Hoy me desperté cantando “No soporto el rap”, de Joaquín Sabina. Ayer volví muy tarde a casa para asegurarme
de que Vicky ya estuviera durmiendo y hoy me encerré en el baño hasta terminar
la canción para que no se despertara, porque quería evitar que me dijera lo que
quería decirme: que quería dejarme. Cuando salí del baño, decidido a salir a la
calle, me encontré con ella, que había estado esperando detrás de la puerta.
—Natalio, ¿podemos hablar? —me
preguntó.
—¿Tiene que ser ahora? —le
dije— Justo estaba por ir a entrenar.
—¿A entrenar? Nunca te vi
haciendo ejercicio y cada vez que te invito a correr conmigo, ponés una excusa
para no ir.
—Eh... No… Claro… Porque no
me gusta que me vean cuando entreno. Voy siempre solo y muy temprano a la
mañana.
—¿Temprano? Son las once y
media.
—¿Las once y media ya? ¡Ves!
Me tengo que ir, se me está haciendo tarde.
—¿Vos viste cómo llueve?
Asomá la cabeza por la ventana. Vas a ver que hay una tormenta tremenda.
—Sí, ya lo sé. Mejor, me
gusta correr bajo la lluvia —dije, le di un beso en la frente y caminé rumbo a
la puerta.
—¡Natalio! —me gritó para
que me diera vuelta— ¿Así vas a entrenar? ¿De jean y camisa?
—Sí, me gusta estar bien
vestido y así transpiro más.
Salí del monoambiente, abrí
la puerta del ascensor y me lo encontré a Samuel. Una vez que me repuse del
susto que me dio haberlo visto, le pregunté:
—¿Qué estás haciendo acá?
—¿Qué estoy haciendo yo? /
No es relevante ya / Mejor cuestionaté / que estás haciendo mal / Si tú sigues
así / sin escucharla, man / un día esa mujer / te va a abandonar / Te digo lo
que sé / Te canto la verdad / ¿Qué estoy haciendo aquí? / Estoy haciendo rat.
Uffff. Afuera el cielo
estaba cubierto de nubarrones negros y daba la impresión de que en cualquier
momento se caería a pedazos, pero me tenía tan harto Samuel con ese rat de
mierda, que salí de todas formas. Mientras me alejaba caminando bajo la lluvia,
oí los últimos versos de Samuel, que se mezclaban con el rebote de las gotas
contra los charcos que cubrían la vereda.
—Natalio no está bien /
Natalio está muy mal / y al igual que él / el cielo gris está / Ambos van a
caer / ambos van a llover / ambos van a llorar.
Después de terminar con sus
rimas, corrió hasta alcanzarme y, olvidándose del rat por un momento, me
extendió su paraguas y me dijo:
—Tomá, aunque sea llevate mi
toldo ambulante.
—Muchas gracias, Samuel…
Muchas gracias.
Y sí, el rat no es una gran cosa. Pero quién te dice que no tiene un bum y podés hacer unos mangos como representante del mejor ratero de la ciudad.
ResponderEliminarNo creo que quiera un representante, Fernando. Tal vez un manager.
EliminarSaludos!