sábado, 8 de junio de 2013

Día 159 - En un café

Hoy me desperté cantando “Amor secreto”, de Carlos “La Mona” Jimenez. Temprano en la mañana pasé por lo de Vicky y la invité a desayunar a una confitería, porque, si bien nuestra relación acaba de comenzar, ayer me había reprochado que las cosas ya no son como al principio y que nunca la sorprendo. Para sumar unos puntos, compré un lindo ramo de flores y se lo regalé.
Durante el desayuno traté de convencerla de contarles a los demás acerca de nuestra relación.
—Pensá que es muy difícil sorprenderte y tener gestos como este —le dije— cuando tenemos que andar escondiéndonos de los demás.
—No creo que estén preparados para saberlo —me dijo ella—. Sobre todo Samuel. Está en una etapa delicada de su rehabilitación y una noticia como ésta podría desestabilizarlo.
—¿Y qué vamos a hacer? —le pregunté— ¿Vamos a amarnos en secreto para siempre?

—¡No! No seas exagerado. Algún día se lo vamos a decir, pero recién estamos empezando y necesito estar segura de que tenemos una relación estable antes de correr el riesgo de andar contándolo por ahí. No es sólo Samuel. Son demasiadas las complicaciones que nos esperan. Mi papá también se va a oponer cuando se entere.
Bueno, cuando a ella le conviene nuestra relación recién está comenzando, pero a la hora de las reproches resulta que las cosas ya no son como al principio. Por las dudas, para que no se enojara, no exterioricé mis pensamientos.
—Tenés razón —le dije.
—¿En qué? —me preguntó.
—¿Cómo “en qué”?
—En qué de todo lo que dije decís que tengo razón.
—¡Ah! No sé… En todo.
Hablamos un buen rato y, antes de pedir la cuenta, no resistí la tentación e insistí con el tema.
—Al menos podríamos contarle a Arnoldo Jorge Negri —le dije.
—¿Contarle qué? —me preguntó.
—Acerca de lo nuestro.
—¿Para qué? ¿Qué ganaríamos?
Y, como mínimo, que dejara de toquetearle las piernas cada vez que le explicaba un ejercicio, pero no tuve el valor necesario para decirle eso.
—Tenés razón —le dije—. No ganaríamos nada.
—¿Sabés una cosa? —me dijo ella en un tono muy dulce.
—¿Qué? —le pregunté.
—Sería de mucha ayuda que regresaras al monoambiente. Incluso aceleraría los tiempos para blanquear nuestra relación, porque cuando vos estás los demás se sienten más seguros.

Entonces, está decidido: mañana por la mañana regresaré a vivir con mis convivientes. Lo bueno de mi relación con Vicky es que pensamos de forma similar y nos resulta muy fácil el ponernos de acuerdo.

10 comentarios:

  1. Sí señor, es muy notorio que piensan de forma similar.
    ¡Salud!

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    1. Muchas gracias, Fernando. Parece que Vicky y yo estamos hechos el uno para el otro.
      Saludos!

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    2. ¿Cómo que el uno para el otro? Debe ser un error... yo creí que Vicky era ella... no él. ¿Habrás querido decir el uno para la otra? ¿O la una para el otro? ¡Por favor Don Natalio! ¡Qué zozobra!

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    3. Perdón, Fernando, debe haberse tratado de un error de tipeo.
      Saludos!

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  2. Natalio dicen por allí que el amor es ciego, saludos

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    1. No termino de comprender, Anó. ¿Quiénes dicen eso y por qué lo hacen?
      Saludos!

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  3. anda despacio si estas apurado, dicen...

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    1. Anó, te has vuelto un tanto enigmático últimamente. ¿Quiénes dicen eso?, ¿los mismos que dicen que el amor es ciego?
      Saludos!

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