sábado, 20 de abril de 2013

Día 110 - En un hotel de mala muerte

Hoy me desperté cantando “Entre la tierra y el cielo”, de Los Nocheros. Samuel y mi primo Luján cantaron conmigo, y el mimo de Plaza Francia, que había pasado la noche en la bañera, salió del baño y nos acompañó traduciendo la letra de la canción al lenguaje de señas. Ni bien terminamos de cantar, Luján preparó el desayuno para los cuatro. Si hay que hacer algo, como barrer o limpiar los vidrios, el mimo se hace el desentendido, pero basta que alguno de nosotros se ocupe de la tarea para que él se ponga a remedarlo con mímicas. En un momento, por ejemplo, sonó el timbre. Lo miré invitándolo a que fuera a atender, pero el muy turro no apartó la mirada de su taza. Ahora, cuando me puse de pie para ir a atender, el se puso de pie y caminó detrás de mí. Levanté el portero eléctrico, él se detuvo junto a mí y levantó un tubo imaginario.

—¿Quién es? —pregunté.
—¡Vicky! —me respondió una voz al otro lado—. Bajá, que estoy cargada y no encuentro la llave.
Antes de colgar el portero eléctrico, pude oír las voces de los vecinos preguntando quién era. Seguramente, Vicky, que tendría puestos los guantes de cocina, habría apretado un montón de botones en el intento por apretar el de su monoambiente. Bajé y el mimo bajó conmigo. Vicky esperaba detrás de la puerta y cargaba un bolso gigantesco.
—No me digas que vos también te venís a vivir con nosotros. ¿Te peleaste con tu viejo? —le pregunté.
—Jaja. ¡No! ¡Qué ocurrencia, Don Natalio! —me respondió.
—Y entonces, ¿qué traés en el bolso?
—Nada —me dijo—. Compré una bolsa de boxeo profesional, para que la cuelgues en algún rincón del departamento, así retomamos los entrenamientos.
Vicky tenía razón. Desde su victoria sobre “La Mole Moni” no habíamos vuelto a entrenar, y si bien es cierto que obtuvo un triunfo inobjetable, no es menos cierto que hubo una gran cuota de azar. El futuro nos presentará retos más importantes y es mi obligación prepararla con mayor profesionalismo. Para ello sería fundamental que contáramos con la escaladora que me habían robado los inquilinos del conventillo con la excusa de que había sido declarada Patrimonio Histórico del lugar. Mientras Luján instalaba la bolsa de boxeo en uno de los cuatro rincones del monoambiente y el mimo remedaba sus movimientos, yo pensaba en que tendría que idear un plan de invasión a los dominios de Héctor “Bicicleta” Perales, encargado del conventillo, para recuperar la escaladora y en que sería conveniente sumar un buen preparador físico al equipo de entrenamiento. Pero ¿quién?
—Esto es una mugre —dijo Vicky y paseó una mirada de asombro por el departamento—. ¿Cómo pueden vivir en este chiquero?
Tenía razón. Pero ¿qué esperaba? Somos cuatro hombres en un monoambiente. Le dije que se quedara tranquila, que conocía a la persona ideal para que limpiara el departamento, que la llamaría en el transcurso de la semana, pero no me prestó demasiada atención, porque Luján había terminado de instalar la bolsa de boxeo y corrió ansiosa a ensayar los golpes que yo le había enseñado. El mimo remedaba sus movimientos. Entrenamos hasta entrada la noche y solamente interrumpimos en los momentos en los que Luján nos llamó para hacer las distintas comidas del día. Después de cenar, mientras compartíamos la sobremesa, Vicky lo miró a Samuel y le dijo:
—¿Vamos, Sammy?
Samuel asintió con la cabeza y se puso de pie.
—¿Adónde van? —les pregunté.
—A ningún lado —contestó él y salieron.
Aún estoy esperando a que el turro regrese. No vino a dormir y temo que esté pasando la noche con mi amada Vicky en algún hotel de mala muerte.

4 comentarios:

  1. Don Natalio, este Samuel (del que casi no recordamos su verdadero nombre con p), es un grano en el culo. ¡Qué complejo es el amor!

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    1. Quedate tranquilo, Fernando, que yo sí recuerdo su verdadero nombre. A veces pienso en empezar a llamarlo de esa manera, pero no lo hago, porque tengo códigos.
      Saludos!

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  2. Vicki típica actitud femenina justifiques y Samuel es tan p... Que se deja usar, ella te ama, saludos

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    1. Muchas gracias, Anó, por el mensaje cifrado. Cuando tenga tiempo, trataré de descifrarlo. Me parece muy prudente de tu parte, sobre todo si tenemos en cuenta los extraños acontecimientos que estoy enfrentando últimamente.
      Saludos!

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