lunes, 21 de octubre de 2013

Día 294 - Como tuca a rastafari

Hoy me desperté cantando “El fantasma de Canterville”, versión de León Gieco. Supe que era la versión de León porque enseguida me levanté de la cama y corrí a ponerme el sombrero. Mi primo Luján, de Luján, sacó de entre sus rastas una armónica y me acompañó en la canción mientras Samuel hacía lo propio con un charango que extrajo, también, de entre las rastas de Luján. Terminamos y les transmití mi preocupación por la pelea que, si no hacíamos algo, se produciría a mediados de noviembre.
―¿Vicky contra Lucrecia? ―preguntó Samuel.
―Sí ―le dije―, la mismísima Vicky contra la otrísima Lucrecia. ¿Qué vamos a hacer?
―Mirá, esto nos viene como tuca a rastafari, porque justo quería hablar con vos acerca de este tema ―me dijo Luján.
―¿De qué tema? ―le pregunté.

―Del tema del boxeo. De dos seres humanos golpeándose, haciéndose daño. ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Para que unos pocos se llenen los bolsillos de dinero y otros tantos recreen sus ojos con violencia? Me parece que tenés que recapacitar, Natalio, que tenés que entender que el amor conduce a la paz y la paz conduce a la verdad y la verdad conduce al amor.
―Me sorprende que te hagas el pacífico y el amoroso siendo que tus rastas fueron hechas con extensiones ―le dije.
Por alguna razón Samuel comenzó a convulsionar.
―¿Ves lo qué lográs con tus palabras hirientes y cargadas de odio? ―dijo Luján y corrió a socorrer a Samuel.
―¿Yo por qué? ¿Qué tengo que ver yo con esto?
―No te quieras desentender del asunto. Dijiste “amoroso” y vos mejor que nadie sabés que la pronunciación de esa palabra revive en Samuel todo el asunto de Daniel Amoroso. Traeme un vaso de agua por favor.
Fui hasta la cocina y le dejé a Luján el vaso que me había pedido. El otro ya estaba recompuesto, pero yo seguía donde estaba antes, porque, en lugar de ayudarme a buscar una solución, mi primo se había dedicado a sermonearme. ¿Qué iba a hacer? Mientras pensaba en alternativas para suspender la pelea, sonó mi celular. Era Luis Miguel, el detective privado y también director del semanario barrial “La Tos de la Recoleta”.
―¡Necesito tu ayuda! ―le dije.
―¡No, no, no, no, no! De ninguna manera ―respondió él―. No te olvides de que me estás debiendo dos favores. Uno por la investigación que hice acerca de las mujeres de tu viejo y otro por haberte presentado un perfil de la rival de tu pupila en la pelea del sábado pasado. Ahora yo soy quien necesita tu ayuda.
―¿Qué necesitás? ―le pregunté.
―No creo que sea prudente hablarlo por teléfono. ¿Cuándo podemos vernos?
―Mañana. Mañana después del mediodía. Hoy estoy con algunos problemitas domésticos.
―Perfecto. Venite a mi oficina ―me dijo y cortó la comunicación.

Perfecto. Lo único que me faltaba, con todos los problemas que tengo, era tener que ayudar al puto de Luis Miguel.

2 comentarios:

  1. ¿Cómo? ¿Luis Miguel es puto? ¡EUREKA! Lo disfrazás de mujer y lo hacés pasar por la falsa Lucrecia. Como seguro no caza una de boxeo, Vicky lo (la) liquida en el primer round.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Cómo? ¿Qué? ¿Luis Miguel? ¿Cuál Luis Miguel? ¿El verdadero o el que canta?
      Saludos!

      Eliminar