Hoy me desperté cantando “Pedro Navaja”, de Rubén Blades. Gracias al dj en mi cabeza Vicky se
sintió con derecho a hacerme preguntas respecto a la sorpresa que le dije que
estaba preparando para ella. Se pasó la mañana tratando de adivinar de qué se
trataba y, lo que era peor, daba la impresión de que tras cada intento fallido
redoblaba la apuesta. Comenzó preguntando si íbamos a ir a cenar; luego, si iba
a comprarle ropa; después, si iba a contratar a un cantante famoso para que le
cantara una serenata, y hasta sugirió la posibilidad de que yo le propusiera casamiento.
Fue entonces cuando dije “basta”, porque si permitía que siguiera adivinando,
sus expectativas iban a ser tan desmesuradas que, hiciera lo que hiciera, no
conseguiría conformarla.
—¡Me cansaste! —le dije—
¡Estoy organizando un viaje para este fin de semana! ¿Ves lo que lográs por
preguntar tanto? ¡Ahora te quedaste sin sorpresa!
—Y ¿a dónde me vas a llevar?
—preguntó.
—A Colonia, Uruguay —le dije
nombrando el primer destino que me vino a la mente.
—¿Cuándo salimos?
—Mañana.
—Y ¿cuándo volvemos?
—El lunes.
—Bueno, voy a casa de papá
así busco algo de ropa de pileta. Porque vamos a un hotel con pileta, ¿no?
—Sí, sí —le dije—. Andá a
buscar. Saludos a tu padre.
¡La puta madre! ¿Por qué no
habré dicho Cariló o Mar del Plata o San Clemente del Tuyú o Chacharramendi o
Sierra de la Ventana o Merlo o el Delta del Paraná o Miramar o Arroyo Venado o
Venado Tuerto? ¿Por qué tuve que decir Colonia, Uruguay? En vísperas de un fin
de semana largo, me llevó más de tres horas conseguir una habitación en un
hotel con pileta. El costo del hospedaje sumado al de los pasajes en barco y
las comidas va a agotar mis últimas reservas financieras. Para colmo, tuve que
llamar a mi primo Luján, de Luján, y comunicarle que tendría que hacerse cargo
de la Fundación por todo el fin de semana.
—Pero ¿qué tengo que hacer?
—me preguntó.
—Darles de comer, mantener
limpias las instalaciones, lavarles la ropa, coordinar las recreaciones,
atender a los reclamos y pedidos de los Pelotudos y sus mujeres, darles
cannabis medicinal cada vez que sus Problemas los desborden, mediar entre ellos
y los inquilinos del conventillo, hacer las compras y alguna cosa más que debo
estar olvidando —le respondí.
—Es decir que tengo que
seguir haciendo lo que hago todos los días —concluyó.
—Sí, con la diferencia de
que yo no voy a estar acá para sacar las papas del fuego cada vez que sea
necesario. Confío en vos, Luján, por eso te elegí para quedar a cargo. No me
defraudes.
¡Qué bien! Espero que pasen un muy buen fin de semana
ResponderEliminarMuchas gracias, Fernando.
EliminarSaludos!