Hoy me desperté cantando “La rubia tarada”, de Sumo. La canción trajo a mi mente la imagen de la falsa
Lucrecia (que coincidía con la mujer de la canción nada más que en el color de
cabello) y recordé que aún debía hacer algo para suspender su pelea con Vicky. Por
más empeño que pusiera, no se me ocurría nada. Necesitaba ayuda, pero tenía un
problema: no podía recurrir ni a Vicky ni a mi primo Luján, de Luján, porque la
primera estaba involucrada y el segundo, desde que se había hecho las rastas,
no hacía más que hablar de la paz y del amor. Decidí, entonces, que tendría que
ir a verlo a mi padre, contarle lo sucedido y pedirle consejo. Tomé el teléfono
con la intención de llamarlo para arreglar un encuentro, pero justo en ese
momento entró una llamada. Era Luis Miguel.
―¿Pablito? ―me preguntó.
―No, equivocado ―le dije―.
No me llamo Pablo. Me llamo Don Natalio Gris.
―No, el que se equivoca sos
vos ―insistió él―. Sí sos Pablito. Pablito Ruiz, mi ayudante. Dejá lo que
estabas haciendo y venite para la oficina, que acaban de encargarme el primer
trabajo que resolveremos juntos.
La verdad es que como
detective Luis Miguel deja mucho que desear, porque cuando llamó yo no estaba
haciendo nada.
Media hora más tarde ingresé
a las oficinas del semanario barrial “La Tos de la Recoleta”, me senté frente a
Luis Miguel y le pregunté en qué consistía el trabajo.
―Nos contrató una señora ―dijo
y revisó unos papeles que tenía sobre el escritorio―. Gladys Forivonti se
llama. Quiere que vigilemos a su marido.
―¿Sospecha que es infiel? ―le
pregunté.
―No.
―¿Teme que esté metido en
alguna matufia y cree que su vida está en riesgo?
―No.
―¿Entonces?
―El caso es el siguiente: Óscar
Casabache, que es el marido de Gladys Forivonti, concurre todos los días a un
bar, se sienta siempre en la misma mesa, ordena siempre una lágrima, un tostado
y un exprimido de naranja. Todo esto le cuesta cuarenta y siete pesos. Lo
sabemos porque Gladys nos facilitó los tickets de los últimos veintitrés días.
―Y ¿qué se supone que
hagamos? ―le pregunté.
―Gladys quiere que
averigüemos qué es lo que hace Casabache con los tres pesos que le dan de
vuelto, porque él le dice que los deja de propina, pero ella desconfía y teme
que los esté gastando en algo que lo haga feliz.
―Y ¿qué tendría de malo que
buscara su felicidad? ―le pregunté.
―No sé, Pablito, un
detective no pide explicaciones, sólo busca respuestas.
Bueno, Don Natalio, a favor de Luis Miguel hay que decir que él es detective, no adivino. (a menos que fuera una comunicación por video chat, claro)
ResponderEliminar¿Comunicación con video qué? ¿Eso con qué se come?
EliminarSaludos!