jueves, 29 de agosto de 2013

Día 241 - La renga

Hoy me desperté cantando “Reviviendo”, de Mundo Extremo. Todo este asunto de “Papá, Pope Papón, Pone Papa en la Pipa y Pide Pepa por Popa”, la banda de reggae que formaron los Pelotudos, me está haciendo revivir esa época de la adolescencia en la que iba a recitales. A mí me gustaba la renga. No me refiero a la banda de rock liderada por “Chizzo”, sino a una muchacha que vivía a la vuelta de casa y cojeaba al caminar. Ella era la presidenta del Club de Fans de Ricardo Arjona y, para pasar más tiempo juntos, yo también me inscribí.

Nos juntábamos en el patio de su casa con cinco cuarentonas, un portero y un taxista, y pasábamos las horas jugando a un juego inventado por la renga, que consistía en dialogar haciendo rimar cada frase con la del interlocutor que hubiera intervenido antes. Todo marchaba bien, llevaba un mes perteneciendo al grupo y cada fin de semana que pasábamos juntos incrementaba la afinidad que nos unía, pero el taxista, que me odiaba profundamente desde que le había ganado la final de un concurso de preguntas y respuestas acerca de la vida del cantante guatemalteco, me tendió una trampa. Si uno pasa un tiempo considerable jugando a las rimas, deja de pensar en lo que dice y escupe la primera palabra que le viene a la cabeza. Consciente de esto, una tarde de verano durante la cual jugábamos a nuestro juego de cabecera mientras oíamos un disco de Ricardo, el muy turro me preguntó:
—¿Falta que alguien venga?
—Preguntémosle a la renga —dije yo justo cuando la madre de mi enamorada pasaba por detrás nuestro trayéndonos unos frijoles con chicharrón.
—¿Cómo llamaste a la nena? —me preguntó enfurecida.
—Por su nombre: la Lorena —le respondí.
—¡Le dijiste de otra forma! —replicó.
—¿Acaso se llama Norma?
—¡Pero…! ¡Mocoso insolente!
—Señora, no se caliente.
—No me faltes el respeto.
—Está bien. Se lo prometo.
—¿Cómo llamaste a mi hija? —insistió.

Al parecer, ninguno de los miembros del Club de Fans se había tomado el trabajo de explicarle las reglas del juego, porque cuando le dije que por mí podía agarrarme la primera palabra terminada en “ija” que me vino a la mente, me echó de su casa a escobazos. Me expulsaron de por vida del Club de Fans de Ricardo Arjona y Lorena, la renga, no volvió a dirigirme la palabra.

2 comentarios:

  1. ¡Don Natalio! ¡Qué animal! ¿En serio hiciste rimar hija con lija? ¡No te puedo creer!

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