miércoles, 3 de abril de 2013

Día 93 - Mi casa rodante

Hoy me desperté cantando “Timidez”, de Emanuel Ortega. Anoche, debido a que todavía había agua en mi dormitorio, decidí dormir adentro del ropero. Sí, es el mismo ropero que uno de los purretes había meado, pero el agua de lluvia que se filtró por las goteras del techo lo lavó y le quitó la mayor parte del olor. Por alguna razón que desconozco, esta vez no pude salir del ropero hasta que no terminé de cantar la canción. ¿Sería por mi timidez?
Abrí la puerta del ropero y ahí estaba Héctor “Bicicleta” Perales, el encargado del conventillo, metido en el agua de mi dormitorio con sus botas de lluvia amarillas, sosteniendo en una de sus manos un papel que me entregaría sin pronunciar palabra. En él los miembros del Comité Conventillero enumeraban los motivos por los cuales se me notificaba que debía abandonar la morada esa misma mañana. Un poco porque la noticia me mareó, otro poco porque quería ganar algo de tiempo, solté el papel y dejé que cayera sobre el agua. Se había arruinado. De inmediato Bicicleta extrajo de uno de los bolsillos de su sobretodo un papel idéntico al anterior y me lo entregó.
1)      Por perturbar la paz del lugar y asustar a los inquilinos con sus canciones matutinas.
2)      Por no mantener el gimnasio en condiciones.
3)      Por haberles causado importantes pérdidas económicas a los demás inquilinos.
4)      Por esconder sus alimentos en el desagüe y provocar la inundación de la cocina.
Se le informa al señor Gris, Don Natalio que deberá abandonar las instalaciones del conventillo antes del mediodía del día 3 de abril del año 2013.

—Yo me voy, no hay problema —le dije a Bicicleta—, pero voy a necesitar un poco más de tiempo para desarmar y llevarme la escaladora.
—No hay más tiempo —me respondió—. Además, no podés llevarte la escaladora, Don Natalio, porque fue declarada Patrimonio Histórico del Conventillo. Acá tenés el comunicado —dijo y me extendió un nuevo papel.
Me fui del conventillo caminando con la cabeza gacha, la mochila colgada y el colchón a cuestas, indignado porque me habían robado la escaladora, pero más preocupado por resolver mi problema de vivienda: ¿dónde dormiría esta noche?
Cuando llegué a la esquina y ya consideraba la opción de ir a ver en qué condiciones se encontraba, tras la tormenta, el cajero en el que había pasado la noche tras mi primer desalojo, un bocinazo insistente hizo que me diera vuelta. Era el dueño de la furgonetita Volkswagen que yo había señado para el proyecto de El Pasea Porros. El hombre había ido a la estación de GNC con la intención de hacerme entrega del vehículo y desde ahí mis socios, que estaban almorzando, lo enviaron al conventillo. ¿Por qué lo habían mandado a verme en lugar de pagarle el resto? Supongo que porque había sido yo el que había gestionado la compra. Por suerte las propinas del fin de semana cargado de feriados me habían permitido juntar una buena cantidad de dinero y pude pagarle lo que faltaba para completar la transacción. Tan buena fue la recaudación, que todavía me quedan unos pesos para alimentarme hasta el viernes al mediodía, momento en el que tendrá lugar una nueva asamblea y los tres socios que aún forman parte de la sociedad me pagarán, cada uno, el veinticinco por ciento de la furgonetita.
¡Sueño cumplido! ¡No tengo techo, pero finalmente soy dueño de una cuarta parte de una furgonetita Volkswagen! No creo que se ofendan si tiro el colchón en la parte de atrás y paso la noche en nuestro nuevo vehículo.

8 comentarios:

  1. Mi mamá siempre decía que las medias son para los pies. No quiero hacer una mala predicción, pero siempre es mejor tener toda una furgonetita VW (máxime en tiempos en los que no hay vivienda), que una cuarta o quinta parte.
    ¡Salud!

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    1. Muchas gracias, Fernando. Las medias en los pies... Tomo nota.
      Saludos!

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  2. Natalio, hasta hoy tu fetiche más importante es tu c...., te diría qué confíes en él, y avanti coincido con Fernando, los tacheros son bastante divagantes y las medias son para los pies.
    Ah! Si me das la dirección de bicicleta, voy y lo
    abollo, no soy Vicki pero tengo lo mío.

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    1. Muchas gracias, Anó. No sé por qué la obsesión con mis medias. Me las saqué porque se me habían mojado, pero quédense tranquilos, que me las voy a poner en los pies.
      Saludos!

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