martes, 28 de mayo de 2013

Día 148 - No somos novios

Hoy me desperté cantando “Somos novios”, versión de Luis Miguel. Anoche el mimo y Luján se quedaron cuidando a Samuel y Vicky y yo salimos de recorrida y recuperamos a tres Pelotudos: Víctor, cuyo Problema Pelotudo consiste en la incapacidad de silbar el Himno; Leonel, que no puede reprimir el deseo de morder los caramelos que son para chupar, y Estefanía, que bosteza cada vez que, tras el estornudo de un extraño, un tercero pronuncia la palabra “salud”. A los tres los invitamos a asistir, el miércoles por la noche, a la primera sesión del Grupo de Contención y Rehabilitación para Ex Asistentes a Grupos de Ayuda para Gente con Problemas Pelotudos.

Cada día que pasa es un día perdido en el entrenamiento de Vicky; un día en el que su estado físico se deteriora. Seguramente aún conserve su derecha demoledora, pero este último mes perdió algo de masa muscular y no es, ni por asomo, la mitad de la boxeadora que, en la terraza del conventillo de Héctor “Bicicleta” Perales, noqueó a la temible Mole Moni. Por eso, porque estaba preocupado por el futuro de su carrera boxística, le pedí que me acompañara a un lugar. Como habían anunciado la caída de granizo, fuimos caminando, porque nosotros podríamos refugiarnos fácilmente debajo de un toldo, pero si salíamos en la furgonetita y nos agarraba el granizo a mitad de camino, ¿dónde íbamos a meterla?
No sabría definir actualmente cuál es mi relación con Vicky. No somos novios, de eso estoy seguro, pero también estoy seguro de que nos une un vínculo más fuerte que la amistad. Mientras caminábamos rumbo al lugar al que quería llevarla, nos tomamos de la mano y recorrimos así cuatro o cinco cuadras. Después de tanto tiempo de haber estado cubiertas por guantes de cocina, es lindo sentir el contacto con la piel de sus manos. Yo me había puesto un pantalón algo ajustado y en una esquina cualquiera un hombre que pasaba hizo un comentario elogioso y un tanto ordinario respecto a mi culo de Jessica Cirio. No me ofendió. A esta altura, estoy acostumbrado. Pero, llamativamente, Vicky soltó mi mano, se dio vuelta, alcanzó al piropeador y, tomándolo del cuello, lo obligó a que me pidiera disculpas. Su reacción fue violenta y eso es algo que tendremos que hablar, pero debo reconocer que me hizo sentir bien con mi costado femenino. Mi culo se sintió cuidado y contenido. A los pocos minutos se desató una tormenta furiosa. Intentamos refugiarnos debajo de un toldo, pero el viento hacía que nos mojáramos de todas formas. Cuando comenzaron a caer las primeras piedras, nos metimos en un edificio cuya puerta había quedado mal cerrada y nos quedamos ahí hasta que el clima se recompuso. Estábamos empapados, pero, de todos modos, seguimos caminando hasta llegar al gimnasio de mi antiguo barrio, aquel del que me había expulsado el Gigante Musculoso. Evidentemente, hay una fuerza superior que se opone a que pueda desarrollar alguna actividad dentro de un gimnasio, porque siempre que me propongo ir a uno, algo sucede. Esta vez un desperfecto en el techo y la lluvia conspiraron para que el lugar se llenara de agua.

Acompañé a Vicky hasta su casa, caminé hasta el monoambiente y me di una ducha caliente. Si ninguno de los dos se enferma como consecuencia de habernos sometido al frío con el cuerpo mojado, volveremos mañana.

4 comentarios:

  1. Qué dulzura! Caminar bajo la lluvia de la mano de tu amada, saludos

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    1. Sí, Anó, todo muy romántico, pero la gripe no me la quita nadie.
      Saludos!

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  2. Don Natalio, ¿el Grupo de Contención y Rehabilitación para Ex Asistentes a Grupos de Ayuda para Gente con Problemas Pelotudos atiende por obra social?

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    1. No todavía, Fernando. Por ahora sólo atiende por obra nuestra.
      Saludos!

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