domingo, 12 de mayo de 2013

Día 132 - Vicky desaparece

Hoy me desperté en la parte trasera de mi furgonetita Volkswagen cantando “Estoy aquí solita”, de Rosario Flores. Todavía tenía puestas la túnica y la capucha blancas, y me dolía la cabeza, como si me hubieran dado un golpe. Me quité la capucha y, efectivamente, estaba manchada con mi sangre. ¿Qué había sucedido?
Anoche Vicky, Samuel y yo fuimos al Lugar Especial. Con la intención de que descubrieran lo que sucedía ahí, me había propuesto hacer todo lo posible por impedir que tomaran las bebidas mediante las cuales nos drogaban. Quería que llegaran conscientes al cuartito en el que nos lavaban la cabeza y que comprobaran con sus propios ojos que lo que yo les había dicho unos días atrás era totalmente cierto. Sin embargo, como todos llevábamos la misma vestimenta, al poco tiempo de haber ingresado Samuel se separó de nosotros y ya no pude encontrarlo. A Vicky la reconocía con facilidad, porque llevaba puestos sus guantes de cocina.
Cuando le entregaron el primer vaso, me acerqué a ella, hice de cuenta que me tropezaba, la choqué suavemente e hice que el vaso se le cayera. En seguida le entregaron otro. Actuando con desesperación, se lo quité de la mano y arrojé el contenido al piso. Hice lo mismo con los tres vasos siguientes. Ignoro si me había reconocido, pero los pequeños agujeros a través de los cuales podía ver sus ojos bastaron para que me diera cuenta de que había comenzado a mirarme con desprecio. El temor a que me aplicara un nuevo cross de derecha hizo que cambiara mi estrategia. En lugar de quitarle los vasos a ella, recorrí la pista bailando como un lunático y me encargué de tumbarle la bandeja a todas y cada una de las personas que repartían bebidas.
Media hora más tarde Vicky atravesaba el pasillo que conducía al cuartito del lavado de cerebro. Yo caminaba detrás de ella, a cuatro o cinco metros de distancia. Reconozco que debí haber actuado con mayor prudencia. En definitiva, ya había conseguido que llegara hasta allí en estado de sobriedad y podía quedarme en otro lado mientras ella descubría la verdad, pero era tan grande la intriga que sentía por saber cuáles eran las imágenes que utilizaban con ella, que no me detuve hasta llegar junto a la puerta y, accionando el picaporte con sumo cuidado, traté de asomarme para ver qué estaba sucediendo al otro lado.
Antes de que pudiera divisar el interior del cuartito, un golpe seco a la altura de la nuca hizo que perdiera el conocimiento. No recuerdo más nada, sólo que desperté en la parte trasera de mi furgonetita Volkswagen cantando el tema de Rosario Flores.
Supuse que, para ese entonces, Vicky habría descubierto las conexiones existentes entre Daniel Amoroso, el Grupo de Ayuda para Gente con Problemas Pelotudos y el Lugar Especial y, deseoso por conocer sus impresiones, fui a buscarla a su casa, pero, hablándome con total naturalidad, su padre me dijo que no había regresado en toda la noche.
—Pero, ¿eso es normal? —le pregunté.
—Y… ya no tiene doce años, puede hacer lo que quiera —me dijo antes de cerrar la puerta.
Fui hasta el monoambiente y lo desperté a Samuel para preguntarle si la había visto. Me dijo que no recordaba nada de lo sucedido durante la noche anterior, giró sobre su cuerpo y volvió a dormirse.
¿Le habrá pasado algo? ¿La habrán capturado por culpa del escándalo que protagonicé en la puerta del cuartito? Quizá no fue culpa mía; quizá no reaccionó de la mejor manera y la secuestraron. Sea cual sea el motivo de su desaparición, debo encontrarla cuanto antes.

6 comentarios:

  1. ¿Qué habrá pasado con Vicky? Qué intriga! esperemos que no sea nada malo.Un saludo.

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    1. Muchas gracias, Lumy. Ojalá no le haya pasado nada.
      Saludos!

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  2. Hm. Antes, desaparecía el primo Luján, de Luján, con la murga de Ituzaingó.
    Ahora Vicky con los del Grupo de Pelotudos.
    Samuel que convulsiona con la Sarli y Don Natalio con Cage (que no quiere decir otra cosa que jaula).
    Y guarda, no sea que con todo este embrollo termines en cana.

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    1. Muchas gracias, Fernando, sobre todo por la traducción del apellido de mi ídolo, el primerísimo actor, Nicolás Jaula.
      Saludos!

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  3. Tengo miedo por Vicki y por Ud. Don Natalio, si menospreciar a Samuel, tenga cuidado, si necesita un habeas corpus, cuente conmigo, saludos

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    1. Muchas gracias, Anó. No sé lo que es un habeas corpus, pero si te parece que me puede servir, mandameló o decime por dónde puedo pasar a buscarlo.
      Saludos!

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