martes, 9 de julio de 2013

Día 190 - La denuncia

Hoy me desperté cantando “El peor”, de Las Pelotas, y me pasé un buen rato contemplándola a Vicky mientras dormía. Su rostro, algo desinflamado, ya insinuaba los rasgos finos que definen su hermosura, pero ella no estaba bien. Los calmantes que le había recetado la médica deben ser muy potentes, porque desde que había despertado no había hecho más que emitir sonidos incomprensibles y pronunciar frases inconexas. Como de costumbre, le preparé una sopa y, como de costumbre, se negó a tomarla. Llevaba dos días sin casi comer, por lo que me sentí en la obligación de ir a comprar algo para que se alimentara y así evitar que desfalleciera.
Regresé a la media hora con una porción de puré de papas, un vaso de medio litro de licuado de frutas, medio quilo de helado, dulce de leche, mermelada de durazno y otros productos que no requerían masticación. En la puerta del edificio, un policía presionaba con insistencia uno de los timbres del tablero. Desconocía el motivo de su visita, pero pensé que no me hubiera gustado ser la persona a la que estaba buscando y, por curiosidad, eché un vistazo para saber de qué vecino se trataba. Vaya susto me pegué al descubrir que estaba llamando a nuestro departamento.
—Di… Disculpe, oficial —le dije.
—¿Qué se le ofrece, masculino? —me preguntó.
—Por casualidad, ¿está tocando en el quinto “C”?
—Negativo —por un momento sentí que me volvía el alma al cuerpo—. No es la casualidad la causal de mi visita.
—Pero, ¿está tocando en el quinto “C”? —le pregunté, algo confundido tras su respuesta anterior.
—Afirmativo. Busco a un masculino de veintinueve años, tez blanca, pelo castaño, culo femenino…
—Sí, soy yo —le dije y me di vuelta para que pudiera corroborarlo—. ¿Qué se le ofrece, oficial?
—Permítame su DNI, por favor.
Le entregué mi documento.
—Señor Gris, tengo registro de una denuncia por violencia de género en su contra. Permítame ingresar a su departamento. Aquí tiene la orden que avala mi solicitud.
¿Violencia de género? Entendí, entonces, por qué la doctora que nos había visitado el día anterior había comenzado a actuar de un modo tan extraño luego de haberla visto a Vicky. Yo no le había dicho que los golpes y las heridas eran consecuencia de una pelea de boxeo y la muy boluda habrá creído que yo le había pegado e hizo la denuncia.
Subimos y el oficial me pidió que me quedara sentado. Intenté aclarar el malentendido, pero cada vez que me proponía hablar, me mandaba a callar de un grito.
—¡Cállese la boca, abusivo! —me decía.
Se acercó a Vicky y trató de interrogarla, pero, con las neuronas adormecidas por el efecto de los calmantes, ella no respondió nada en concreto.
—Atento, Sanchez, me copia —dijo hablando por su radio.
—Atento, Sanchez, me copia —repitió.
—Afirmativo, Gonzalez, lo copio —contestó, del otro lado, una voz tan despersonalizada como la suya.
—Confirmo presencia de un femenino de aproximadamente treinta años, claros signos de violencia en cuerpo y rostro, consumo reciente de narcóticos, cabello castaño, senos turgentes. El sospechoso responde al nombre de Gris, Natalio. Solicito averiguación de antecedentes.
El oficial volvió a pedirme mi documento e informó el número a través de su radio. A los pocos minutos, le informaron que había pesado sobre mi persona una denuncia por estupro, posesión, consumo y tráfico de narcóticos, que luego había sido desestimada. Era la denuncia que había hecho la propietaria de mi antiguo departamento, la misma de la que me había librado mi ex socio, el taxista abogado.
—Aguardo instrucciones, Sanchez —dijo el oficial.
—El sospechoso será llamado a declarar a la mayor brevedad posible —respondió la voz al otro lado de su radio—. Queda usted de guardia domiciliaria hasta que reciba la citación.
¡La puta madre! Ahora tenemos al oficial Gonzalez en el pasillo, haciendo guardia en la puerta del monoambiente. Si Vicky pudiera hablar, le explicaría y podríamos resolver este malentendido, pero apenas si puede articular dos palabras. ¿Qué hago? ¿Lo llamo a Arnoldo para que confirme mi versión o debería contactar a un abogado?

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