Hoy me desperté cantando “Come as you are”, de Nirvana. Hasta ayer mis
lamentaciones siempre habían sido por sentir que mi vida se había estancado, pero
desde que acepté, sin siquiera preguntar de qué se trataba, el laburo que me
ofreció mi vieja, tengo la sensación de haber retrocedido. De todos modos, necesitaba
el dinero para comprar cannabis y no tenía más remedio que cumplir con el
acuerdo e ir a la casa de mi madre después del mediodía.
Estacioné la furgonetita
frente a la puerta, bajé, golpeé y, tras diez minutos de espera, mi vieja se
dignó a abrir la puerta. El mimo estaba en la casa y acababan de almorzar.
—¿Qué hace este tipo acá? —le
pregunté.
—Y ¿para quién te creés que
vas a trabajar? —me dijo.
—¿Cómo?
—Sí, el trabajo del que te
hablé es con él. Necesita a alguien que lo ayude con su número, porque con todo
esto del día del niño aumentaron considerablemente las contrataciones para
cubrir fiestitas infantiles, y él insiste con que necesita un personaje que lo
complemente.
—Pero ¿por qué yo?
—En primer lugar, porque
necesitás la plata, y en segundo lugar, porque él solía hacer dupla con tu
padre. Llevás la compatibilidad en el ADN.
—Y ¿qué se supone que tengo
que hacer? —le pregunté.
—Ahora él te explica.
El mimo se acercó, me
estrechó la mano y luego hizo un gesto que, de acuerdo a mi interpretación,
hacía referencia a una nariz de payaso. Luego representó a una persona gorda y,
por último, llevó, con la mano extendida, la punta de sus dedos hasta su sien.
—¿Payaso gordo y militar? —pregunté
tratando de adivinar lo que quería decirme.
El mimo asintió con la
cabeza y, confiado por mi acierto, continuó gesticulando a mayor velocidad.
—No entiendo lo que quiere
decirme —le dije a mi madre— ¿Por qué no me decís qué mierda es lo que
necesitan que haga y me evitás todo esto?
—Es sencillo. Quiere que
seas su compañero mañana, en el cumpleaños número tres de un mocoso.
—Pero ¿qué tienen que ver
los payasos gordos y paramilitares con ese cumpleaños?
—Que, en caso de que aceptes
el trabajo, tu personaje se va a llamar “Gaby, fofo y milico”, y vas a
representar a un payaso sedentario y autoritario que no hace más que dar
indicaciones a los niños.
—Denme tiempo para pensar —dije
y me fui sin saludar.
Ahora estoy pensando si debo
aceptar o no. Es cierto, necesito el dinero, pero ¿a qué precio?
El precio del dinero es muy alto, Don Natalio. Y más en un año electoral.
ResponderEliminarTema "elecciones", paso. Ah, no, las paso ya pasaron, así que ya no paso.
EliminarSaludos!