Día 126 - El Político Partido

Hoy me desperté cantando “Wish you were here”, de Pink Floyd. Mientras cantaba, fui corriendo hasta la computadora y pegué la letra de la canción en el traductor de Google. Quería saber qué decía, porque, por algún motivo, los pocos recuerdos que tengo junto a mi padre comenzaron a desfilar en mi cabeza. Ojalá estuvieras aquí, papaíto, para decirme si fue por culpa de este mimo de morondanga que nos abandonaste. Creo que percibe mis sospechas, porque desde que volvimos de la casa de mamá está muy callado… Sí, soy consciente de que nunca habla, pero me refiero a que ya ni siquiera gesticula, como si se sintiera culpable vaya uno a saber por qué.

Samuel, por su parte, ha mejorado un poco. Durante el desayuno pronunció dos palabras: “leche” y “manteca”. El hecho de que ninguna de las dos contenga la letra “p” me hace pensar que quizá su Problema Pelotudo haya vuelto a la normalidad. Sin embargo, dos palabras no son muestra suficiente. En una de esas está dando los primeros pasos hacia una recuperación definitiva.

Cada día que pasa, mi primo Luján, de Luján, se muestra un poco más revitalizado. Ya no parece detenerse a pensar en sus captores y casi no quedan vestigios de nostalgia en su mirada. Esta mañana, por ejemplo, mientras preparaba el almuerzo, no paró de silbar y tararear canciones sumamente alegres.

Yo me había propuesto descansar durante el fin de semana y reponer energías para dedicar la semana a averiguar si el político Daniel Amoroso es consciente de que su imagen está siendo utilizada para lavarle la cabeza a un número de ciudadanos que crece semana a semana. Ingresé a su página web y me sorprendió un video en el que agradecía no sé qué cosa, porque tuve las mismas sensaciones que había tenido al ver la película de Nicolas Cage y, anticipándome a las convulsiones, apagué la máquina. Cuando quise volver a encenderla, no ingresaba a Windows. Ya había decidido dejar todo como estaba y hacerme el desentendido para que el próximo que quisiera usarla quedara marcado como el responsable de haberla roto cuando Samuel pasó por detrás, vio el error que informaba la pantalla, me pidió que le dejara el asiento durante unos minutos y solucionó el problema. Retomé, entonces, la tarea de buscar la forma de contactarme con Daniel Amoroso. A su página no podía entrar, porque el video la volvía demasiado peligrosa. Decidí buscar la página de su Partido. Allí encontré un número de teléfono. Llamé.

—Confianza Pública, ¿en qué lo puedo ayudar? —me preguntó una voz femenina al otro lado del teléfono.

—Sí, mire, señorita, yo necesitaría concertar una entrevista con el señor Daniel Amoroso. ¿Será eso posible?

—¿Cuál es el motivo de la entrevista? —me preguntó.

—Preferiría no revelarlo —le dije.

—Dígame su nombre y su cargo —me dijo.

—Eh… Sí, mi nombre es Samuel y soy guía de turismo —le dije, procurando que el tono tembloroso de mi voz no delatara la mentira.

—Samuel ¿qué apellido? —me preguntó.

—Eh… Samuel Samuel —le dije—. Mismo nombre que apellido.

—Mire, señor, el señor Amoroso tiene la agenda ocupada por los próximos tres meses y, además, con tan poca información yo no estoy autorizada a agendarle una entrevista. Sabrá usted disculpar.

—Mire, señorita —le dije, en un último intento desesperado—, para ser sincero, yo soy el moderador de uno de los Grupos de Ayuda y necesito hablar con él acerca de ciertos temas que no sería prudente especificar en una conversación telefónica. ¿Me entiende?

—Señor Samuel —me dijo—, el señor Amoroso lo espera el jueves a las quince horas y veinticinco minutos. Sea puntual, por favor.

¿Qué estaba sucediendo? Bastó con hacer referencia al Grupo de Ayuda para que pasaran de negarme una reunión a recibirme este mismo jueves. No caben dudas de que en el partido están al tanto de lo que está sucediendo tanto en el Grupo de Ayuda como en el Lugar Especial. Ahora tengo que prepararme para el jueves y rogar que Daniel Amoroso no conozca a todos los moderadores, porque, en caso de ser así, mi mentira será puesta en evidencia con el primer golpe de vista.