lunes, 8 de julio de 2013

Día 189 - Pero entonces llegó el doctor...

Hoy me desperté cantando “La canción de la vacuna”, de María Elena Walsh. Había dormido en la parte inferior de la cama marinera, porque mientras viva conmigo, Vicky ocupará la parte superior. Cuando comencé a cantar abrió, con mucho esfuerzo, el ojo menos afectado tras la pelea y me miró con incredulidad. Teniendo en cuenta los golpes que recibió en la cabeza, no será difícil convencerla de que todo fue producto de su imaginación. De todos modos, para darle un fundamento lógico a la idea de que hubiera alucinado conmigo cantando la canción del brujito de Gulubú y el doctor, decidí llamar a un médico para que viniera a verla. Había pensado en llamar a un brujo, pero para contactarlo habría tenido que pedirle el número a mi vieja y no quería pasar por esa situación. Me habría preguntado por qué necesitaba un brujo, si alguien me había engualichado o si, por el contrario, era yo el que pretendía engualichar a alguien, y tantas otras cosas que no estaba dispuesto a responder. Además, el estado de salud de Vicky ameritaba una consulta con un profesional.

Para el almuerzo, preparé una sopa y le serví un poco a Vicky en una taza en la que puse la bombilla del mate. Al parecer, la sopa no estaba muy buena, porque ni bien la probó puso cara de asco y en seguida me preguntó por Luján.
—Luján no está viviendo más acá. Se fue a vivir al conventillo con el mimo. No te conté antes, porque no quise sumarte preocupaciones antes de la pelea —le dije.
—¿Y Samuel? —me preguntó y me devolvió la taza que acababa de darle.
—Se fue con ellos unos días después de que se fuera Luján.
—Seguro se fue para cuidar a tu primo. ¡Ese Sammy… es puro corazón!
Iba a decirle que la lacra esa a la que ella llamaba “Sammy” se había ido porque la comida se había acabado y que yo, en cambio, le había ganado una apuesta a Héctor “Bicicleta” Perales gracias a la cual tendría el control sobre la planta más alta del conventillo, en la que, casualmente, duermen Luján, Samuel y el mimo, pero entonces llegó el doctor, manejando un cuatrimotor, y ¿saben lo que pasó? ¿No?
Tuve que bajar a abrirle porque el portero eléctrico se rompió. Me puse contento al descubrir que habían mandado a una mujer. Por más que fuera un asunto profesional, no quería que ningún hombre le pusiera una mano encima a Vicky. En el ascensor, hablamos del clima y después me preguntó a quién era el paciente.
—Vicky —le dije.
—¿Quién es? ¿Tu mujer?
Le respondí que sí, porque estábamos llegando y hubiese sido demasiado engorroso explicarle que era mi novia, que recién estábamos empezando y que no vivíamos juntos más que circunstancialmente. No sé si la doctora se había hecho ideas equivocadas conmigo, porque desde que la vio a Vicky y confirmó que mi corazón tenía dueña su trato para conmigo pasó de la amabilidad a la desconfianza. La revisó, le recetó calmantes, le indicó que, ni bien pudiera movilizarse, fuera a hacerse determinadas placas y me pidió que me fuera a otro ambiente para darles privacidad, pero como no teníamos otro ambiente me tuve que ir al pasillo. Finalmente salió y se negó a subirse al ascensor conmigo.
—Bajo por la escalera —me dijo, visiblemente asustada.
—¡Pero no anda el portero eléctrico! —le grité asomándome al hueco de las escaleras— ¿Quién te va a abrir?
—¡No importa! ¡No te preocupes! ¡Yo me arreglo!

¿Qué le sucedía a esa loca? ¿Será cierto eso que dicen, que un hombre se vuelve más atractivo por el simple hecho de estar casado? ¿Por qué una mujer que casi no me conoce actuaría como una despechada? Quizá, justamente, por eso… porque no me conoce. 

4 comentarios:

  1. Ay Natalio, me haces acordar a una vieja amiga mía, musito, a veces sos tan ingenio que me das ternura, saludos

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    1. Muchas gracias, Anó, pero no me considero mustio. Tampoco creo haber hecho algo tan ingenioso.
      Saludos!

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  2. Don Natalio, es una tragedia que hayan mandado una mujer, porque eso arruina por completo la bella canción de María Elena... no me imagino cantando "entonces llegó la doctora, manejando una cuatrimotora"... no me lo imagino.

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    1. Es un buen punto, Fernando, pero quizá podríamos contactar a Panam para que haga la adaptación de la letra.
      Saludos!

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