viernes, 19 de julio de 2013

Día 200 - El pis bautismal

Hoy me desperté cantando “Hacelo por mí”, de Attaque 77. Me sentía perdido. No sabía dónde estaba ni en qué momento me había quedado dormido. Al oírme cantar, mi primo Luján, de Luján, se asomó a través del vano de una puerta.
—¿Dónde estamos? —le pregunté una vez que concluí la canción.
—En la habitación del conventillo —me dijo—. Te quedaste dormido, pero no te preocupes, que me faltan unos detalles y termino.
Entonces recordé que Luján y yo habíamos pasado la noche trabajando para instalar un baño y una cocina.
—¿Cuánto tiempo dormí? —le pregunté—. ¿Diez minutos, quince?
—Dormiste siete horas —me dijo Luján.

¿Siete horas? Entonces mi primo había hecho todo el trabajo solo. ¡Bien por él! Antes de volver al monoambiente para ver si Vicky estaba engañándome con otro, le pregunté si le molestaba ocuparse de ultimar los detalles sin mi ayuda.
—Quedate tranquilo. Creo que voy a poder arreglármelas.
Me pareció detectar algo de sarcasmo en su respuesta. Cuando me disponía a bajar la escalera, recordé que Héctor “Bicicleta” Perales no me permitía usar los baños del conventillo, y teniendo en cuenta el largo viaje que me separaba de mi casa y los cuatro termos de mate que Luján había cebado antes de que me quedara dormido, decidí, por qué no, hacer el pis bautismal en el inodoro recién instalado.
—¿Qué hacés, pelotudo? —me preguntó Luján agarrándose la cabeza.
Nunca lo había visto tan enojado.
—¿Por qué? ¿Qué hice? —le pregunté mientras volvía a abrocharme los pantalones.
—¡Todavía no están instalados los caños! ¡Ahora va a haber que limpiar esto de alguna forma!
—Bueno, encárgate vos de eso. Yo estoy apuradísimo —le dije y me fui.
Al atravesar la puerta, me llevé puesta la cinta inaugural. Como pude, le hice un nudo para que Luján no notara el corte que le había hecho. El pobre estaba muy nervioso con todo esto de la inauguración. Evidentemente, hay quienes sabemos manejar mejor las situaciones de presión y estrés; otros se ahogan en un vaso de agua.
Entré al monoambiente abriendo la puerta con énfasis. Quería que mi entrada fuera dramática y que Vicky y su amante se llevaran un buen susto. Pero, contrario a lo que imaginaba, Vicky estaba sola, recostada en la cama con la vista perdida en algún punto del techo. Verla me tranquilizó, aunque pronto se me ocurrió que quizá había oído el ascensor y había escondido a su amante en algún lugar del monoambiente. Fui al baño, revisé la bañera, no había nadie ahí. Busqué en el ropero, en la heladera, en el horno, pero por suerte no encontré a ningún amante. Vicky estaba sola.
—¿Qué buscás? ¿Qué te pasa? —me preguntó.
—Nada —le dije—. Mi traje. En un rato inauguramos el CCRGPP en el conventillo y tenemos que ir bien vestidos. ¡Dale! ¡Levantate! ¡Vestite!
—¡Uh! Sabés que no me gusta vestirme de gala y además tengo sueño.
Me costó, pero la convencí y tres horas más tardes estábamos vestidos como dos novios antes de su casamiento, listos para ir a la ceremonia de inauguración. Vicky ya había abierto la puerta y yo estaba apagando las luces cuando sonó mi celular. Era Luján. Me llamaba porque Héctor quería hablar conmigo.
—Pasamelo.
—Don Natalio querido —arrancó diciendo Bicicleta—, no tenía idea de que iban a usar la habitación para una obra tan noble. Acabo de ver el cartel y Luján me contó de que viene la cosa. Te tengo que pedir un favor, Don Natalio.
Por primera vez desde que lo conocía, Héctor “Bicicleta” Perales se permitía tutearme.
—Decime.
—Mirá, yo sé que ya tenían programada la inauguración para hoy, pero te pido encarecidamente que la pasemos para mañana. Algo de esta magnitud se merece un evento a la medida. Bancame hasta mañana, y despreocupate, que yo me encargo de todo.
Acepté, principalmente porque me convenía mantener una buena relación con el encargado del conventillo. Le comuniqué a Vicky que la ceremonia se había suspendido y le pregunté si quería aprovechar las ropas para salir a comer.
—¿Adónde? ¿A comer un choripán en los puestos de la costanera? No, gracias. Yo paso —me dijo y, sin cambiarse, volvió a meterse en la cama.

Supongo que, al igual que Luján, estará un poco nerviosa por todo este asunto de la inauguración. Sí, somos pocos los que podemos mantener la cordura en este tipo de situaciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario