Hoy me
desperté cantando “I heard love is blind”, de Amy Winehouse. A eso de las nueve de la mañana, después de que una
enfermera hubiera renovado mi suero, alguien me habló desde la otra cama. Supuse
que habría sido el viejo que la había ocupado al menos hasta la hora en la que
me había dormido durante la noche anterior, pero no, el que me hablaba era Luis
Miguel, que por lo visto, vestido y todo, se había metido bajo las sábanas.
—Pablito, ¿cómo
estás? —me preguntó.
Venía a verme
por un trabajo de investigación. Lo supe porque, en lugar de llamarme por mi
nombre, había pronunciado mi nombre de encubierto.
—Bien, bien —le
respondí—. Pero, ¿qué hacés acá? ¿Qué hiciste con el viejo que estaba en esa
cama?
—Al viejo le dio
el alta San Pedro y yo estoy acá porque tengo un trabajo para vos —dijo y se
cubrió hasta la cabeza con las sábanas porque se oyeron pasos en el pasillo.
—¿Un trabajo?
Definitivamente, vos no tenés respeto por nada. ¿No ves cómo estoy?
—Justamente por
eso te vine a ver. El trabajo es acá adentro, en el hospital.
—A ver, decime, ¿en
qué consiste? —le pregunté.
—Un clásico. La
mujer de un médico quiere saber si…
—Sí, sí, ya sé —lo
interrumpí—, quiere saber si el marido la engaña con alguna médica, paciente o
enfermera.
—No, eso más que
un clásico es una obviedad. No seas ingenuo. ¿Quién va a gastar dinero en
detectives para averiguar algo que sabe todo el mundo? ¿Para qué estudia
medicina la gente si no es para adquirir, junto al título, el derecho a ser
infiel? Lo que quiere saber la mujer de este médico es si el marido está
comiendo las viandas que ella le prepara o sí, por el contrario, come cualquier
cosa. Al parecer, el tipo le insistió a la mina para que se ponga a dieta y
baje dos kilitos de más que él dice que ella tiene, ella le dijo que no le
parecía justo el reclamo, porque él tiene, por lo menos, treinta kilos de más. Acordaron
hacer la dieta juntos. Ella adelgazó y el engordó. Él se escuda diciendo que
tiene un problema genético, pero ella no le cree y sospecha que come cualquier
cosa acá en el hospital. ¿Está claro?
—No.
—Bueno, lo que tenés que hacer es informarme qué
come este médico —dijo y me alcanzó una foto—. Me informás cualquier cosa que
se meta a la boca, ya sea un caramelo, un pollo al espiedo, un malvavisco o un
escarbadientes.
Definitivamente, Luis Miguel es un detective para señoras.
ResponderEliminar"Detective para señoras", gran nombre para una película dirigida por Gerardo. ¿Tendrás el número de él para pasarle la idea?
EliminarSaludos!
Uh! Perdí los datos del celular. Pero probá con el 0800-444-GERARDO
ResponderEliminarNo, Fernando, debe ser el número de una veterinaria, porque me atendió un gato.
EliminarSaludos!
Jajaja! Risas extras, saludos
ResponderEliminarClaro que sí, Anó, cualquier producto de Gerardo produce risas extras.
EliminarSaludos!