Hoy me desperté cantando
“Pupilas lejanas”, de Los Pericos. En honor a la verdad debo admitir que sólo
una de mis pupilas permanece lejos de mí y es, justamente, la que yo más
quiero. La otra, la falsa Lucrecia, está siempre cerca, entrenando como una
máquina que no conoce de descansos ni necesita de mis instrucciones para
funcionar. ¿Qué hago, entonces, si no me necesita, si no cumplo ninguna
función, si no aporto nada, todavía afiliado a su equipo de trabajo? Eso pensé
esta mañana y por eso tomé la decisión de comunicarle mi renuncia, pero justo
cuando iba a pedirle que hiciera una pausa en su entrenamiento para darle la
noticia, Igor se acercó para decirme, en un ruso ininteligible que ella tradujo
mientras continuaba tirando golpes, que el jefe me mandaba a llamar.
Caminando detrás
de ese ropero humano, salí del gimnasio, atravesé la cocina y me senté en la
mesa principal, aquella a la que sólo se puede acceder si todos los integrantes
de las diez generaciones que te preceden son rusos o ucranianos. En caso
contrario, la invitación expresa del jefe es el único boleto válido para
sentarse en la silla en la que yo me senté.
―¿Qué pasa,
jefe? ―le pregunté.
―Natalio ―me
dijo―, vos conoces a la mujer peleadora que enfrentará a Natasha. ¿Verdad?
Cuando decía
Natasha, se refería a la falsa Lucrecia.
―Sí ―le respondí―. Fuimos
novios pero ahora nada. El problema es que yo…
―No importa el problemo
―dijo interrumpiéndome―. La conoces, ¿verdad?
―Sí ―dije y sostuve el
silencio.
―Perfecto. Entonces te vas a
ocupar de que caiga en el séptimo round.
―¿Cómo? ¿Qué tengo que
hacer? ¿Cuándo? ¿Por qué?
―”Cómo” es un problemo tuyo.
“Qué” ya te lo dije. Tienes que asegurarte que la otra pierda por nocaut.
“Cuándo”, en el round siete. “Por qué”, porque valoras la vida de todos los que
alguna vez has querido.
―¿Eso fue una amenaza? ―le
pregunté.
―No ―dijo él―, y aquí no
funciona una casa de apuestas ilegales.
Perfecto. La aclaración me tranquilizó, porque
por un momento había creído que realmente me estaban presionando y que de
verdad me estaban apretando para que, de alguna forma, manipulara el desarrollo
de la pelea.
Falsa Lucrecia, falsa amenza, Falsa casa de apuestas. Esto es una verdadera falsedad.
ResponderEliminarFalso!
EliminarSaludos!
Coacción es la palabra, que determina el accionar de está gente, vos a Vicky no le debes nada, que muerda el polvo por turra, no le va a venir mal una lección.
ResponderEliminarTurra? Vicky? Por qué? Qué sabés? Te enteraste de algo?
EliminarSaludos!