miércoles, 31 de julio de 2013

Día 212 - Turismo Ventura

Hoy me desperté cantando “Obsesión”, de Aventura. Después me levanté, le llevé a Vicky el desayuno a la cama, pasamos la mañana yo leyendo el semanario barrial “La Tos de la Recoleta” y ella escuchando música, almorzamos, dormimos la siesta y ella salió a trotar. Me preguntó si quería acompañarla, pero le dije que no, porque algunas cuestiones me tienen preocupado y no quiero que se dé cuenta y piense que estoy perdiendo el control de mi vida y que no soy una opción rentable para su futuro.
¿Qué es lo que tanto me preocupa? Y, además del dinero, que se me está acabando, el estancamiento de nuestro proyecto turístico “El Pasea Porros”. Hace mucho que no tenemos una excursión y creo que eso se debe a que apuntamos a una población muy específica y, por ende, reducida. Porque, seamos sinceros, ¿cuántos turistas holandeses, fumones y sadomasoquistas puede haber en la ciudad? No los suficientes como para mantener semejante infraestructura. Definitivamente, tendremos que tomar una decisión: o nos declaramos en quiebra o diversificamos la actividad.

El problema me agobiaba, y no tener a nadie con quien hablarlo hacía que todo fuera peor, porque antes, cuando todavía vivía en mi antiguo departamento, tenía un consejero en el encargado del edificio, y cuatro asesores en los taxistas de la estación de GNC, y a mi terapeuta amigo, y a Christian con “h” muda, mi ex socio en el proyecto del salón de belleza en los velorios, y al moderador del Grupo de Ayuda para Gente con Problemas Pelotudos, y a Vicky, porque si bien es cierto que sigue siendo parte de mi vida, en aquel entonces teníamos una relación mucho más fluida y podíamos pasar horas y más horas charlando. Desde que somos novios, ella me da indicaciones y yo las acato. Fuera de eso, rara vez conversamos.
No quería pensar y decidí que lo mejor sería prender el televisor y ponerme a mirar Intrusos, el programa de chimentos de Jorgito Rial y Luisito Ventura. Debo reconocer que me entretuve durante un buen rato, hasta que oí que Vicky bajaba del ascensor e intentaba abrir con su llave la puerta del departamento y, por vergüenza a que me encontrara viendo ese programa, quise cambiar de canal, pero como cualquier bebé cuando sus padres quieren que haga algo delante de las visitas, el muy turro no me respondió y Vicky me encontró sentado en el sillón, desperdiciando la tarde en un programa dedicado al chusmerío. No sé por qué, pero me sentí como si me hubiera sorprendido viendo una película porno y traté de disimular, a toda costa, mi onanismo intelectual.
—¡Estos programas! —dije— ¡Están echando a perder a nuestra sociedad!
—¿Por qué decís eso? —me preguntó Vicky, y agregó— A mí me encantan los chismes, me cae muy bien Rial y amo a Ventura.

¡A Ventura! Sin saberlo, Vicky acababa de plantar en mi mente la semilla de la solución a nuestro problema económico, de cuya existencia tampoco estaba enterada. En lugar de hacer Turismo Aventura, como ya hacen muchos, podríamos aprovechar la furgonetita para organizar excursiones de Turismo Ventura, que consistiría en recorrer la ciudad contándoles a quienes contraten el servicio todos y cada uno de los chimentos asociados a cada punto emblemático de la ciudad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario