lunes, 9 de septiembre de 2013

Día 252 - El fin de la era de los videoclubes

Hoy me desperté cantando “Amor perdido”, de María Luisa Landín. ¡Buenas noticias! Anoche Vicky no regreso a dormir a casa, por lo que no tuve que preocuparme por evadirla para evitar que le ponga fin a nuestra relación. Se me ocurrió que podríamos aprovechar su ausencia para vivir una noche de hombres y fui hasta el videoclub amigo con la intención de alquilar Con Air, una película de acción protagonizada por Nicolas Cage. Cuando llegué me enteré de que el videoclub del barrio había cerrado y que en el mismo local había abierto una verdulería. Fui entonces al videoclub del que era socio cuando vivía en mi antiguo barrio; también había cerrado. Estaban remodelando para abrir un salón de fiestas. Tuve que recorrer media ciudad para encontrar uno abierto, pero no tenían la película que estaba buscando, así que terminé alquilando una que me recomendó el señor que atendía el local: “Milk”.

Me gustan los documentales, y supuse que se trataría de uno que versaría acerca de los tambos y todas esas cosas, pero no, la película nada tenía que ver con la industria láctea. Mi primo Luján, de Luján, y Samuel se entusiasmaron tanto con la película, que decidieron verla por segunda vez inmediatamente después de concluida la primera reproducción. Yo me fui a dormir. La película no era mala, pero tampoco merecía tanta atención. Además, tenía que despertar antes del mediodía para prepararme para el encuentro con Luis Miguel.
Como mi primo estaba durmiendo, tuve que conformarme con comer las sobras del almuerzo de ayer. Después partí en mi furgonetita rumbo a las oficinas del semanario barrial “La Tos de la Recoleta”. Iba a bajar y entrar, pero Luis Miguel se me adelantó. Salió a la vereda, cerró la puerta con llave y, antes de que yo pudiera bajarme, subió a la furgonetita y me dijo que hiciera ocho cuadras y girara a la izquierda en la novena. Después, a medida que avanzábamos en el recorrido, iba dándome indicaciones de cómo continuar.
La esquina en la que nos detuvimos me resultaba familiar. A los pocos minutos caí en la cuenta de que estábamos a media cuadra de la casa de mi vieja. ¿Qué hacíamos ahí? Quise preguntárselo a Luis Miguel, pero me pidió que hiciera silencio y caminó procurando no hacer ruido hasta mitad de cuadra. Estábamos a la vuelta de la casa de mi vieja, sobre la vereda de la manzana de enfrente, escondidos detrás de un árbol esperando ver vaya uno a saber qué cosa.
—No sé tú —me dijo—, pero yo lo busco a tu papá.
—Y ¿por qué paramos acá, a la vuelta de la casa de mi vieja?
—Porque acá, en aquella casa blanca, está viviendo un tipo que cuadra muy bien con la descripción de tu viejo que me pasaste en su momento.
—Y ¿qué hacemos acá? ¿Por qué no vamos a tocarle el timbre?
—Porque no atiende. Tampoco sale mucho, pero la única forma de verlo es haciendo guardia.
—Me parece poco probable. Mirá si justo se va a venir a unos pasos de distancia de mi vieja. ¿Vos lo viste? ¿Te contaron? ¿Cómo te enteraste?
—Las dos cosas. Un poco lo vi, otro tanto me contaron.
—Y ¿sabés si contactó a mi vieja alguna vez, si ella sabe que él está tan cerca?
—No, no tengo ese tipo de información, pero quedate tranquilo, que puedo averiguarlo.

Tras cuarenta minutos de espera, le propuse a Luis Miguel que nos turnáramos para hacer la guardia y lo dejé comenzar. Mañana a primera hora debo ir a relevarlo. De todos modos, no doy demasiado crédito a la pista que está siguiendo. ¿Mi viejo viviendo en la misma manzana que mi vieja? Sería una locura.

4 comentarios:

  1. Y, si no fuera que es detective, te diría que es un caso de problema pelotudo.

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    1. Quizá se trata de la combinación de ambas, Fernando. Habría que buscar un detective para que lo investigue.
      Saludos!

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  2. Día 252 Natalio! O metiste mal el dedo o metiste un flashback jaja

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