viernes, 20 de septiembre de 2013

Día 263 - El cometa Halley

Hoy me desperté cantando “Risa”, de Babasonicos. ¡Sorpresa! Volvimos a almorzar arroz con salsa rosa. Siento que los ojos se me están achinando y que se me está formando una pelota de arroz en el estómago. Por suerte hoy es viernes, último día antes del receso por el fin de semana. Una vez que me vaya de la casa de mi viejo le voy a pedir a mi primo Luján, de Luján, que me prepare una buena milanesa napolitana con puré de papas, huevo frito, tortas fritas, churros… cualquier cosa que no venga en granos.
Después de almorzar mi viejo y yo fuimos a la sala y nos sentamos sobre los almohadones.
—¿Estás preparado para oír el Quinto Mandamiento? —me preguntó.
Asentí con la cabeza.
—No reirás.
—No, dale, te prometo que no me voy a reír. Decime el Quinto Mandamiento —le dije.

De todos modos, no sabía a qué venía la advertencia si, después de haber oído cómo tenía relaciones con mi vieja, no creo que vuelva a reír durante mucho tiempo.
—No, Natalio, ese es el Mandamiento. “No reirás”.
—Pero, ¿cómo? ¿Se supone que no tengo que volver a reírme nunca?
—No, nunca no, Natalio. Tiene que ver con lo que estuvimos hablando toda esta semana respecto al gen artístico que corre por tus venas. Me contó tu madre que estuviste incursionando en el mundo del Stand Up y, por la naturaleza de las historias que contás y por las cosas que te suceden, lo mejor será que interpretes a un hombre desgraciado que, lejos de reír de sus propias desgracias, las padece. ¿Entendés?
—Sí.
—No creo que tengas que inventar demasiado. Con contar un poco acerca de tu vida manteniendo la seriedad y sin esbozar una sola sonrisa tendrías que tener éxito.
—Pero ¿qué cuento? —le pregunté.
—Nada. Cualquier cosa. Lo que te suceda cualquier día —me dijo.
—Ayer, por ejemplo, que comí arroz con salsa rosa por cuarto día consecutivo y, en medio de un retiro espiritual, traté de meditar y me puse contento por haber alcanzado el Nirvana cuando lo que en realidad oía era a mis viejos teniendo relaciones no una, sino tres veces, que es, justamente, la cantidad de veces que yo la puse en lo que va de mi vida. Una vez cada diez años. En lugar de Natalio tendrían que haberme puesto nombre de cometa. Halley Gris o algo así.
—Jaja. Exactamente —dijo mi viejo—, pero, por si acaso, tratá de no incluirnos a tu madre y a mí en tus monólogos. ¡Nunca! Al menos por ahora.
Eso fue todo. Tomé mi bolso y volví a pasar el fin de semana con Luján y Samuel en nuestro monoambiente.

2 comentarios:

  1. Qué delirio! Pero en cuánto al stand up, está bueno, con todo respeto Don Natalio, saludos

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    1. Es que el stand up con todo respeto no funciona. Hay que ser un poquín irreverente.
      Saludos!

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