lunes, 29 de julio de 2013

Día 210 - No insista. No atendemos los lunes.

Hoy me desperté cantando “Catalina Bahía”, versión de Andrés Calamaro. Ayer salió publicado, en el semanario barrial “La Tos de la Recoleta”, nuestro aviso invitando a todos los profesionales de la salud a unirse a nuestra Fundación de Asistencia a Gente con Problemas Pelotudos, también conocida como FUNASIGENPROPEL, o simplemente “Fundación PROPEL”. Lo sé porque ni bien despertamos esta mañana, le pedí a Vicky que me acompañara a comprar un ejemplar. Lo abrí y se lo mostré orgulloso, pero ella, con mucho tino y delicadeza, me hizo notar que habíamos omitido los datos de contacto.
—¿Cómo esperás que se contacten con vos los profesionales que estén interesados si no pusiste ni una dirección ni un teléfono? —me preguntó.
Por suerte recién estamos a lunes, e imaginé que, al tratarse de un semanario de poca tirada, todavía no habrían vendido demasiados ejemplares. De todos modos, para estar seguro, me acerqué al encargado del puesto de diarios.
—Disculpe, don —le dije—, ¿tiene idea si “La Tos de la Recoleta” se vende en muchos puestos?
—Contando el mío —me dijo rascándose la barba a la altura de la pera—, en uno solo.
—¿Usted es el único que lo vende? —le pregunté.
—Sí. Podría decirse que tengo la exclusividad.
—¿Y vendió mucho?
—En lo que va del año, ¿qué estamos?, ¿en julio? Entonces alrededor de treinta ejemplares. Calculale uno por semana.
—¡Ah! Poquitos.
—Y sí, es un medio muy chico. Imprimen tres unidades por domingo.
—¿Y de esta edición, ya vendió alguno? —le pregunté.
—Contando ese que tenés en la mano, dos. Hoy es un día histórico. ¡Record de ventas para “La Tos de la Recoleta”!
—¿Sabe quién compró el otro? Disculpe el atrevimiento, pero publiqué un aviso en la página ocho y olvidé incluir algunos datos.
—Sí, te digo, no hay problema. La que lo compra es siempre la misma persona, una tal Catalina. Viene los lunes a primera hora y se lo lleva.
—Y ¿sabe dónde vive? —le pregunté desesperado.
—No, pero si te apurás por ahí la alcanzás. Salió caminando para aquel lado como hace cinco minutos. Suele caminar lento, porque se pone a leer “La Tos” en el camino.
Agradecí y salí corriendo. Vicky iba a hacer lo mismo, pero antes tuvo que pagar el ejemplar que, en el apuro, yo me había llevado. Después, sí, corrió detrás de mí y me dio alcance en menos de dos cuadras. Su condición física había mejorado notablemente gracias al plan de entrenamiento de Arnoldo Jorge Negri. Dos cuadras más adelante divisamos, a lo lejos, a una mujer de unos treinta años que llevaba un diario abierto en sus manos. Lamentablemente, no pudimos darle alcance antes de que ingresara a una casa, y aunque sabía su nombre, la falta de aire no me permitió gritarle.
Nos cansamos te hacer sonar el timbre y golpear la puerta, pero nadie nos atendió. Después de mucho insistir, Vicky me hizo notar que junto a la puerta había una placa de bronce en la que, además del nombre y el apellido de Catalina, figuraba su número de matrícula como psicóloga recibida en la Universidad de Buenos Aires. Debajo de la placa, un cartel de plástico menos refinado rezaba la siguiente leyenda: “No insista. No atendemos los lunes.” No hay más remedio. Será cuestión de regresar mañana.

2 comentarios:

  1. Sí, lo mejor será regresar mañana. Y mientras tanto, pensar en una buena estrategia de persuasión.

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    1. Efectivamente, Fernando. No me considero un gran persuasor, pero estoy seguro de que a Vicky algo se le va a ocurrir.
      Saludos!

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