viernes, 10 de mayo de 2013

Día 130 - Adicto a La Coca


Hoy me desperté cantando “Pizza conmigo”, de Alfredo Casero. Tomando la canción como una sugerencia, ni bien terminó de preparar el desayuno, mi primo Luján, de Luján, se puso a amasar las pizzas que comeríamos en el almuerzo. El miércoles descubrí que las imágenes de Nicolas Cage no producen ningún efecto en Vicky y en Samuel, por lo que sospecho que, para lavarnos la cabeza, en el Lugar Especial utilizan un video distinto para cada uno, con imágenes que nos remiten a momentos felices y placenteros. Para corroborar mi hipótesis, me propuse dedicar el día entero a averiguar qué es lo que produce en mis socios el mismo efecto que producen en mí las películas del mejor actor del mundo.

Ni bien terminamos de desayunar, la llamé a Vicky y, con la excusa de ajustar algunos detalles relativos a nuestro proyecto turístico, le pedí que viniera a cenar. Después de cortar, me senté cerca de Samuel, de modo que él pudiera ver la pantalla y, uno tras otro, me puse a ver videos de temáticas variadas. Comencé con la música, y vi videos de todos y cada uno de los artistas que me vinieron a la mente, pero, a excepción de algún comentario casual, ninguno de ellos provocó reacción alguna en mi conviviente. Empecé, entonces, a ver fragmentos de películas en las que aparecieran los actores más famosos de Hollywood, pero no tuve éxito. George Clooney, Brad Pitt, Matt Damon, Marlon Brando, Johnny Depp, Susan Sarandon, Tim Robbins, Julia Roberts, Scarlet Johansson y muchos, muchos más. Ninguno de ellos le movería un pelo. Pensé en las imágenes lindas de la infancia y busqué dibujitos animados de la época en la que él había sido niño, pero no tuve éxito. Pensé, entonces, en el cine nacional: Porcel y Olmedo, Tristán, Rolo Puente, Sandrini, los Exterminator… pero nada.
Tras seis horas de búsqueda infructuosa, me ganó la resignación. Dejé la computadora sobre la mesa y me recosté en mi cama. Tantas horas frente a la pantalla habían hecho que me doliera la cabeza y me ardieran los ojos. Necesitaba descansar unos minutos. De repente, un golpe seco y estrepitoso hizo que me reincorporara. Samuel, que se había sentado frente a la computadora, en la silla que yo acababa de abandonar, había caído al piso. Su cuerpo temblaba, tenía los ojos en blanco y largaba espuma por la boca. Luján y el mimo corrieron hasta donde él estaba para asistirlo y yo me acerqué para descubrir qué le había producido el ataque. En la pantalla corría una escena de la película “Carne”, protagonizada por Isabel “La Coca” Sarli. Así que Samuel era un fanático de “La Coca”. Fue tal la emoción que me invadió tras el descubrimiento, que, como Silvio Soldán cuando en Feliz Domingo encontraban la llave que abría el cofre, me puse a dar saltos de felicidad. Cuando Vicky entró al monoambiente, se encontró con esa escena: Samuel sufriendo un ataque, Luján y el mimo haciendo lo imposible para asistirlo y yo celebrando como un estúpido. Sin darme oportunidad de explicarle lo que había sucedido, me insultó, me apartó de un empujón y se agachó para sostenerle la cabeza mientras volvía en sí.
—¿Qué sucedió? —preguntó Samuel.
—Nada, nada, tranquilo —le dijo Vicky y le acarició la frente.
¡Qué suerte la mía! ¿Cómo voy a hacer para que Vicky me perdone por esto?

2 comentarios:

  1. Don Natalio, lo mejor para que Vicky te perdone es contarle la verdad. Es decir, que vos estabas soñando que ella ganaba la corona del mundo por knock out en el cuarto round, y que vos empezaste a saltar de alegría, pero, en realidad, el que había caído era Samuel y vos no entendías muy bien qué le había pasado.

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    1. Muchas gracias, Fernando, por el consejo. Como dice el poeta: "Una mentira que nos haga zafar puede más que una verdad que nos hunda de por vida".
      Saludos!

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