Hoy
me desperté cantando “Entre la tierra y el cielo”, de Los Nocheros. Samuel y mi
primo Luján cantaron conmigo, y el mimo de Plaza Francia, que había pasado la
noche en la bañera, salió del baño y nos acompañó traduciendo la letra de la
canción al lenguaje de señas. Ni bien terminamos de cantar, Luján preparó el
desayuno para los cuatro. Si hay que hacer algo, como barrer o limpiar los
vidrios, el mimo se hace el desentendido, pero basta que alguno de nosotros se
ocupe de la tarea para que él se ponga a remedarlo con mímicas. En un momento,
por ejemplo, sonó el timbre. Lo miré invitándolo a que fuera a atender, pero el
muy turro no apartó la mirada de su taza. Ahora, cuando me puse de pie para ir
a atender, el se puso de pie y caminó detrás de mí. Levanté el portero
eléctrico, él se detuvo junto a mí y levantó un tubo imaginario.
—¿Quién
es? —pregunté.
—¡Vicky!
—me respondió una voz al otro lado—. Bajá, que estoy cargada y no encuentro la
llave.
Antes
de colgar el portero eléctrico, pude oír las voces de los vecinos preguntando
quién era. Seguramente, Vicky, que tendría puestos los guantes de cocina,
habría apretado un montón de botones en el intento por apretar el de su
monoambiente. Bajé y el mimo bajó conmigo. Vicky esperaba detrás de la puerta y
cargaba un bolso gigantesco.
—No
me digas que vos también te venís a vivir con nosotros. ¿Te peleaste con tu
viejo? —le pregunté.
—Jaja.
¡No! ¡Qué ocurrencia, Don Natalio! —me respondió.
—Y
entonces, ¿qué traés en el bolso?
—Nada
—me dijo—. Compré una bolsa de boxeo profesional, para que la cuelgues en algún
rincón del departamento, así retomamos los entrenamientos.
Vicky
tenía razón. Desde su victoria sobre “La Mole Moni” no habíamos vuelto a
entrenar, y si bien es cierto que obtuvo un triunfo inobjetable, no es menos
cierto que hubo una gran cuota de azar. El futuro nos presentará retos más
importantes y es mi obligación prepararla con mayor profesionalismo. Para ello
sería fundamental que contáramos con la escaladora que me habían robado los
inquilinos del conventillo con la excusa de que había sido declarada
Patrimonio Histórico del lugar. Mientras Luján instalaba la bolsa de boxeo en
uno de los cuatro rincones del monoambiente y el mimo remedaba sus movimientos,
yo pensaba en que tendría que idear un plan de invasión a los dominios de
Héctor “Bicicleta” Perales, encargado del conventillo, para recuperar la
escaladora y en que sería conveniente sumar un buen preparador físico al equipo
de entrenamiento. Pero ¿quién?
—Esto
es una mugre —dijo Vicky y paseó una mirada de asombro por el departamento—. ¿Cómo
pueden vivir en este chiquero?
Tenía
razón. Pero ¿qué esperaba? Somos cuatro hombres en un monoambiente. Le dije que
se quedara tranquila, que conocía a la persona ideal para que limpiara el
departamento, que la llamaría en el transcurso de la semana, pero no me prestó
demasiada atención, porque Luján había terminado de instalar la bolsa de boxeo
y corrió ansiosa a ensayar los golpes que yo le había enseñado. El mimo remedaba sus movimientos. Entrenamos
hasta entrada la noche y solamente interrumpimos en los momentos en los que
Luján nos llamó para hacer las distintas comidas del día. Después de cenar,
mientras compartíamos la sobremesa, Vicky lo miró a Samuel y le dijo:
—¿Vamos,
Sammy?
Samuel
asintió con la cabeza y se puso de pie.
—¿Adónde van? —les pregunté.
—A
ningún lado —contestó él y salieron.
Aún estoy esperando a que el turro regrese. No vino a
dormir y temo que esté pasando la noche con mi amada Vicky en algún hotel de
mala muerte.
Don Natalio, este Samuel (del que casi no recordamos su verdadero nombre con p), es un grano en el culo. ¡Qué complejo es el amor!
ResponderEliminarQuedate tranquilo, Fernando, que yo sí recuerdo su verdadero nombre. A veces pienso en empezar a llamarlo de esa manera, pero no lo hago, porque tengo códigos.
EliminarSaludos!
Vicki típica actitud femenina justifiques y Samuel es tan p... Que se deja usar, ella te ama, saludos
ResponderEliminarMuchas gracias, Anó, por el mensaje cifrado. Cuando tenga tiempo, trataré de descifrarlo. Me parece muy prudente de tu parte, sobre todo si tenemos en cuenta los extraños acontecimientos que estoy enfrentando últimamente.
EliminarSaludos!