinar de qué se trataba y, lo que era peor, daba la impresión de que tras cada intento fallido redoblaba la apuesta. Comenzó preguntando si íbamos a ir a cenar; luego, si iba a comprarle ropa; después, si iba a contratar a un cantante famoso para que le cantara una serenata, y hasta sugirió la posibilidad de que yo le propusiera casamiento. Fue entonces cuando dije “basta”, porque si permitía que siguiera adivinando, sus expectativas iban a ser tan desmesuradas que, hiciera lo que hiciera, no conseguiría conformarla.
—¡Me cansaste! —le dije— ¡Estoy organizando un viaje para este fin de semana! ¿Ves lo que lográs por preguntar tanto? ¡Ahora te quedaste sin sorpresa!

—Y ¿a dónde me vas a llevar? —preguntó.
—A Colonia, Uruguay —le dije nombrando el primer destino que me vino a la mente.
—¿Cuándo salimos?
—Mañana.
—Y ¿cuándo volvemos?
—El lunes.
—Bueno, voy a casa de papá así busco algo de ropa de pileta. Porque vamos a un hotel con pileta, ¿no?
—Sí, sí —le dije—. Andá a buscar. Saludos a tu padre.
¡La puta madre! ¿Por qué no habré dicho Cariló o Mar del Plata o San Clemente del Tuyú o Chacharramendi o Sierra de la Ventana o Merlo o el Delta del Paraná o Miramar o Arroyo Venado o Venado Tuerto? ¿Por qué tuve que decir Colonia, Uruguay? En vísperas de un fin de semana largo, me llevó más de tres horas conseguir una habitación en un hotel con pileta. El costo del hospedaje sumado al de los pasajes en barco y las comidas va a agotar mis últimas reservas financieras. Para colmo, tuve que llamar a mi primo Luján, de Luján, y comunicarle que tendría que hacerse cargo de la Fundación por todo el fin de semana.
—Pero ¿qué tengo que hacer? —me preguntó.
—Darles de comer, mantener limpias las instalaciones, lavarles la ropa, coordinar las recreaciones, atender a los reclamos y pedidos de los Pelotudos y sus mujeres, darles cannabis medicinal cada vez que sus Problemas los desborden, mediar entre ellos y los inquilinos del conventillo, hacer las compras y alguna cosa más que debo estar olvidando —le respondí.
—Es decir que tengo que seguir haciendo lo que hago todos los días —concluyó.

—Sí, con la diferencia de que yo no voy a estar acá para sacar las papas del fuego cada vez que sea necesario. Confío en vos, Luján, por eso te elegí para quedar a cargo. No me defraudes.

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