jueves, 30 de mayo de 2013

Día 150 - Los guardavidas del vaso de agua

Hoy me desperté cantando “If i had a gun”, de Noel Gallagher's High Flying Birds. Anoche tuvimos la primera sesión del Grupo de Contención y Rehabilitación para Ex Asistentes a Grupos de Ayuda para Gente con Problemas Pelotudos. Estaban ahí nuestros antiguos compañeros de grupo, todos los Pelotudos a los que habíamos invitado en la calle y algunos otros. El mimo y mi primo Luján eran los encargados de recibirlos en la puerta y de clasificarlos en alguna de las dos categorías que habíamos establecido teniendo en cuenta el potencial de solución del Problema Pelotudo que aquejaba a cada uno de ellos. En un grupo reuniríamos a aquellos cuyos Problemas Pelotudos pudieran ser superados, y los entrenaríamos para que lo lograran; el grupo restante estaría compuesto por aquellos Pelotudos de Problemas sin solución posible, a quienes deberíamos preparar para convivir de la mejor manera con el inconveniente.

Fue una jornada agotadora. Toda esta gente está ahogándose en un vaso de agua y nosotros somos guardavidas comprometidos a rescatarlos una y otra y otra vez. Para colmo, la fiebre había ido ganándome a lo largo del día y ya para la noche tenía la voz tomada y una sensación de frío que contrastaba ostensiblemente con el calor que irradiaba mi cuerpo. Hoy me desperté sintiéndome aún peor, con 39 de fiebre y con la impresión de que lo sucedido anoche había sido producto de una alucinación o de un mal sueño. Para el almuerzo, Luján insistió con la sopa caliente, pero dije que se dejara de joder con tanta sopa y me preparara una hamburguesa. Después de comer, me abrigué como sobrevivir al invierno en Rusia y pasé a buscarla a Vicky para ir al gimnasio.
Cuando vio el estado en el que me encontraba, se enojó conmigo y me obligó a regresar al monoambiente. Le dije que no quería que perdiera un día de entrenamiento y me respondió que no se lo iba a perder, que podía ir sin mí un día o dos, que no se iba a morir por eso. Su respuesta me dolió y, ofendido, manejé hasta el monoambiente sin decirle una palabra. Subimos, me acosté y Luján me acercó una bandeja con un plato de sopa, pero me di vuelta rechazándolo.
—No te lo tomes como algo personal —le dijo Vicky—. Es la fiebre que lo pone agresivo. Vení, acompañame al gimnasio. Vos también, Samuel. Vos, mimo, quedate cuidándolo a Natalio.

Me imaginé que el mimo había respondido, mediante una serie de señas, que me cuidaría como si fuera su hijo, pero, a decir verdad, estaba mirando a la pared cuando Vicky le dio la indicación. Lo más probable es que este turro se esté comiendo a mi vieja y encima lo dejan para cuidarme. Yo no necesito que nadie me cuide. Puedo cuidarme solo. Encima la otra se va con Samuel al gimnasio. ¿Acaso tiene pensado reemplazarme como su entrenador? Antes de dormirme, le pedí al mimo que me trajera una manta y levantara la persiana que cubría el afiche. Necesitaba dormirme viendo el hermoso rostro de Daniel Amoroso.

2 comentarios:

  1. Me pregunto cuál de los dos grupos será más numeroso, ¿el de los que tienen solución o el de los que no la tienen?

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    1. No lo sé con exactitud, Fernando, pero será cuestión de revisar los registros de la primera sesión. Tengo entendido que Luján está registrando los datos para hacer un análisis estadístico.
      Saludos!

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