viernes, 26 de julio de 2013

Día 207 - La fundación

Hoy me desperté cantando “Amor clasificado”, de Rodrigo. En mi celular había veintitrés llamadas perdidas de mi primo Luján, de Luján, todas ellas realizadas entre las siete y las nueve de la mañana. Me había dejado, además, dos mensajes en el buzón de voz. Con desesperación, me pedía que ni bien los oyera fuera al conventillo, que estaba desbordado, que los Pelotudos estaban fuera de control y que si no hacíamos algo pronto, todo el asunto del Centro de Contención y Reinserción se nos iba a ir a la mismísima mierda.

Me lo tomé con calma, porque para asumir el control sobre situaciones delicadas es conveniente estar tranquilo. Bajé a la calle, fui a comprar el diario, pasé por la panadería, compré media docena de facturas, preparé café con leche, la desperté a Vicky llevándole una bandeja a la cama, me di un baño de inmersión, escuché música, almorzamos y, entonces sí, fui hasta el conventillo al rescate de Luján. En el camino, me llamó la atención el que hubieran reemplazado uno de los afiches de Daniel Amoroso por el de una fundación cuyo logo no me resultó para nada familiar. En la canción que había despertado cantando, el diario que luego había comprado y el cartel de la fundación encontré la clave para armar el equipo interdisciplinario que nos permitiría reencausar la rehabilitación de los Pelotudos del Centro.
Estacioné frente a la puerta y llamé a Luján desde mi celular para que bajara. Estaba despeinado, tenía sobre la ropa manchas de, por lo menos, cinco comidas diferentes, sus ojeras abarcaban casi la mitad de sus mejillas y caminaba como si lo hubieran molido a palos.
—Vení, subí, vamos —le dije.
—¿Adónde? —me preguntó— No podemos dejar solos a los Pelotudos.
—¿Cómo que no? —le dije y solté una carcajada— ¡Tampoco somos los padres! ¡Son adultos, che!
Me costó convencerlo, pero finalmente lo logré. Con Luján a bordo, manejé hasta la redacción de uno de los diarios de mayor tirada del país y pedí que me informaran el costo de un anuncio de doble página en la sección principal. Estaba fuera de nuestro alcance, por lo que consulté por uno más pequeño en la contratapa. Tampoco estábamos en condiciones de pagarlo. Pregunté por uno muy, muy pequeño en un punto recóndito de la sección de Turismo, pero seguía siendo demasiado caro. No tuvimos más remedio que acudir al semanario de nuestro barrio. ¡Buenas noticias! El domingo, en su edición semanal de diecisiete páginas, saldrá, en la parte inferior de la página ocho del semanario “La Tos de la Recoleta”, un hermoso anuncio con letras azules en el que la FUNASIGENPROPEL convoca a jóvenes profesionales de todas las áreas de la salud para colaborar en la rehabilitación de sus asistidos. Tuvimos la intención de poner el nombre completo (Fundación de Asistencia a Gente con Problemas Pelotudos), pero, para abaratar costos, nos vimos obligados a resumirlo.

Reconozco que no somos una fundación propiamente dicha, pero no creo que una pequeña mentira vaya a meternos en problemas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario