Hoy me desperté cantando “Risa”,
de Babasonicos. ¡Sorpresa! Volvimos a almorzar arroz con salsa rosa. Siento que
los ojos se me están achinando y que se me está formando una pelota de arroz en
el estómago. Por suerte hoy es viernes, último día antes del receso por el fin
de semana. Una vez que me vaya de la casa de mi viejo le voy a pedir a mi primo
Luján, de Luján, que me prepare una buena milanesa napolitana con puré de
papas, huevo frito, tortas fritas, churros… cualquier cosa que no venga en
granos.
Después de almorzar mi viejo
y yo fuimos a la sala y nos sentamos sobre los almohadones.
—¿Estás preparado para oír
el Quinto Mandamiento? —me preguntó.
Asentí con la cabeza.
—No reirás.
—No, dale, te prometo que no
me voy a reír. Decime el Quinto Mandamiento —le dije.
De todos modos, no sabía a
qué venía la advertencia si, después de haber oído cómo tenía relaciones con mi
vieja, no creo que vuelva a reír durante mucho tiempo.
—No, Natalio, ese es el
Mandamiento. “No reirás”.
—Pero, ¿cómo? ¿Se supone que
no tengo que volver a reírme nunca?
—No, nunca no, Natalio.
Tiene que ver con lo que estuvimos hablando toda esta semana respecto al gen
artístico que corre por tus venas. Me contó tu madre que estuviste
incursionando en el mundo del Stand Up y, por la naturaleza de las historias
que contás y por las cosas que te suceden, lo mejor será que interpretes a un
hombre desgraciado que, lejos de reír de sus propias desgracias, las padece.
¿Entendés?
—Sí.
—No creo que tengas que
inventar demasiado. Con contar un poco acerca de tu vida manteniendo la
seriedad y sin esbozar una sola sonrisa tendrías que tener éxito.
—Pero ¿qué cuento? —le
pregunté.
—Nada. Cualquier cosa. Lo
que te suceda cualquier día —me dijo.
—Ayer, por ejemplo, que comí
arroz con salsa rosa por cuarto día consecutivo y, en medio de un retiro
espiritual, traté de meditar y me puse contento por haber alcanzado el Nirvana
cuando lo que en realidad oía era a mis viejos teniendo relaciones no una, sino
tres veces, que es, justamente, la cantidad de veces que yo la puse en lo que
va de mi vida. Una vez cada diez años. En lugar de Natalio tendrían que haberme
puesto nombre de cometa. Halley Gris o algo así.
—Jaja. Exactamente —dijo mi
viejo—, pero, por si acaso, tratá de no incluirnos a tu madre y a mí en tus
monólogos. ¡Nunca! Al menos por ahora.
Eso fue todo. Tomé mi bolso y volví a pasar el
fin de semana con Luján y Samuel en nuestro monoambiente.
Qué delirio! Pero en cuánto al stand up, está bueno, con todo respeto Don Natalio, saludos
ResponderEliminarEs que el stand up con todo respeto no funciona. Hay que ser un poquín irreverente.
EliminarSaludos!