Hoy me desperté cantando “Reviviendo”,
de Mundo Extremo. Todo este asunto de “Papá, Pope Papón, Pone Papa en la Pipa y
Pide Pepa por Popa”, la banda de reggae que formaron los Pelotudos, me está
haciendo revivir esa época de la adolescencia en la que iba a recitales. A mí
me gustaba la renga. No me refiero a la banda de rock liderada por “Chizzo”, sino
a una muchacha que vivía a la vuelta de casa y cojeaba al caminar. Ella era la
presidenta del Club de Fans de Ricardo Arjona y, para pasar más tiempo juntos,
yo también me inscribí.
Nos juntábamos en el patio
de su casa con cinco cuarentonas, un portero y un taxista, y pasábamos las horas
jugando a un juego inventado por la renga, que consistía en dialogar haciendo
rimar cada frase con la del interlocutor que hubiera intervenido antes. Todo
marchaba bien, llevaba un mes perteneciendo al grupo y cada fin de semana que
pasábamos juntos incrementaba la afinidad que nos unía, pero el taxista, que me
odiaba profundamente desde que le había ganado la final de un concurso de
preguntas y respuestas acerca de la vida del cantante guatemalteco, me tendió
una trampa. Si uno pasa un tiempo considerable jugando a las rimas, deja de
pensar en lo que dice y escupe la primera palabra que le viene a la cabeza.
Consciente de esto, una tarde de verano durante la cual jugábamos a nuestro
juego de cabecera mientras oíamos un disco de Ricardo, el muy turro me
preguntó:
—¿Falta que alguien venga?
—Preguntémosle a la renga —dije
yo justo cuando la madre de mi enamorada pasaba por detrás nuestro trayéndonos
unos frijoles con chicharrón.
—¿Cómo llamaste a la nena? —me
preguntó enfurecida.
—Por su nombre: la Lorena —le
respondí.
—¡Le dijiste de otra forma! —replicó.
—¿Acaso se llama Norma?
—¡Pero…! ¡Mocoso insolente!
—Señora, no se caliente.
—No me faltes el respeto.
—Está bien. Se lo prometo.
—¿Cómo llamaste a mi hija? —insistió.
Al parecer, ninguno de los
miembros del Club de Fans se había tomado el trabajo de explicarle las reglas
del juego, porque cuando le dije que por mí podía agarrarme la primera palabra
terminada en “ija” que me vino a la mente, me echó de su casa a escobazos. Me
expulsaron de por vida del Club de Fans de Ricardo Arjona y Lorena, la renga,
no volvió a dirigirme la palabra.
¡Don Natalio! ¡Qué animal! ¿En serio hiciste rimar hija con lija? ¡No te puedo creer!
ResponderEliminarSí, Fernando, fija que sí.
EliminarSaludos!