miércoles, 24 de julio de 2013

Día 205 - Ménage à trois o La sangre Gris

Hoy me desperté cantando “Gonna make you sweat (everybody dance now)”, de C+C Music Factory. A Vicky no le cayó muy simpático que despertara cantando una canción tan estridente. Se levantó, fue hasta el baño, buscó algodón, se puso un pedacito en cada oído y volvió a dormirse. Espero que no se haya enojado conmigo. Ella sabe que esta maldición de despertar cantando no depende de mi voluntad.
Debo confesar que estaba muy ansioso por saber cómo habían pasado la noche los Pelotudos, por lo que me serví un poco de café en un vaso térmico, tomé un pedazo de pan y me fui del monoambiente con la idea de desayunar en la furgonetita, camino al conventillo.

Como de costumbre, estacioné frente a la puerta, bajé del vehículo y subí las escaleras hasta la planta más alta, en la cual funcionaba nuestro flamante Centro de Contención y Reinserción para Gente con Problemas Pelotudos. Fue entonces cuando corroboré que la ansiedad me había jugado una mala pasada, porque ahí todavía dormían. Caminando en puntas de pie para no despertarlos, recorrí la habitación. En la parte baja de una de las dos cuchetas matrimoniales dormían Pascual y su esposa; la parte de arriba era ocupada por Baldomero —que había acaparado el cubrecolchón y se aferraba a ese pedazo de tela como si lo amara con toda su alma— y su mujer. En la parte baja de la otra cucheta dormían plácidamente Nando y su señora. Me tranquilizó el descubrir que habían respetado mis indicaciones y le habían cedido la parte baja, porque de no haber sido así, debido a su negativa a bajar escaleras, habríamos tenido que serruchar las columnas de la cucheta para lograr que regresara a tierra firme. En la parte de arriba de esa misma cucheta dormían dos personas, pero desde mi posición no llegaba a distinguir quiénes eran. Me acerqué un poco y, procurando no despertar a Nando, trepé al primer escalón de la escalera para descubrir la identidad de la cuarta pareja durmiente.
Fue un verdadero orgullo descubrir que una de las dos personas que ahí dormían era mi primo Luján, de Luján. ¡Ese era mi pingo! Supuse que habría conquistado a una de las mujeres del conventillo y pensé que nadie puede renegar de sus genes; que si la sangre Gris corría por sus venas, estaba condenado a pasar la mayoría de sus noches en compañía de una dama. La emoción hizo que perdiera el equilibrio y me balanceara sobre la escalera. La madera chirrió y la presunta mujer que dormía detrás de mi primo, acurrucada contra su cuerpo, despertó lentamente, asomó la cabeza y dijo:
—¡Natalio! ¿Qué hacés acá tan de mañana?
¡Era Samuel! ¡La persona que había compartido la cama con mi primo Luján, de Luján, era el mismísimo Samuel! La sorpresa me pegó en medio de la nariz con la fuerza de un puñetazo y, todavía aferrado a la pequeña escalera de madera, caí de espaldas sobre la parte baja de la otra cucheta, donde Pascual y su esposa dormían.
—¡Ah, genial, un ménage à trois! ¡Justo lo que pedimos para el desayuno! —dijo Pascual a su esposa, asomando la cabeza por encima de mi cuerpo, que había quedado atravesado entre los dos.
—Eh… Disculpen la intromisión… los dejo seguir durmiendo —dije mientras me ponía de pie.

Luego saludé a todos con un movimiento de cabeza, bajé las escaleras, subí a la furgonetita y, todavía conmocionado por la situación vivida, conduje de regreso a los brazos de Vicky, que aún dormía en éste, nuestro nidito de amor.

2 comentarios:

  1. Qué situación Natalio, la vida te da sorpresas, pero a veces no es lo qué parece, saludos

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    1. O sea que a parece que da sorpresas pero no da sorpresas... ¿O no? Me confundiste.
      Saludos!

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