Hoy me desperté cantando “Navegando”, de Sabú. Mi
primo Luján de Luján, el mimo de Plaza Francia y yo estábamos desayunando
cuando Samuel ingresó al monoambiente. Aún llevaba puesta la túnica con la que
había asistido al Lugar Especial. Estaba despeinado, su ropa exhibía manchones
de bebida y de sangre, llevaba la capucha en una de sus manos y un rollo largo
de papel en la otra. Al vernos no pudo contener una sonrisa de ebrio que
denunció la ausencia de uno de sus dientes.
—¿Qué te pasó Samuel? —le preguntó Luján.
—¿Dónde estuviste todo el domingo? —pregunté yo.
El mimo hizo un montoncito con los dedos de una mano
y la sacudió, supongo que con la intención de preguntarle dónde había pasado la
noche.
—Estuve festejando —dijo Samuel y levantó, como si
se tratara de un trofeo, el papel enrollado.
—¿Qué tenés ahí? —le pregunté.
Sin pronunciar palabra, comenzó a desenrollarlo y,
tras mirarlo y suspirar, lo giró para que lo viéramos nosotros. Era un afiche
de Daniel Amoroso y debería haberlo sustraído del cuartito del Lugar Especial
en el que solían lavarnos la cabeza. En condiciones normales le habría dicho
que arrojara esa porquería a la basura, que no entendía cómo había expuesto su
integridad física a una pelea de puños vaya uno a saber con cuántos adversarios
nada más que para conseguir un afiche insignificante, pero tratándose de Daniel
Amoroso… ¡Ay! Yo también suspiré y hasta que no volvió a enrollarlo, no pude
quitarle la mirada de encima.
El mimo y Luján no comprendían la naturaleza de
nuestro fanatismo —sería porque, a diferencia de nosotros, no habían sido
conejitos de India del Sistema de Persuasión Automatizante y Masiva—, y nos
miraban con extrañeza mientras procurábamos determinar cuál sería el mejor
lugar para colgar el afiche. Al final, tras un largo debate, decidimos
colocarlo frente a nuestras camas, para que el rostro de Daniel fuera lo
primero que viéramos al despertar y lo último que viéramos antes de dormirnos.
Sintiendo que nuestra acción lo habilitaba, el mimo
colgó una foto de Marcel Marceau autografiada por Piñón Fijo y Luján hizo lo propio con un póster de Teresa Parodi. Tras contemplar el amoroso rostro de Daniel durante varias horas, me
levanté de la cama, encendí la computadora y busqué en internet repercusiones
del golpe que habíamos dado en el boliche Amerika. No encontré nada referido al
tema. Encendí la radio. En las emisoras más grandes tampoco mencionaron la
noticia. Sólo oí que hablaran del asunto en una pequeña emisora del barrio, pero
lo que decían era tan falso como preocupante. Decían que el boliche Amerika
había sufrido un pequeño derrumbe durante la madrugada del domingo; que se
desconocían las causas, y que permanecería cerrado durante unas semanas, mientras
hacían las correspondientes refacciones.
Desesperado, salí a la calle y manejé mi furgonetita
hasta la puerta del boliche. Efectivamente, tal como habían dicho en la emisora
barrial, la puerta del boliche estaba cerrada con candado y mostraba un cartel
que contenía la siguiente leyenda: “Cerrado por reformas”.
¿Qué está sucediendo? ¿Hasta dónde llega todo esto?
¿Qué incidencia tienen los medios de comunicación en la conspiración que se
propone llevar a la presidencia al amoroso de Daniel Amoroso?
Viste Natalio? Al fin mí abuelita tenía razón, ellas siempre me decía, Musito no creas todo lo que dicen en la radio, saludos, ah! Quema ese póster, saludos
ResponderEliminarBueno, Anó, parece que, a pesar de no saberse tu nombre, tu abuelita tenía poderes premonitorios. De otro modo no logro explicarme que te hubiera advertido acerca de la necesidad de quemar el póster.
EliminarSaludos!
Los medios de comunicación son muy poderosos. Pero no tanto como los enteros.
ResponderEliminarNunca fui muy bueno con las matemáticas, Fernando, pero supongo que estarás en lo cierto, porque, si mal no recuerdo, dos medios suman un entero.
EliminarSaludos!