domingo, 8 de septiembre de 2013

Día 251 - Pizzas al chulengo

Hoy me desperté cantando “Moriría por vos”, de Amaral. Hasta esta mañana, cuando el dj en mi cabeza decidió que comenzara el día cantándola, no sabía que existía esa canción cuya letra dice: “Como Nicolas Cage en Leaving Las Vegas”. Amo a Nicolas Cage y considero que esa es una de sus mejores películas. Creo, además, que soy un poco como Nicolas Cage en Leaving Las Vegas. No, no soy alcohólico, tampoco soy escritor y mi novia, al menos hasta donde yo sé, no es una prostituta, pero suelo pensar que mi relación con Vicky se identifica con la de los personajes de la película, sobre todo en el fatalismo que transmite, en la sensación de que, sin importar lo que hagamos para evitarlo, las cosas van a terminar mal y pronto.

De todos modos, no me resigno y estoy decidido a postergar, todo el tiempo que sea posible, el final. Anoche volví a apelar al recurso de volver muy tarde para no encontrar a Vicky despierta y esta mañana, cuando desperté cantando, ella ya no estaba. Se había ido vaya uno a saber adónde. Mi primo Luján, de Luján, y Samuel estaban amasando sobre la mesa. La harina se levantaba y formaba una nube que abarcaba todo el monoambiente. Tosiendo y sacudiendo las manos para despejar el aire delante de mí, me acerqué a ellos y les pregunté si sabían adónde se había ido Vicky. Luján negó con la cabeza y Samuel, que trataba de redondear un pedazo de masa amorfo, respondió rateando:
—La masa que yo amaso / no va con birra y faso / La masa que yo amaso / se cocina en chulengo / ¿Adónde fue tu mina? / No sé, estaba durmiendo / Si yo fuera tú, amigo / la seguiría corriendo / Tal vez se fue a la esquina / a comprar abadejo / y vuelve en seguida / o tal vez la cretina / se dijo “yo lo dejo” / Volvió a su antigua vida / en casa de su viejo / Si quieres, de hombre a hombre / voy a darte un consejo / No dejes a esa mina / es más que vos, de lejos.
No sé qué quiso decirme este Pelotudo. Por lo general, si una persona me habla en versitos rimados me distraigo en el ritmo y no capto el contenido de lo que me dicen. Es parte de mis problemas de atención. Supongo que de ahí surge la aversión que siento por las canciones de Arjona. Estuviera donde estuviera, la ausencia de Vicky no dejaba de ser una buena noticia, porque aumentaba mis posibilidades de evitar, por un día más, la charla que quiere tener conmigo para ponerle fin a nuestra relación. Estoy convencido de que si logro que transcurra septiembre sin que lo nuestro termine, vamos a estar bien.

Después de almorzar las pizzas caseras que cocinó Luján en el chulengo comunitario que tenemos en la terraza, lo llamé a Luis Miguel para que me contara acerca de las novedades respecto al paradero de mi viejo, pero no hubo caso. Está empeñado en no resignar el dramatismo que le imprimen los encuentros personales a su profesión. Tras negarse a hablar en reiteradas ocasiones, acordamos que mañana a la tarde pasaría a verlo por las oficinas del semanario barrial “La Tos de la Recoleta”.

2 comentarios:

  1. Don Natalio, hacéle caso a Samuel, y andá a buscar a Vicky.

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