Hoy me desperté cantando “Africa”,
de Toto. Dormí en la parte baja de la cama marinera, porque no pude negarme al
pedido de Samuel, que me solicitó un cambio de camas para evitar dormir cerca
de mi primo Luján, de Luján, que ocuparía el colchón que solía usar antes de
marcharse. Así, como consecuencia de alguna disputa de la que aún no me han
hablado, tuve que acceder a dormir entre medio de ellos dos. Todo sea por
mantener la paz en el hogar.
Ni bien terminé de cantar,
lo llamé a Luis Miguel para avisarle que ya no hacía falta que buscara a Luján,
porque había regresado.
―Sí, ya lo sabía ―me dijo.
No llegué a descubrir si
realmente lo sabía o si me estaba mintiendo por una cuestión de orgullo
profesional.
―Pero qué bueno que hayas
llamado ―agregó―, porque tengo novedades jugosas en relación a una de las
familias de tu viejo.
―Ya sé, no me digas nada,
tiene que ver con Botswana Amarula, su mujer africana, ¿no es cierto? ―dije yo.
―Sí, ¿cómo sabés? ―me
preguntó asombrado.
―No sé. Me lo imaginé. ¿Qué
pasa con Botswana?
―Mirá, es algo que todavía
tengo que confirmar, pero recibí, por medio de una fuente de confianza,
información que me permite inferir que Botswana Amarula está viviendo en el
conourbano bonaerense junto a tus cuatro hermanas, no sé en qué condiciones,
pero si querés contactarlas o llevarles algo, puedo averiguar la dirección
exacta del lugar donde viven.
―Medias.
―Bien pensado. Vienen del
África y están habituadas a temperaturas altísimas, por lo que nuestra
primavera debe parecerles fría. ¿Cuántos pares creés que habría que llevarles? ―me
preguntó.
―No, no hablo de pares de
medias ―le dije―. Solamente te estaba aclarando que no son mis hermanas; son
mis medias hermanas.
―¿Y eso qué tiene que ver
con el clima y la ropa?
―Nada. Dejá. No me hagas
caso, pero averiguame dónde están viviendo y, si es posible, si mi viejo está
al tanto de que están en el país, si va a verlas seguido y qué clase de
relación tiene con Amarula.
―Perfecto. Te llamo en
cuanto tenga novedades.
Me imagino que Amarula debe ser de una belezza embriagadora.
ResponderEliminarNo lo sé, Fernando, pero si me guío por los antecedentes, la única de las mujeres de mi viejo que conozco es mi vieja, y creeme si te digo que esa elección no lo define como un amante de la belleza.
EliminarSaludos!