lunes, 20 de mayo de 2013

Día 140 - Cerrado por reformas


Hoy me desperté cantando “Navegando”, de Sabú. Mi primo Luján de Luján, el mimo de Plaza Francia y yo estábamos desayunando cuando Samuel ingresó al monoambiente. Aún llevaba puesta la túnica con la que había asistido al Lugar Especial. Estaba despeinado, su ropa exhibía manchones de bebida y de sangre, llevaba la capucha en una de sus manos y un rollo largo de papel en la otra. Al vernos no pudo contener una sonrisa de ebrio que denunció la ausencia de uno de sus dientes.
—¿Qué te pasó Samuel? —le preguntó Luján.
—¿Dónde estuviste todo el domingo? —pregunté yo.
El mimo hizo un montoncito con los dedos de una mano y la sacudió, supongo que con la intención de preguntarle dónde había pasado la noche.
—Estuve festejando —dijo Samuel y levantó, como si se tratara de un trofeo, el papel enrollado.

—¿Qué tenés ahí? —le pregunté.
Sin pronunciar palabra, comenzó a desenrollarlo y, tras mirarlo y suspirar, lo giró para que lo viéramos nosotros. Era un afiche de Daniel Amoroso y debería haberlo sustraído del cuartito del Lugar Especial en el que solían lavarnos la cabeza. En condiciones normales le habría dicho que arrojara esa porquería a la basura, que no entendía cómo había expuesto su integridad física a una pelea de puños vaya uno a saber con cuántos adversarios nada más que para conseguir un afiche insignificante, pero tratándose de Daniel Amoroso… ¡Ay! Yo también suspiré y hasta que no volvió a enrollarlo, no pude quitarle la mirada de encima.
El mimo y Luján no comprendían la naturaleza de nuestro fanatismo —sería porque, a diferencia de nosotros, no habían sido conejitos de India del Sistema de Persuasión Automatizante y Masiva—, y nos miraban con extrañeza mientras procurábamos determinar cuál sería el mejor lugar para colgar el afiche. Al final, tras un largo debate, decidimos colocarlo frente a nuestras camas, para que el rostro de Daniel fuera lo primero que viéramos al despertar y lo último que viéramos antes de dormirnos.
Sintiendo que nuestra acción lo habilitaba, el mimo colgó una foto de Marcel Marceau autografiada por Piñón Fijo y Luján hizo lo propio con un póster de Teresa Parodi. Tras contemplar el amoroso rostro de Daniel durante varias horas, me levanté de la cama, encendí la computadora y busqué en internet repercusiones del golpe que habíamos dado en el boliche Amerika. No encontré nada referido al tema. Encendí la radio. En las emisoras más grandes tampoco mencionaron la noticia. Sólo oí que hablaran del asunto en una pequeña emisora del barrio, pero lo que decían era tan falso como preocupante. Decían que el boliche Amerika había sufrido un pequeño derrumbe durante la madrugada del domingo; que se desconocían las causas, y que permanecería cerrado durante unas semanas, mientras hacían las correspondientes refacciones.
Desesperado, salí a la calle y manejé mi furgonetita hasta la puerta del boliche. Efectivamente, tal como habían dicho en la emisora barrial, la puerta del boliche estaba cerrada con candado y mostraba un cartel que contenía la siguiente leyenda: “Cerrado por reformas”.
¿Qué está sucediendo? ¿Hasta dónde llega todo esto? ¿Qué incidencia tienen los medios de comunicación en la conspiración que se propone llevar a la presidencia al amoroso de Daniel Amoroso?

4 comentarios:

  1. Viste Natalio? Al fin mí abuelita tenía razón, ellas siempre me decía, Musito no creas todo lo que dicen en la radio, saludos, ah! Quema ese póster, saludos

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    1. Bueno, Anó, parece que, a pesar de no saberse tu nombre, tu abuelita tenía poderes premonitorios. De otro modo no logro explicarme que te hubiera advertido acerca de la necesidad de quemar el póster.
      Saludos!

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  2. Los medios de comunicación son muy poderosos. Pero no tanto como los enteros.

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    1. Nunca fui muy bueno con las matemáticas, Fernando, pero supongo que estarás en lo cierto, porque, si mal no recuerdo, dos medios suman un entero.
      Saludos!

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